El asesinato de la asistente judicial Maureen Hidalgo Mora –caso en el que su esposo Luis Fernando Burgos figura como imputado– obedeció a un plan premeditado al calor de los celos.
A esa conclusión arribó el juez José Barletta en la orden de encarcelamiento del sospechoso, un defensor público de trayectoria.
El cadáver de Hidalgo apareció el 16 de julio en un agreste sector de Atenas, Alajuela.
Ahora las autoridades sospechan que Burgos comenzó a fraguar el crimen desde el 7 de julio, día en que solicitó a un conocido –dueño de una agencia de autos– un carro prestado.
Esa solicitud, de acuerdo con el juez Barletta, confirmó el interés del sospechoso “por deshacerse del cuerpo en un vehículo en el que no lo pudieron ligar”.
Y es que de acuerdo con la investigación de la Fiscalía, Burgos tenían un carácter “obsesivo y controlador” hacia su esposa.
A Maureen Hidalgo la mataron entre la noche del 10 de julio y la mañana del 11.
Este último día, a eso de las 8 p. m., el sospechoso volvió a contactar al conocido e insistió en el préstamo de un vehículo.
El testigo contó que si bien Burgos no hizo mención alguna al crimen, sí le comentó que “tenía un problema familiar sumamente difícil con su esposa”.
Buscó ayuda. A partir de ese momento –conforme el juez–, el defensor público estructuró un plan para desviar las sospechas en su contra.
Por eso contactó a testigos “que por favores anteriores o bien por confianza en su amistad los comprometió al darles detalles de los hechos (del crimen)”, destacó el juez penal de Alajuela.
Burgos –conforme su decir– contó lo ocurrido a una fiscal, a un conocido empresario, a un abogado y a un particular. Todos se negaron a prestarle ayuda.
Uno de los testigos dijo a las autoridades que en la conversación sostenida con el sospechoso Burgos mencionó que la fiscal “le aconsejó acerca de la forma cómo desaparecer el cuerpo sin dejar indicios”. La funcionaria del Ministerio Público figura como testigo sospechosa en el caso.
Anillos clave. Un detalle acercó las sospechas hacia Burgos.
La asistente judicial apareció sin su anillo de bodas y su anillo de compromiso. Familiares de la víctima contaron a la Fiscalía que nunca se quitaba esas alhajas.
La Policía Judicial descartó el robo, pues el cadáver portaba una cadena de oro.
Para el juez, los anillos tenían una significación psicológica cercana con el victimario.
Así las cosas, las autoridades judiciales estiman que a Maureen Hidalgo la mataron por celos –Burgos desconfiaba de la fidelidad de su esposa– en el apartamento que la pareja compartía en el condominio Yoses Sur, Zapote.
El juez sostiene que una vez fallecida, Burgos utilizó bolsas plásticas para jardín y cinta aislante negra “para proteger el cuerpo e impedir que expida olor, fluidos o algo que lo pueda vincular con el hecho”.
Despiste. Para dificultar las pesquisas, Burgos hizo creer a los familiares de la asistente judicial que la habían secuestrado, por lo que él debía hacerse cargo del asunto. Con eso, sospecha el juez, el defensor (que descuenta seis meses de prisión preventiva) intentó alejar a la familia de todo contacto con los agentes del OIJ.
Además, buscó coartadas para no verse descubierto, al punto que Barletta calificó como “descarada” la presencia de Burgos en la vela y el entierro de Hidalgo”.