Durante la madrugada de este miércoles, los ríos Sarapiquí y Sucio se desbordaron e inundaron rápidamente la comunidad de Naranjal, en Puerto Viejo de Sarapiquí. Según datos proporcionados por Bomberos y la Cruz Roja, la emergencia obligó el traslado de 793 vecinos de la zona a lugares seguros.
“La única forma de entrar a la casa es nadando”, relató Ruddys Oyes, residente de este poblado desde hace 25 años. En su hogar, vive con su esposa y tres hijos: una niña de nueve años y dos jóvenes de 17 y 22 años.
Según narró, hacia las 4 a. m., el agua ya había alcanzado las partes más altas de Naranjal. En cuestión de minutos, alrededor de las 5 a. m., los vecinos del pueblo comenzaron a abandonar sus viviendas, mientras apenas se asomaba la luz del sol.
Las fuertes lluvias fueron provocadas por el empuje frío número 3, fenómeno que causó estragos en varias comunidades de la zona norte y el Caribe del país. La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) informó este miércoles de que al menos 1.100 personas han sido evacuadas de sus hogares hacia albergues en Sarapiquí, Siquirres y Pococí.
En Naranjal, fue cuestión de 15 minutos para que el agua alcanzara un metro y medio dentro de las casas, recordó Oyes, quien apagó la cocina, amarró la refrigeradora para que “no se diera vuelta”, y salió de la casa con su familia. Su esposa e hijos fueron evacuados a 25 kilómetros de distancia, mientras que él permaneció en el lugar, esperando que el nivel del agua disminuyera.
“Fue mucho más agresiva de lo que pensamos”, aseguró Oyes. Pese a que, en otras ocasiones, los mismos ríos se han desbordado, admitió que en los últimos 25 años no ha presenciado algo de esta magnitud.
Según explicó, cada vez que su casa se inunda, acostumbra llevar su motocicleta a la vivienda de un vecino, adonde el agua nunca llega. Esta vez, el caudal también alcanzó ese lugar.
Hacia las 7 p. m., él y otros vecinos esperaban en las cercanías de sus hogares el momento oportuno para regresar a sus casas por la noche para proteger sus pertenencias, al menos las que no fueron arrastradas por la corriente.
“Siempre hay gente malintencionada. Entonces, uno se queda merodeando por la casa, para vigilar”, comentó el vecino de Naranjal. Por el momento, no tiene conocimiento sobre los daños que pudo haber sufrido su hogar, pero espera que la situación mejore pronto. “Normalmente, el agua baja y al día siguiente todo el mundo está limpiando su casita. Esperemos que hoy sea lo mismo”, concluyó.