Se acerca la época lluviosa en medio de las erupciones constantes del Volcán Poás, mismas que se potenciaron en las últimas semanas con la liberación de ceniza y un nivel de gas magmático elevado, según alertó el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa rica (Ovsicori).
Este domingo se registró la primera evidencia de caída de ceniza en Agua Zarcas de San Carlos, 4 km sur del centro, así como en Atenas y Palmares.
La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) declaró alerta roja en las comunidades aledañas al volcán en Occidente, naranja para Grecia y Sarchí, así como amarilla para Río Cuarto, Zarcero, Naranjo, Poás y Alajuela.
Guillermo Alvarado, de la Red Sismológica Nacional, conversó con La Nación sobre el comportamiento esperado para los próximos meses, especialmente con la llegada de las lluvias típicas de la segunda mitad del año.
Según el experto, a partir del 7 de marzo se presentó un aumento en la actividad vulcanológica, pero fue a partir del 23 que las erupciones se hicieron continuas, alcanzando hasta 4 kilómetros de altura.
Este fenómeno, explicó, no se observaba desde el 2017, cuando el Parque Nacional permaneció cerrando durante más de un año por la misma razón.
Sobre la llegada de la época lluviosa, Alvarado advirtió que la combinación de escombros volcánicos, como ceniza y fragmentos de roca, con la lluvia, podría generar lahares alrededor del coloso.
“Cuando entren las lluvias sí habría que tener un poco de alerta por la cantidad de ceniza que se ha depositado en el flanco oeste del del volcán; pueden generar corrientes de barro con eventuales efectos en Bajos del Toro”, comentó.
Agregó que la precaución turística en el área mencionada contemplaría, principalmente, las caminatas a los ríos y cascadas.
Por otro lado, la lluvia ácida que actualmente es leve, es otro fenómeno que entra en juego.
De acuerdo con José Pablo Sibaja, director general y científico del Laboratorio de Química de la Atmósfera (LAQAT-UNA), “la mayor afectación es en el Parque Nacional Volcán Poás”.
Hasta el momento, la incidencia es baja, por lo que la acidez en los suelos “se puede dar por precipitación seca (por acción de la gravedad) de aerosoles ácidos o por neblina ácida”.
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Aunque la actividad volcánica mantiene una periodicidad no vista desde hace casi una década, Alvarado indicó que no se espera una erupción de gran magnitud.
Así lo confirmó también el geoquímico Joost Maarten de Moor, del Ovsicori, a este diario el 25 de abril.
“El magma no tiene un camino abierto y ese camino está lleno de rocas, de minerales y de agua. Tiene que quitar todo eso para subir”, mencionó.
Alvarado recordó la importancia de apegarse a las normas de seguridad, pues existe el riesgo de erupciones freáticas (combinación con materiales magmáticos) que podrían lanzar piedras incandescentes como “proyectiles balísticos”, lo que representa un peligro mortal para quienes se encuentren cerca del cráter, sobre todo visitantes no autorizados.
De acuerdo con el Observatorio, el evento eruptivo del lunes 21 alcanzó una magnitud de 4,3, mientras que las erupciones registradas el miércoles y la ocurrida este domingo a la 1:10 p.m. presentaron una magnitud de 4,1.
Aunque inicialmente circularon reportes sobre ganado muerto por efectos de los gases volcánicos, las autoridades del Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) descartaron estas informaciones tras investigaciones en el terreno, pero sí detectaron afectación en el pasto de consumo, por lo que se decidió movilizar a los animales a zonas seguras.