El duelo de doña Flory Inés Hernández Calderón, de 57 años, apenas comienza. Solo han pasado 14 días desde que su yerno mató a su hija Rebeca Castillo Hernández a puñaladas y la atacó brutalmente también a ella. Sin embargo, sus nietos, una niña de 4 años y un bebé de 1 año, se convirtieron en su motor y en su razón para seguir adelante.
La mañana del 4 de octubre su yerno, Christopher Johnson, mató a Rebeca, de 34 años, delante de los niños en el Residencial Villa Bonita, en Cartago; luego tomó una bicicleta y llegó a la casa de su suegra, en Llanos de Santalucía, también en Paraíso, para agredirla con el arma blanca. Posteriormente, se entregó a la Policía.
Desde ese día, doña Flory Inés fue trasladada de urgencia al Hospital Max Peralta, donde estuvo varios días internada, cinco de ellos en condición muy delicada. Ni siquiera pudo ir al funeral de la menor de sus tres hijas. Ahora, que pudo regresar a su casa y reencontrarse con los niños, reconoce que ellos se han convertido en su mayor fortaleza y “en su principal terapia”. “Me encuentro muy bien, gracias a Dios. Me siento mejor. He sido muy fuerte. Siempre he sido muy espiritual, porque sin Dios no se mueve una hoja”, mencionó en una entrevista con La Nación.
Ahora ella y su esposo, Rafael Castillo, son los responsables de la crianza de los chiquitos, a quienes ven “como un regalo de Dios”.
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“Los chiquitos ya los tengo en casa; estaban esperando que me recuperara un poco para dármelos. Me los entregaron el martes y me alivia un poco el dolor pensar en ellos, porque me necesitan. Están muy bien, gracias a Dios, muy adaptados, y soy quien siempre los ha cuidado. Andan como dos pulguillas pegados a mí”, dijo.
En el proceso de adaptarse al cuidado total de los niños, recalca que su nieto menor, por ejemplo, está en etapa de lactancia y ha llorado “por la tetica” de Rebeca.
Doña Flory, de 58 años, prefirió no referirse a la relación de su hija con su esposo, ni a las memorias que tiene de aquel fatídico día. Ella está ahora concentrada en recordar a Rebeca como otro regalo del cielo. “Quienes la conocieron saben que lo que digo es verdad, dijo refiriéndose a la Rebeca, aunque resaltó que las tres siempre han sido incondicionales y la familia siempre ha estado muy unida.
Asimismo, agradeció a las personas que han estado pendientes de ella y quienes la ayudaron cuando ocurrió el ataque.
“No tengo cómo pagar tanta oración porque gracias a eso estoy aquí. Agradezco al hospital Max Peralta, Cruz Roja, todos los vecinos y a todos en general porque fueron demasiados los que nos ayudaron”, concluyó.
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Sin denuncias de violencia
De acuerdo con registros del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), Christopher Johnson y Rebeca Castillo, quien se desempeñaba como orientadora en el Colegio Elías Leiva Quirós, en Tejar de El Guarco, estaban casados desde 2017 y habían procreado a los niños que presenciaron la agresión.
Las causas del crimen siguen en investigación, pues no existían denuncias previas de violencia doméstica en ese hogar y los vecinos tampoco tenían conocimiento de problemas en la pareja.
Shirley, una vecina del matrimonio, fue quien recibió a los niños luego de que Johnson atacara a Rebeca. Ella fue una de las primeras que se mostró sorprendida, pues al sospechoso lo catalogó como “un excelente padre”, que solía compartir tiempo con su esposa e hijos.
La vecina dijo que los fines de semana los aprovechaba para, junto con Rebeca, trabajar en los detalles de la casa que construyeron hace cinco años. “Siempre los andaba paseando. Se pasaba de bueno y con la esposa también. Nunca vi nada fuera de lo normal”, afirmó.
Sin contabilizar este caso, el Observatorio de Violencia de Género contra las Mujeres y Acceso a la Justicia, del Poder Judicial, señala que en el país se registran este año 14 feminicidios.
El feminicidio anterior ocurrió el 27 de agosto pasado, cuando Loida Villalobos Gamboa, de 34 años, fue asesinada a tiros por su esposo, de apellido González, en Tigra de Venado, en San Carlos, Alajuela.
Según información que trascendió en aquel momento, el incidente ocurrió alrededor de las 12:45 p.m., mientras la víctima estaba en su vivienda. González entró a la casa y, al encontrar a su pareja, le comenzó a disparar. Un primo de la víctima y otro hombre, que estaban reparando una refrigeradora, lograron detenerlo y desarmarlo.