Diecinueve reclusas y seis privados de libertad han solicitado permiso para tener derecho a la visita íntima de sus parejas homosexuales.
Sin embargo, ni uno solo de ellos goza aún del beneficio que sí tienen los heterosexuales en las cárceles, debido al atraso en la notificación del fallo completo en el cual la Sala IV dio su visto bueno a estas visitas.
El aval de la Sala Constitucional se dio el 12 de octubre pasado. Trece días después, el travesti David Ávila Ulloa (22 años) –conocido como Sherlyn Tatiana– , pidió por escrito a la trabajadora social de la cárcel San Rafael (Alajuela) autorizar la visita de su novio, un mecánico automotriz cuatro años mayor que él.
Desde entonces, 25 privados de libertad –80% de ellos mujeres– han realizado la misma solicitud de David, según registros del Instituto Nacional de Criminología (INC).
El fallo de los magistrados declaró inconstitucional la frase “que sea de distinto sexo al suyo”, contenida en el artículo 66 del Reglamento Técnico del Sistema Penitenciario . Ese artículo es el primero de todo un capítulo dedicado a la regulación de las visitas íntimas en las cárceles del país.
Para acceder al contacto íntimo, el recluso debe hacer la solicitud e indicar el nombre de la pareja. Un trabajador social le realiza una entrevista, revisa el expediente y, en un plazo máximo de un mes, emite una recomendación al director del centro, quien, finalmente, toma la decisión.
Esta entrevista aún no se realiza a quienes solicitan la visita íntima de sus parejas homosexuales.
Ana Monge, directora del INC, asegura que todavía existen muchos prejuicios, por lo que han tenido que recibir capacitaciones acerca del tema: “ La gente tiene prejuicios como el que existe una gran promiscuidad entre reos.
”En las visitas, nosotros prevenimos el riesgo de violencia. Tenemos que identificar si hay vínculos de irrespeto o violencia doméstica, los cuales no se dan únicamente entre parejas heterosexuales”, comentó Monge.
Monge explicó que varios reclusos heterosexuales están preocupados por tener que compartir los mismos espacios para el contacto íntimo con parejas homosexuales.
Paulina Torres, miembro de Mulabi (grupo en pro de los derechos de las mujeres trans, bisexuales y lesbianas), sostiene que el hombre se reprime más al tener una relación homosexual en prisión que una lesbiana.