En todo negocio, la innovación es vital; de eso depende su vigencia en el mercado. En el narcotráfico, la situación no es diferente y es por ello que los capos colombianos ahora contratan agrónomos para cambiar el color natural de la hoja de cocaína y lograr camuflarla entre otros cultivos.
La información fue confirmada por el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), al tiempo en el que explicó que esta modificación la hacen para que la Policía Nacional de ese país no detecte dichas plantaciones en las fotografías aéreas que toma.
Entonces, al no observar cultivos de cocaína, las autoridades colombianas no fumigan esa área y así los narcos pueden continuar con el ilícito negocio.
Esas “mejoras tecnológicas”, aunadas al incremento del área de siembra, provocan una sobreproducción de esta droga: según el último informe de monitoreo de cocaína de Colombia, realizado en 2017 por la Oficina de las Naciones Unidas para el control de las Drogas y la Prevención del Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), la extensión de cultivos subió de 96.000 hectáreas en el 2015 a 146.000 hectáreas en el 2016; para un aumento de un 52%.
Al tener tanta droga, los colombianos contactan a sus homólogos en países de Centroamérica, pero sobre todo de Estados Unidos, para comenzar a subir la droga y así obtener mayores ganancias.
¿Pero cómo esto nos afecta? De muchas maneras, asegura la Policía Judicial. La más importante es que, como Costa Rica funciona de puente entre esos países, las bandas ticas reciben coca a cambio del servicio de almacenaje y traslado de la droga y eso provoca una saturación en nuestro mercado.
Prueba de ello es el crecimiento en los decomisos en nuestro país, que pasaron de 11.265 kilos de cocaína en el 2010, 27.546 kilos en el 2018, para una variación del 144%.
Y, como esto es un negocio, al tener más oferta, los precios bajan considerablemente, haciendo que este estupefaciente sea más accesible para la población local.
Según la UNODC, para el año 2016 en Colombia se reportó una reducción en los precios en todos los productos derivados de la cocaína, por ejemplo, la venta de hoja de cocaína por kilo pasó de $1,09 en el 2015 a $0,95 en el 2016.
En Costa Rica, el precio estimado del gramo de cocaína al detalle, por su parte, era de ¢8.000 a ¢9.000 en el 2012; pero, para el año pasado, el costo bajó a ¢6.000.
Problemas en fumigación
Además del camuflaje que buscan en la hoja de la cocaína, las autoridades colombianas tienen un problema más para combatir el aumento en la siembra de cocaína.
Según explicó Michael Soto, ministro de Seguridad, el Gobierno de Colombia prohibió la fumigación aérea, dado que esto traía consecuencias de salud para los campesinos, a la vez que dañaba otro tipo de cultivos, como frutas y verduras.
Se decidió que se iba a hacer manual, pese a que esto podía impactar de forma negativa el control de las autoridades sobre estos plantíos.
“Hay un contigente de hombres fumigando a mano, pero también muchos muertos, porque los están atacando a balazos, ponen minas en sembradíos y por eso, mueren policías y fumigadores”, indicó Soto.
Óscar Atehortúa, director general de la Policía de Colombia, detalló en un video facilitado por Seguridad Pública que, a finales del 2018, tenían 25 grupos móviles de erradicación; no obstante, esa cifra aumentó a 100 grupos. Han eliminado 43.000 hectáreas.
“Este año entramos con canes, aparatos electrónicos para detectar minas y en un solo evento nos sembraron tres minas, por lo que un policía y un erradicador murieron, dos policías perdieron piernas y siete resultaron heridos”.
Agregó: “En este momento la Corte Constitucional de Colombia delegó en el Consejo Nacional de Estupefacientes la decisión de eliminar plantíos de manera aérea, pero se deben ver condiciones técnicas para mejores resultados, esperamos en seis meses retomar la actividad aérea”.
Colaboró la periodista Eillyn Jiménez B.