Casi dos toneladas de cocaína, valoradas en $12,5 millones (¢8.360 millones al tipo de cambio actual), estuvieron a punto de ingresar a Costa Rica el 18 de octubre del 2021, en un semisumergible tripulado por dos hombres colombianos y un ecuatoriano. La embarcación fue interceptada por oficiales del Servicio Nacional de Guardacostas a 20 millas náuticas de Golfito, Puntarenas, en aguas del Pacífico sur.
Operativos como este, realizado con ayuda de las autoridades colombianas, son las acciones para las que se deben preparar los cuerpos policiales costarricenses en su esfuerzo por desmantelar los tentáculos en el país de las crecientes organizaciones criminales transnacionales.
La presencia de este tipo de grupos, que cuentan con un alto nivel de sofisticación organizacional y tecnológica, ha generado preocupaciones en el gobierno de los Estados Unidos, según un reporte anual del Departamento de Estado de ese país sobre la situación del narcotráfico alrededor del mundo.
“El Gobierno costarricense, como política gubernamental, no alienta ni facilita la producción o distribución de drogas ilícitas, ni está involucrado en el lavado de dinero. Sin embargo, la creciente presencia de organizaciones criminales transnacionales es una preocupación constante”, señala el informe llamado Reporte Estratégico de Control Internacional de Narcóticos, enviado a inicios de marzo al Congreso estadounidense y que también incluye un apartado enfocado en lavado de dinero.
Esta preocupación también la comparte el ahora exministro de Seguridad Pública, Michael Soto, quien declaró a La Nación que a lo largo de sus 30 años de carrera (ejerció en el Organismo de Investigación Judicial antes de pasar a Seguridad) ha podido observar con detalle el ingreso de grupos internacionales al país, pero afirmó que la capacidad policial para combatirlos también ha aumentado.
“Le puedo decir que a finales de los años 90 empezamos a ver, de acuerdo al contexto histórico de los otros países, presencia de estructuras criminales. Recuerdo cuando estaba el apogeo de las estructuras criminales de Colombia, el cartel del Valle, lo que quedaba de Medellín, el de Urabá, que después se hizo muy fuerte”, contó el jerarca.
Soto recordó que a inicios del siglo XXI, principalmente entre 2005 y 2010, se empezó a notar la presencia de carteles mexicanos en el país, lo que demuestra que la presencia de estructuras criminales en el país no es un fenómeno nuevo.
“¿Qué es lo que ha ocurrido ahora? Y es un poco cuando yo trato de explicar por qué decomisamos tanta droga, los servicios policiales costarricenses cada vez se vuelven más eficientes. Por las aguas centroamericanas han pasado a lo largo de los años toneladas de toneladas de droga, pero las policías de los países no eran efectivas porque no tenían embarcaciones, no teníamos aviones, los policías no estaban tan capacitadas”, reconoció Soto.
“¿Usted cree que en los años 90 Pablo Emilio Escobar Gaviria no pasó toneladas de toneladas de toneladas de cocaína por estas aguas de Centroamérica y que nadie lo detectó? ¿Y por qué ahora sí se detecta?”, añadió.
El exministro explicó que en los últimos años el país ha avanzado para obtener policías expertos en operaciones marítimas, lanchas rápidas, aviones radares, coordinación con otros países, entre otros avances que antes no existían y ahora han permitido contrarrestar a las complejas y extensas organizaciones criminales transnacionales.
“Nosotros antes hacíamos 10 allanamientos y era una locura. Ahora los allanamientos no bajan de 40, 50, ¿y eso qué es? Que el profesionalismo de todos aumentó”, indicó.
Narcotráfico en pandemia
El informe también hizo hincapié en que el tráfico de drogas en Costa Rica aumentó durante la pandemia de covid-19, iniciada en el 2020, incremento que Soto le atribuyó a la atención especial que los cuerpos policiales debieron darle a los operativos sanitarios, como las burbujas de traileros y la protección fronteriza. Este último, afirmó Soto, fue el que más recursos requirió.
Desde Fuerza Pública hasta Servicio Nacional de Guardacostas fueron requeridos para patrullajes constantes en las fronteras para evitar un ingreso descontrolado de personas y un aumento de casos de covid-19 en el país.
“Sin embargo, el 2020 es el año que más drogas se han decomisado en Costa Rica. Fueron 71.228 kilos en el año 2020, con pandemia, con burbujas sanitarias, con de todo, Costa Rica hizo su papel como nunca lo ha hecho en la historia”, remarcó el ministro.
Asimismo, el reporte toca un punto primordial en la lucha contra el narcotráfico en el país: el trasiego de droga a través de contenedores por los puertos. Actualmente, en Costa Rica solo hay un escáner, de la empresa APM Terminals en Puerto Limón, para detectar cargamentos de droga en contenedores, los cuales muchas veces tienen a Europa como destino final.
Según el documento, entre enero y el 21 de diciembre del 2021, en el país se decomisaron 13 toneladas de narcóticos en contenedores, con la asistencia del sistema de escáner.
Sin embargo, Soto reconoció que hacen falta más escáneres para reforzar este tipo de vigilancia, el cual es acompañado con perfilamientos policiales para identificar cuáles contenedores están más expuestos a ser cargados con droga.
“Ese escáner no da la posibilidad con todos los contenedores que salen de Costa Rica por ese puerto; aproximadamente salen entre 20.000 y 25.000 contenedores por Limón, por mes, el escáner no tiene esa capacidad”, señaló Soto.
El exjerarca explicó que por falta de recursos económicos no se pueden traer más escáneres al país, pero lo ideal sería instalar al menos tres en Limón, uno en Caldera de Puntarenas, y otros en las fronteras terrestres, en Tablillas y Peñas Blancas (frontera norte), así como Paso Canoas y Sixaola (frontera sur).