Hallar el pasado viernes a un menor de 14 años, quien fue denunciado como desaparecido, dentro de una vivienda en donde venden droga en Infiernillo de Santa Rita de Alajuela, alarmó a las autoridades.
Lo anterior, porque el adolescente, pese a tener más de un mes de haber salido de su casa en el INVU Las Cañas de Alajuela, estaba bien de salud y no mostró ninguna preocupación, dijeron las autoridades, pues en el lugar donde pernoctaba, aunque era humilde, tenía muchas comodidades, incluida una zona para juegos.
Este hecho, del cual la Fiscalía Adjunta de Alajuela ordenó una investigación, fue señalado como una forma en la cual tres clanes narco pretenden ganar adeptos para su negocio. La presunción policial es que les ofrecen drogas y, luego, los usan para cometer hechos violentos.
Precisamente, en los últimos dos meses el Infiernillo ha sido escenario de duros enfrentamientos a bala. Luego de uno de ellos, la Policía recogió más de 600 indicios balísticos, que fueron disparados en 30 minutos.
Conflicto. Para el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), la Fuerza Pública y la Fiscalía Adjunta de Alajuela, la hipótesis es que todo surge pues dos clanes, (los Zamora reconocidos por su poder económico y los Gabinos, una pandilla de gente joven y violenta) unieron fuerzas para sacar a un rival: los Maracuyá.
La guerra se desarrolla en Infiernillo, que abarca tres alamedas y un precario, asentados en una hectárea de tierra, pero cuyos actos repercuten en otras barriadas víctimas de la pobreza. Esto sucede en Santa Rita, en San José, de Alajuela.
Esa zona que se desarrolló en los últimos 35 años, ha sido señalada como un “gran centro” de distribución de drogas para abastecer otros lugares. Así quedó demostrado en mayo del 2003, durante un juicio en el cual se condenó a 13 personas. En aquel momento, la Policía informó de que había desmantelado el minicartel del Infiernillo.
Los jueces, al dictar sentencia, informaron de que el grupo tenía gran poder económico y movilizó en cuestión de meses unos ¢80 millones en cuentas bancarias del país y otros ¢14 millones en un banco de Gran Caimán.
El líder de esa organización, Martín Roberto (Beto) Zamora Pacheco, fue asesinado el 9 de mayo 2010, luego de purgar la pena por narcotráfico.
Ese homicidio abrió la puerta para que personas, quienes en algún momento fueron sus aliados, formaran nuevas organizaciones y apoderarse del mercado.
Tierra fértil. Pese a que de forma reiterada la Policía hace capturas de sospechosos, como la del viernes anterior, que intentan socavar la venta de crack , cocaína y marihuana, y terminar con las amenazas y balaceras, la situación no cambió en el pasado.
Francisco Segura, director del OIJ, dijo que la situación “es preocupante” y la atribuyó a “la facilidad que se está dando para que los menores entren a las bandas criminales y a las facilidades que les da la ley (...). Las bandas delincuenciales los están usando porque son más manipulables”.
En su criterio, esos delincuentes se mantienen, porque para evitar que la gente decente los denuncie, “los amenazan personalmente o van y le disparan a la casa. Los tienen amedrentados”.
Para Edwin Retana, fiscal de Alajuela, el caso del Infiernillo se debe analizar muy bien.
“Hay menores que se están involucrando con armas de fuego (...); esto es un mal síntoma. Nuestra función es tratar de minimizar esas acciones delictivas”, comentó Retana.
La vicealcaldesa de Alajuela, Dinorah Barquero, expresó que es necesario hacer un corte ahora y, si se quiere construir y sacar adelante esa comunidad, hay que darle una mejor atención, que involucre a todas las entidades del Estado, no solo la Municipalidad y la Policía.