El cantón Central de Limón vive en una guerra constante entre tres grupos criminales dedicados al narcotráfico y el sicariato y que están plenamente identificados por el Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
En apenas 18 días de enero, la provincia sumó 14 asesinatos: nueve de ellos en el cantón Central y muchos de estos últimos, según las pesquisas, asociados a las disputas de estas bandas para el control del territorio. Se suma al escenario, un “escuadrón de la muerte” que opera en la zona con tácticas militares y que elevó las alarmas de la Policía Judicial.
Todo este panorama implicó la movilización de los 50 mejores agentes del Departamento de Investigación contra el Crimen Organizado del OIJ. Y la respuesta del narco no se hizo esperar: dos de los cabecillas de estas bandas escaparon del país, para evadir las acciones policiales y el encarnizamiento en la zona.
“No están en Costa Rica; por el mismo recrudecimiento, uno está en Europa y otro está en Nicaragua” afirmó Randall Zúñiga, director del OIJ, en entrevista con La Nación.
El jerarca mencionó que existe un tercer cabecilla que continúa en el país, lo que lo convierte en uno de los objetivos principales de la Policía Judicial en este momento. “Todavía el que queremos está acá, está en investigación ahorita, lo tenemos en el radar”, aseveró.
En lo que respecta a los sujetos que se fueron de Costa Rica, Zúñiga explica que podría ser un mecanismo de “enfriamiento”, es decir bajar el perfil para evitar que los capture la Policía o los acaben las bandas rivales, como se presume que ocurrió con cuatro sujetos que asesinaron en Purral y que eran originarios del Caribe.
Sin entrar en detalles por motivos de investigación, Zúñiga explicó que de los tres grupos armados que operan en el cantón Central de Limón, dos se unieron y conformaron un brazo armado que combate a la organización restante. El OIJ no descarta que estos sujetos sean los integrantes del “escuadrón de la muerte”, que causó conmoción en la provincia a principios de mes.
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El pasado 2 de enero, Zúñiga, sin proporcionar detalles específicos, hizo referencia a una organización en el Atlántico costarricense que estaba dejando un rastro de muerte más devastador que la organización liderada por Alejandro Arias Monge, alias “Diablo”, quien es uno de los hombres más buscados por todas las policías en Costa Rica.
“En el contexto que lo dije el 2 de enero el Diablo se había debilitado mucho, nosotros sistemáticamente golpeamos al Diablo, al punto de detenerle la organización completa, cosa que nunca nadie se imaginó que era posible o era factible. Ya veníamos trabajando sobre el tema”, mencionó el director de la Policía Judicial.
Los movimientos de la guerra narco
La Nación confirmó mediante fuentes policiales, que los actores en esta guerra por la disputa territorial incluyen a la banda de Los Hondureños o Los H. Se suma otra agrupación comandada por dos individuos conocidos con los alias de Shock y Yeraldo y un tercer grupo que responde al alias de Tony, quien se dedica a reclutar sicarios que trabajan por encargo.
La hipótesis es que el segundo grupo reclutó a sicarios de la tercera organización juntos conformaron ese “escuadrón” que el OIJ identificó. Al parecer, agregan las fuentes policiales, la alianza pretende desterrar a Los H.
El escuadrón de la muerte ejecutó dos ataques importantes el 2 y el 6 de enero en viviendas que estarían asociadas con cabecillas de la banda Los Hondureños. Para ello compraron vehículos que asemejaban a los que utiliza el OIJ y ejecutaron tácticas policiales para ingresar a las viviendas. Una vez adentro, los hombres accionaron sus fusiles y rafaguearon en todas las direcciones.
En el primer atentado, falleció uno de los hombres que cuidaban a un cabecilla del grupo de Los Hondureños.
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En un video que, según Zúñiga, no trascendió en medios de comunicación, al menos 25 personas del brazo armado llegaron a una vivienda en cinco vehículos con al menos 16 fusiles tipo AK-47.
Zúñiga informó a este medio de que los cinco vehículos son de alta gama, que fueron comprados por la organización y posterior a los atentados los quemaron cerca de playa Moín.
Simultáneamente, fuentes policiales indicaron a este medio que Los Hondureños realizan un reclutamiento activo de gatilleros provenientes de Honduras y Nicaragua, para fortalecer sus filas en respuesta al conflicto armado.
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En octubre del año, anterior Michael Soto, subdirector interino de ese cuerpo policial, explicó que, aunque se detuvo al líder de Los H, con el tiempo se identificó a un número significativo de personas de esa nacionalidad que siguen influyendo en la criminalidad de la provincia caribeña, vinculados a narcotráfico, homicidios y lavado de dinero.
Principalmente operan en Limón, pero algunos de sus miembros también se encuentran en el Valle Central. En el mismo mes de octubre, dos hombres, uno de nacionalidad nicaragüense y otro de nacionalidad hondureña, quedaron detenidos cuando supuestamente seguían a tres hombres de la banda de Shock en las cercanías del Parque Metropolitano La Sabana.
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Prácticas de carteles mexicanos
Para Gustavo Mata, exministro de Seguridad Pública y exjefe del OIJ, las estrategias de alianzas que hicieron estas estructuras criminales para enfrentar a Los Hondureños, son prácticas comunes en los carteles de México y la motivación sería para mantener el control de la cocaína que ingresa y la que se reexporta desde el Caribe.
“Es normal ver esa unión de grupos, traigo a colación los carteles mexicanos. En algún momento el Chapo (Joaquín Guzmán) logró unir a varios sujetos que tenían territorios distribuidos en todo México con el fin de mejorar el mercado, o sea la exportación de cocaína y gobernar el precio, lo mismo está sucediendo en Limón con estos grupos armados”, mencionó Mata.
Durante los últimos 12 días, solamente se reportó un homicidio en Limón. Esto, luego de que el OIJ, en asociación con la Fuerza Pública, desplegara operativos en el centro de esa provincia. Esa contención le cuesta a la Policía Judicial ¢80 millones al mes, un monto insostenible en el tiempo debido al presupuesto que tiene esa institución, alegó Zúñiga.
“El asunto es muy complicado y yo lo dudo mucho que se cause un efecto a mediano plazo, si no hay una inversión importante en el tema de seguridad, en tecnología y para contratar más gente como las que está haciendo, pero a un alto nivel y así ir dando con los cabecillas de estos grupos”, alegó Mata.