Las personas que se dedican al narcomenudeo (tráfico de drogas a pequeña escala) se acercan a los alrededores de escuelas y colegios para regalarle marihuana, cocaína o crack a niños, adolescentes y jóvenes, con el fin de inducirlos al consumo y reclutarlos como nuevos clientes.
Así lo indicó este lunes el fiscal Fernando Arguedas Rojas en el programa radiofónico Frecuencia MP, al destacar que aunque no sea algo nuevo, es cada vez más común. Comentó que esta es una de las principales formas de involucrar a los menores de edad en un consumo problemático y sacar ganancia económica.
“Es muy frecuente que eso ocurra, incluso hemos encontrado que se han hasta regalado u obsequiado dosis con tal de que la persona joven consuma y que el narcotraficante trate que esa persona adquiera algún gusto por esa droga, aprovechándose de su condición de vulnerabilidad, y de una vez reclutarla como cliente y empezar a partir de ahí a venderle”, detalló el fiscal.
Arguedas dijo que los delincuentes se aprovechan de que las drogas que se mueven al narcomenudeo son altamente adictivas y relativamente baratas, lo que hace que sea sencillo enganchar a los jóvenes. Subrayó que el fenómeno ocurre en todo el país, pero más que todo en zonas muy pobladas.
Un informe del Departamento de Análisis Estadístico del Ministerio de Educación Pública (MEP) determinó que las escuelas y colegios detectan hasta 7.000 estudiantes consumidores de drogas cada año, en sustancias que van desde alcohol y tabaco, hasta marihuana, crack, cocaína e incluso alucinógenos y anfetaminas.
Para el periodo 2014-2019, las bebidas alcohólicas y la marihuana fueron las drogas no medicadas con más consumidores. Aunque para que esto ocurra debe haber personas que le vendan a menores, la Fiscalía Penal Juvenil indicó que estos hechos prácticamente no se denuncian, lo cual impide dar con los traficantes que incentivan la adicción en niños y adolescentes.
Tipo de tráfico
En el programa radiofónico de este lunes, el fiscal Fernando Arguedas Rojas explicó que el narcomenudeo es el expendio, venta o transacción de cantidades pequeñas de drogas a cambio de dinero en efectivo o de bienes u objetos.
Agregó que es altamente lucrativo, genera muchas ganancias y detalló que las personas que se dedican a esto inician una disputa por los lugares donde se venden drogas y por la clientela, pero también por un ejercicio de poder.
“Estas situaciones generan fricciones a lo interno de las organizaciones criminales y de algunas otras que pretenden apoderarse de un lugar o sector de clientela, lo que genera violencia en diferentes manifestaciones, por ejemplo en amenazas a alguien para que deje de vender drogas en un lugar y le permita a otro hacerlo, o bien para obligar a una persona para que trabaje para una organización.
“Incluso las amenazas pueden llegar a agresión física o extorsiones, también hasta el homicidio entre miembros de la organización, otras personas ligadas o hasta de inocentes que pueden estar en medio de una situación de estas”, describió.
Arguedas contó que las principales drogas que se comercializan con esta modalidad son las que el Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD) califica como de mayor consumo: la marihuana, la cocaína y el crack, y en menor cantidad el éxtasis y las metanfetaminas. Normalmente se venden en pocas dosis, como máximo tres.
Las formas más comunes de venta son tres:
1. En casas de habitación: donde una persona aprovecha que vive en un sitio específico para utilizar su residencia como lugar de expendio de drogas; para almacenarlas e incluso prepararlas y dosificarlas.
2. Modalidad exprés: que es cuando alguien utiliza un vehículo como moto o carro para distribuirlas a domicilio según el pedido que hagan los clientes.
3. Búnkeres: lugares ya dedicados al expendio y consumo de drogas. Son estructuras construidas de manera ilegal y precaria, donde hay alguien o varias personas que incluso se rotan en la venta de drogas, la cual puede darse durante todo el día.
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