La amenaza del fentanilo ya está en Costa Rica. En los últimos dos años, las autoridades confirmaron siete decomisos de este opioide sintético que es 50 veces más potente que la heroína y que en el último año mató a 110.000 estadounidenses.
Según el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), hubo cuatro decomisos en el 2022 y otros tres este año; las autoridades se incautaron del equivalente a 1.000 pastillas. Empero, como las causas están apenas en curso, Randall Zúñiga, director de ese cuerpo policial, prefirió no revelar si se trata de fentanilo traído desde el exterior o una mezcla producida en laboratorios ticos.
Tampoco brindó detalles de cómo se comercializa, cuánto cuesta, o si hay personas procesadas por el tráfico de esta droga, que es más barata que la cocaína y muchísimo más fácil de movilizar.
Sus amenazas son múltiples. A diferencia de la cocaína o la heroína, que exigen grandes plantaciones de coca y amapola, la producción de miles de pastillas requiere muy poca materia prima.
Según un reportaje de la agencia Reuters que explicó el negocio del fentanilo en México, con solo invertir $800 (unos ¢424.000) en un kilo de productos químicos de China, los narcotraficantes “prensaron” alrededor de 415.000 pastillas de fentanilo. En las calles de Estados Unidos, cada pastilla puede venderse por $3 (¢1.600).
Además, dado que con poco dinero se produce tanto, los narcotraficantes ya no tienen que camuflar toneladas de drogas, sino apenas unos cuantos kilos de precursores (químicos esenciales). Desde el 2016, el diario The New York Times considera que el fentanilo es la droga favorita de los carteles mexicanos por sus grandes márgenes de ganancia.
Existen dos tipos de este estupefaciente: el fentanilo farmacéutico y el que se fabrica ilícitamente, ambos considerados opioides sintéticos. En el caso del fentanilo farmacéutico, es recetado por médicos para tratar el dolor intenso, especialmente después de una operación o en las etapas avanzadas del cáncer.
En Estados Unidos, los casos más recientes de sobredosis relacionadas con esta droga están vinculados con el fentanilo ilegal, que se produce mediante la mezcla con precursores y otros compuestos químicos como la cocaína, la metadona, la heroína y las anfetaminas.
Llegó al país
Costa Rica ya está involucrada en esa danza de tráfico ilegal y en el riesgo para la salud pública.
Para ayudar a comprender mejor la situación en el país, La Nación entrevistó a especialistas costarricenses que trabajan en instituciones públicas y que, desde sus competencias, siguen de cerca esta problemática.
Heldren Solórzano, directora adjunta del Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD), explicó que el fentanilo tiene un uso legal en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), pero debe ser suministrado únicamente por especialistas en centros hospitalarios.
La funcionaria también detalló cómo las organizaciones extraen el fentanilo para su uso ilícito.
“Del látex de la amapola se extrae la molécula que conocemos como heroína, pero el crimen organizado ha descubierto que, para comercializar la heroína, deben transportar toneladas. En cambio, con un proceso de síntesis de la molécula de heroína, se puede extraer fentanilo, del cual se requieren cantidades muy pequeñas, ya que el fentanilo es hasta 50 veces más potente que la heroína”, explicó.
Solórzano agregó que esta droga, en comparación con otras, provoca mayor efecto y adicción en quienes la consumen.
De la felicidad extrema a la muerte
Hay un efecto en el cuerpo de los consumidores que hace al fentanilo altamente adictivo. En los primeros 10 segundos, el usuario experimenta un estado de excitación o felicidad extrema, pero luego comienza un proceso de adormecimiento o sedación.
“Hace que la respiración se vuelva más lenta, que haya pérdida de conocimiento y, en casos de consumo mayor, puede causar un coma o la muerte”, detalló Solórzano.
Los carteles que fabrican el estupefaciente realizan experimentos y mezclan el opioide con otras drogas que afectan el sistema nervioso, ya que el fentanilo por sí solo produce un efecto de adormecimiento.
“Lo cierto es que necesitan que la persona se recupere lo más pronto posible para que siga consumiendo y compre más droga, por lo que mezclan fentanilo con cocaína, por ejemplo. El riesgo está en que esas mezclas no generan los mismos resultados en todos los consumidores; es decir, no todos superan los 10 segundos en estado de alerta porque sus cuerpos no lo soportan, y algunos quedan en estado de coma”, mencionó.
Favorita de los narcos
El opioide tiene algunas características que lo convierten en uno de los favoritos de los narcotraficantes.
Randall Zúñiga, director del OIJ, dijo en una entrevista con La Nación que la droga es más fácil de transportar al estar en forma de pastillas, lo que coincide con lo mencionado por la directora adjunta del ICD.
“No requieren los procesos logísticos de enviarla en contenedores por mar o aire, en ‘narcosubmarinos’ y toda la evolución en el transporte de drogas de los últimos 30 o 40 años. Con menos de un kilo, incluso ya en el mercado de consumo, solo necesitan otras sustancias complementarias para cortar o mezclar las moléculas de fentanilo y crear una gran cantidad de droga”, subrayó Solórzano.
Además de la logística, su producción es sencilla para los carteles. “Ya no requieren laboratorios especializados, ni personal altamente capacitado o profesional. Se necesitan conocimientos básicos. En lenguaje coloquial, si te enseñan a hacerlo, cualquiera puede producirlo”, añadió la especialista del ICD.
Ella también enfatizó en la importancia de fiscalizar y controlar las sustancias químicas utilizadas como precursores.
“Hemos hecho un esfuerzo importante en el control y fiscalización de las sustancias químicas precursoras relacionadas con el comercio y la elaboración del fentanilo, para reducir la oportunidad de que lleguen al mercado ilícito”, dijo.
Por su parte, Mauren Acuña, doctora en psicología del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), explica que el aumento del consumo de esta droga en Costa Rica podría generar diversas consecuencias en los aspectos económico, social y de salud.
“Esto será más intenso de lo que hemos experimentado con otras sustancias. Es difícil predecir con exactitud lo que enfrentaremos”, indicó la psicóloga.
“Los problemas causados por el consumo de opioides en general son bastante severos y preocupantes. Siempre estaremos en la necesidad de prevenir la aparición de estas situaciones”, señaló.
En otros países, como Estados Unidos, hay evidencia de que los consumidores terminan la ingesta tendidos en las vías públicas, sin vida, o en estado de coma.
“Aunque en Costa Rica no estamos en esa situación, y aunque hay personas que consumen fentanilo de manera recetada y segura, su potencia es muy alta. Los efectos que se perciben cuando una persona se desintoxica de esta sustancia son intensos; por lo tanto, requerirán una vigilancia cercana”, detalló Acuña.
La recuperación de estas personas también podría plantear un desafío económico para el país. Según la doctora, Costa Rica deberá invertir en más especialistas y grupos interdisciplinarios que ayuden a los consumidores de fentanilo.
“Quiero aclarar que cualquiera puede desarrollar una adicción y, si desean recibir ayuda, solo tienen que acercarse para recibir orientación y apoyo”, recalcó.
El riesgo no es solo para quien la consume, sino también para quien la produce, la manipula o incluso la decomisa, si no sigue protocolos de seguridad.
“Si la pastilla está mal formulada químicamente, puede causar la muerte de una persona solo con tocarla; incluso, puede caer muerta inmediatamente”, advirtió Randall Zúñiga, jefe de la Policía Judicial.
En Estados Unidos, afirmó, hay evidencia de que, durante un decomiso de esta droga, un policía cayó inconsciente con solo tocarla. Esto ha llevado a que los agentes se preparen para el momento de interceptar cargamentos de fentanilo.
“Se requiere un protocolo especial. Es necesario usar guantes especiales y un equipo específico para su manejo”, explicó.
Las autoridades policiales reconocen que la expansión de la droga en el país es un problema grave que debe atenderse con seriedad y, por ello, será uno de los temas que abordará el OIJ en el Reporte de situación 2023, indicó Zúñiga.