Grupos del narcotráfico, afincados históricamente en Limón, empezaron a migrar al Pacífico en los últimos dos años, no solo para expandir sus mercados, sino también para huir de los controles policiales en aguas del Atlántico.
Una fuente policial, ligada a las investigaciones de estos ilícitos, confirmó que la presencia de fragatas de las policías de Colombia, Panamá, Estados Unidos, Países Bajos y Reino Unido han ahuyentado a los narcos que traían droga desde Colombia por el Atlántico y el Mar Caribe, y ahora están aventurándose por la costa Pacífica.
Según explicó, autoridades de Países Bajos, por ejemplo, están colaborando en el combate al narco desde el Caribe, para impedir que toneladas de clorhidrato de cocaína lleguen a Amberes. La ventaja que tienen es que se aprovechan de su injerencia en este asunto, gracias a sus territorios insulares como Curazao, Bonaire y Saint Martin.
En este trabajo se suma Guardacostas de Costa Rica, aunque su capacidad se ve muy reducida por las pocas unidades disponibles, por eso depende del apoyo de los aviones radar del gobierno estadounidense.
Al otro lado, siendo el Pacífico un océano aún más grande, se disparan las posibilidades de pasar desapercibidos con grandes alijos de cocaína y marihuana camuflados en semisumergibles y en barcos pesqueros. La estrategia, explica la fuente policial, es salir de puertos en Puntarenas con una embarcación pesquera hacia aguas internacionales, con la premisa de que van a trabajar. Sin embargo, luego suben desde Colombia con la droga en la parte baja del navío, recubierta con algo de pesca.
Agregó que muchas veces, cuando decomisan los cargamentos, se detecta una proporción mayor de marihuana que de cocaína, que sirve para el consumo local por sus altos niveles de delta-9-tetrahidrocannabinol o THC, que es el componente psicoactivo de la marihuana.
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Esa proporción es fácilmente comprobable al analizar las estadísticas de decomisos del Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD) de los últimos dos años. En el 2022 en la costa Pacífica se decomisaron 8,4 toneladas de cocaína y 17,5 toneladas de marihuana. Un año después, las cifras fueron de 4,6 toneladas de coca y casi 15 toneladas de marihuana.
En cambio, la proporción es inversa en el Caribe. En el 2022 se decomisaron 13 toneladas de coca y apenas 525 kilos de marihuana y en el 2023 fueron 7,6 toneladas de cocaína y casi 4,5 toneladas de marihuana.
La merma en los decomisos en ambas costas puede estar asociada a una caída en las operaciones de la Policía Control de Drogas, pues según denunció en julio pasado su director, Stephen Madden, hay problemas logísticos con el Servicio de Vigilancia Aérea (SVA), pues no tienen aviones para hacer sobrevuelos.
¿En cuál costa cae más droga en Costa Rica?
Los decomisos han disminuido en el último año
FUENTE: Instituto Costarricense sobre Drogas || Infografía / LA NACIÓN.
¿Quién pone los muertos?
El otro problema de esta migración es que la criminalidad en Puntarenas se disparó pues muchos de los narcos del Caribe subcontratan personal en la Perla del Pacífico, pero los negocios no se pagan con dinero, sino con cocaína. Esto se tradujo en pequeños grupos de expendedores que literalmente se están matando por el mercado local.
Puntarenas comenzó en 2018 una escalada de homicidios que en el 2021 la llevó a superar por primera vez el centenar de víctimas anuales, con 105 casos; el año pasado alcanzó 150 casos y cerró con la segunda tasa más alta del país, que fue de 29,1. La amenaza de seguir en ascenso persiste, pues acumuló 102 asesinatos hasta el 12 de agosto anterior.
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La voz policial explicó que se conocen, por lo menos, dos grandes grupos de Limón operando en el Pacífico. Uno de ellos ha sido investigado durante muchos años, pero no han podido capturar al cabecilla por la enorme red de operadores que diluyen su protagonismo y el otro es sobreviviente reciente de varios atentados.
La estrategia es migrar con sus propios capitanes de barco, que tienen experiencia en estos menesteres; no obstante, en Puntarenas se contrata a otras personas para el trasiego hasta el Caribe, bodegaje, distribución y ventas y es ahí donde está proliferando la violencia y los asesinatos.
Además, las autoridades analizan la incursión de estos grupos en las islas del golfo de Nicoya, desde donde pueden operar sus embarcaciones con más libertad, dada la poca presencia policial.
Randall Zúñiga, director del Organismo de Investigación Judicial confirmó que hace dos años, aproximadamente, empezaron a ver esta influencia de cabecillas de Limón centro operando en el cantón central de Puntarenas y en las islas. Agregó que también hay una migración hacia Osa y Puerto Jiménez.
“Aquí también hay un tema muy importante, cuando tenemos un caso o lugares donde no existe una contención muy clara del Estado costarricense, pues eso permite de alguna forma que grupos criminales aprovechen esa ausencia y se puedan apropiar de las vías de comunicación y las vías de transporte, y estoy hablando directamente de Puerto Jiménez, ahí hay una falencia bastante importante, no tenemos una presencia directa del OIJ ahí y muchas de las embarcaciones que están llegando, lo están haciendo en los alrededores de esta península de Osa”, advirtió el jerarca.