Un opulento grupo narco intentó penetrar altas esferas judiciales en busca de impunidad, con el objetivo de mantener sus operaciones ilícitas sin problema.
Así se desprende de la amplia investigación realizada desde el 2018 contra la banda, la cual presuntamente era liderada por un sujeto de apellidos James Wilson, alias Turesky.
El primer paso de la agrupación, que exportaba droga a Europa, fue reclutar a un agente de apellidos Bejarano Benavides, de la Sección de Inspecciones Oculares y Recolección de Indicios (Siori) de la Policía Judicial.
Mediante este hombre, quien describe como su amigo al sublíder de la organización, apellidado Cartín Ceba, se realizaron los principales movimientos.
Como parte de su estrategia, Bejarano se alió con otros tres compañeros, Solís Sánchez, Praslin Aguilar y Molina Fonseca. A todos les encomendaron a lo largo del tiempo diferentes tareas.
“La organización criminal, con el fin de blindar su actuar delictivo, ha logrado penetrar en instituciones públicas. En el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) reclutaron investigadores, tal cual es el caso de Bejarano Benavides quien tiene experiencia en trabajos de vigilancia y seguimiento, así como en labores de investigación por su paso por la Sección de Homicidios”, precisa una recopilación documental.
Asimismo, se estableció que el 18 de setiembre del 2019, un agente judicial de la Delegación Regional de Limón, Fernández Gamboa, reconoció haber sido contactado por Bejarano, a quien conoció del curso básico policial.
Describió que su colega le dijo que requería una información, pero “que necesitaba que nadie se enterara porque se trataba de un asunto delicado de investigación”.
Casi de seguido, Bejarano le “indicó que no lo tenía que vender, que era algo ilegal por lo que comenzó a sospechar”. Entre las consultas hechas estuvo la existencia de investigaciones contra sus jefes, James Wilson y Cartín Ceba.
A partir de eso hubo una seguidilla de llamadas y mensajes, pero como Fernández no contestaba, Bejarano desistió y buscó otros enlaces.
Entre estos estuvo hablar con un exagente judicial y actual juez penal meritorio (quien da sus primeros pasos) de apellidos Acosta Arquin. Con este existen registros de comunicaciones que revelan que se tocó el tema de contenedores, pero no se logró conocer la totalidad de las conversaciones.
Posteriormente, Bejarano contactó a un agente apellidado Navarro Sánchez para pedirle el número de teléfono de una amistad que tuvieron en común años atrás. Se trataba de una mujer, Prado Garro, quien para aquel momento laboraba como fiscala en Limón. Empero, su búsqueda no tuvo éxito y tuvo que seguir buscando alternativas.
De manera paralela, en mayo del 2020, se reafirmó el interés en obtener información sobre diligencias policiales en APM Terminals, en Moín, Limón. Esto tomando en cuenta que era mediante contenedores que el grupo enviaba cocaína a Europa.
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El primer paso fue intentar infiltrar a Praslin como un trabajador de la terminal portuaria; no obstante, al no conseguirlo, este último contactó a un investigador que laboraba en la provincia del Caribe, apellidado López Barboza.
“El entrevistado indicó que Praslin, luego de mucho tiempo de no tener contacto con él, le solicitó que se reunieran personalmente. Quedaron en compartir una comida y en dicha reunión Praslin le dijo que cuando llegó a la Siori un compañero le dijo que había un sujeto que pagaba bien si se le colaboraba con información para sacar droga y otras mercancías por Moín.
“López le dijo a Praslin que no podía colaborarle con eso y le aconsejó que no se vinculara con dichas personas”, precisa un informe judicial.
Otros sondeos
Como parte de los esfuerzos por confirmar si la banda estaba en la mira judicial, tomando en cuenta que algunos miembros tenían sospechas, Bejarano encargó a su colega Solís Sánchez sondear sobre posibles pesquisas en Heredia, quien acudió a una agente de apellidos Yepes Cordero haciéndole creer que tenía información importante.
Sin embargo, la funcionaria lo evadió y, aunque hablaron de reunirse, ese encuentro nunca llegó.
Precisamente, en Santa Bárbara es donde el grupo tenía una extensa propiedad en la que habitaba Cartin y solían darse reuniones organizativas y sociales entre los miembros de la agrupación.
A Solís, quien tuvo un acelerado crecimiento económico, también se le atribuye haber consultado bases de datos para confirmar a la banda que había vehículos policiales realizando seguimientos y vigilancia.
Esta situación, de búsqueda de placas, fue replicada por el ahora exagente del Siori, Molina Fonseca.
“Se nota claramente que el investigador Bejarano continúa siendo una pieza fundamental en el engranaje de la organización, pues haciendo uso de su investidura como oficial activo del OIJ consigue y facilita información clave para que el grupo criminal continúe su labor de tráfico internacional de drogas, acción que le rindió frutos al reclutar a Praslin Aguilar, quien se dispuso a conseguir información trascendental para la operación del grupo delictivo, y sus otros compañeros”, detalla la investigación.
Acompañamiento legal
Las indagaciones realizadas a la agrupación permitieron determinar que contaban con un grupo de abogados especializados en escrituras, traspasos y otros trámites relacionados con el movimiento de bienes.
Sin embargo, conforme la organización fue creciendo en su operatividad, se hizo necesario el acompañamiento legal.
Las intervenciones telefónicas revelan que buscaron contactar con un abogado, cuyo nombre no se menciona, que tenía conocimiento en la ley de lavado de dinero.
Sin embargo, por medio de las comunicaciones entre los miembros del grupo no se pudo determinar si este fue reclutado.
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Lo que sí permite descubrir el contacto telefónico entre algunos miembros del grupo cercanos a los líderes, es que James estableció un vínculo profesional con Celso Gamboa Sánchez, quien justamente es su abogado y el de su esposa.
“Cartín Herrera habla con Soto Rivera y le hace ver que la organización necesita un abogado como Celso Gamboa, porque es exfuncionario y sabe quién es ‘sinvergüenza’, que ellos necesitan invertir en un defensor como Celso Gamboa (...) que no importa que cobre caro, pero tienen que blindar todo y que hay que conseguir gente buena pero que sea mala”, precisa uno de los extractos de conversaciones entre los miembros del grupo en 2019.
En otra se habla de que James era el más interesado en contratar a Gamboa, pero, al parecer, eso no era de recibo en todo el grupo, ya que algunos no confiaban en que fuese buena idea.
Sin embargo, por el hilo de las conversaciones, la pretensión, en apariencia, se concretó poco después, ya que uno de los encargados de logística del grupo habla con su esposa sobre los presuntos pagos al exmagistrado, sin ahondar en detalles.