La Policía de Control de drogas (PCD) decomisó este sábado en la terminal de contenedores de Moín, Limón, un cargamento de 1.200 kilos de cocaína valorado en más de ¢4.800 millones en suelo nacional. La carga iba en sacos que fueron introducidos por miembros de alguna organización criminal en un contenedor de café que estaba a punto de salir hacia un puerto de Francia.
De acuerdo con Stephen Madden, director de la PCD, fue gracias a un trabajo de análisis de la información y perfilamiento de contenedores por parte de los oficiales que laboran en esa terminal, que se logró dar con la carga de estupefacientes que iba con destino a Europa, donde el valor puede hasta quintuplicarse.
Algunos de los paquetes llevaban logos con la leyenda “Súper” en letras rojas y otros tenían símbolos negros. Esos troqueles a veces son usados por las organizaciones criminales para identificar el origen de la carga o también para ser entregados a destinos específicos a la hora de llegar al viejo continente.
El paso de droga desde bodegas de nuestro país es constante. En los últimos cuatro años la cantidad decomisada por las diferentes policías llega a 236 toneladas, una cifra récord. Ante las autoridades, los exportadores piden colocar más escáneres en esa terminal portuaria, pues el que hay es insuficiente para combatir el narcotráfico internacional, que una y otra vez se las ingenia para contaminar cargas lícitas con el fin de llevar droga hacia otras latitudes.
El pasado 11 de julio la Policía de Holanda decomisó 1,3 toneladas de cocaína procedentes de Costa Rica. El hallazgo ocurrió en el puerto de Róterdam, el más grande de Europa. Allí se encontraron 1.298 paquetes, con cerca de un kilo de aparente cocaína en cada uno, luego de que la Policía de Control de Drogas (PCD) alertara a las autoridades holandesas sobre un contenedor con sospechas de haber sido alterado.
En mayo otra carga de casi una tonelada iba en un contenedor que llevaba chatarra hacia el Viejo Continente y fue hallada en cajas metálicas que tenían dos capas de metal y una de plomo, con lo que se intentaba burlar el escaneo al que se pudiera someter el contenedor.
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