Martín Arias Araya, exviceministro de Seguridad, afirmó haber recibido informes policiales que señalan que el cuerpo élite de Guardacostas, posicionado estratégicamente en Bahía Drake, en Osa, para frenar el tráfico de cientos de toneladas de cocaína y marihuana, fue desmantelado y sus oficiales reubicados en otros puestos en Quepos y Golfito.
El exjefe policial, que hizo carrera durante 45 años en el Ministerio de Seguridad Pública, de los cuales 17 fue director del Servicio Nacional de Guardacostas hasta su jubilación en febrero pasado, afirmó que la situación es “preocupante, desestimula la operatividad, el empuje y la gallardía de nuestra gente”. Argumentó que esa sede en el extremo sur del país era vital para vigilar el triángulo de Osa, conformado por isla del Caño, Corcovado y Sierpe, por donde ingresan las lanchas cargadas de drogas procedentes de Colombia.
De esta manera, en una entrevista que dio al programa Horizontes, de Radio Centro, Arias confirmó lo publicado en un reportaje de La Nación el sábado pasado, en el que tres altos jefes policiales que pidieron el anonimato por temor a represalias advierten de que este “cierre” debilita la lucha contra el narcotráfico en el Pacífico.
Aunque La Nación envió consultas al Ministerio de Seguridad Pública desde el jueves a mediodía para conocer su versión, no se han obtenido respuestas.
LEA MÁS: Gobierno retira de Bahía Drake equipo estratégico destinado a frenar lanchas del narco
Arias, de 65 años, y quien se retiró por enfermedad el 31 de enero pasado, ratificó que desde el 2020 hay informes de inteligencia de los Estados Unidos que confirman que por esa zona entran a Costa Rica hasta 500 toneladas de cocaína y 600 toneladas de marihuana al año.
Los narcos se aprovechan de que es una zona muy despoblada, rodeada de áreas silvestres protegidas, lo que les permite pasar camuflados por los canales de Sierpe hasta tierra firme y de ahí a la carretera Interamericana Sur. Luego cruzan hacia el Caribe para reexportar la cocaína a Europa y Estados Unidos por medio de los puertos de APM Terminals y Japdeva, en Limón. También buscan rutas para salir con la droga por aeródromos clandestinos o incluso por puerto Caldera, en Puntarenas, aseveró.
Mientras, la marihuana se queda en Costa Rica, para cubrir la elevada demanda local.
Según explicó, esta es una operación orquestada por carteles del narco afincados en Limón, Pavas o Alajuelita, responsables de hasta tres envíos semanales de 1,5 toneladas a 2 toneladas cada vez. Agregó que tiene conocimiento de limonenses que migraron a Buenaventura, donde está el principal puerto de Colombia en el Pacífico, para coordinar desde allá el envío de los alijos.
El cuerpo élite de Guardacostas, llamado Grupo de Operaciones Especiales de Guardacostas (Gopes) y entrenado en Estados Unidos, Panamá y Colombia, dejó Drake y fue distribuido en otros puestos en Quepos, Golfito y Limón. Se trata de 30 oficiales especializados en combatir el narcotráfico.
Si ahora el Gopes recibe una alerta sobre la presencia de una lancha narco que se acerca a Drake o Sierpe, su desplazamiento de cualquier nave rápida tardará de 90 minutos a dos horas si se sale de Quepos o de Golfito, a más de 60 millas náuticas de distancia, advirtieron la semana pasada las autoridades consultadas.
Esto implica una pérdida de tiempo para atender una alerta de tráfico de drogas y un gasto adicional de combustible, pues el desplazamiento desde Quepos, por ejemplo, demanda ¢1,4 millones en combustible, ida y vuelta.
Además se pierde discrecionalidad, porque en Drake no había población cerca. En cambio, en Quepos o Golfito hay colaboradores del narco que avisan cuando la policía zarpa a una interdicción. “Ya los blanquitos salieron”, dijo Arias al aludir a la forma en la que identifican a las autoridades.
Ante la posible justificación de los jerarcas del Ministerio de Seguridad Pública de que no hay un muelle en Drake, aseguró que, antes de su retiro, quedó en firme la construcción de un atracadero valorado en más de $350.000, financiado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Sin embargo, reconoció que después no supo qué pasó, aunque la obra ya contaba con los permisos municipales y la viabilidad ambiental.
Afirmó que en esa zona, aun sin muelle, durante la mayor parte del año se pueden ver hasta 40 embarcaciones fondeadas, entre pescadores y operadores turísticos que llevan visitantes a bucear en la isla del Caño. Si ellos, con embarcaciones menos potentes, operan sin riesgos a pesar de las fuertes corrientes que se registran dos veces al año, con más razón lo harían los Guardacostas, que disponen de barcos con tres motores diseñados para persecuciones.
Un proyecto de siete años que operó en sede nueva solo 20 meses
En una conversación de 56 minutos con el entrevistador Edgar Houed, Arias confirmó que el puesto de Drake fue un sueño de siete años, que nació con la colaboración de la Municipalidad de Osa, que permitió que el primer cuerpo policial se afincara en la vieja sede de un colegio.
Luego, con apoyo de una federación de pesca, Guardacostas estrenó en enero del 2023 un moderno edificio valorado en ¢200 millones. Desde que el cuerpo de élite de Guardacostas se instaló en esa estructura y hasta abril del mismo año, cuando fue inaugurada, el Ministerio de Seguridad Pública documentó 8,1 toneladas de drogas decomisadas en aguas del Pacífico.
Cuando el Ministerio informó de la inauguración de ese puesto, resaltó, en un comunicado, la relevancia del destacamento: “Además, en poco menos de tres años este grupo ha realizado 38 interceptaciones marítimas con un resultado de 48 toneladas de sustancias ilícitas incautadas”.
En aquel momento, se confirmó que el Gobierno de los Estados Unidos había donado cuatro lanchas interceptoras del tipo Tampa, valoradas en $782.000 cada una. Miden 12 metros de largo y tienen potencia para navegar a altas velocidades. Dos de ellas estaban asignadas a Drake.
20 meses después, las naves habrían sido movilizadas a la marina de Quepos y el muelle de Golfito, dicen las fuentes consultadas y no se sabe dónde están los modernos equipos de comunicaciones que también fueron removidos. En el sitio solo quedan policías administrativos sin la experiencia en operaciones marítimas que tienen los guardacostas.
El Gopes fue entrenado por las fuerzas especiales de EE. UU., conocidos como Boinas Verdes y el cuerpo de Mar, Aire y Tierra de la Armada de los Estados Unidos (Seals, en inglés), así como Guardacostas de Cartagena, Colombia, y Guardacostas de Panamá.
Tienen canales de comunicación diferenciados, ajenos al del resto de Guardacostas, para tener contacto directo con el avión radar de los Estados Unidos y la fragata norteamericana del programa de cooperación conjunta antidrogas. También con otras embarcaciones panameñas.
El desmantelamiento de la Academia de Guardacostas
Durante el programa, Arias también se refirió al traslado de la Academia de Guardacostas de Quepos, a la Academia Nacional de Policía, en Pococí, a 103 kilómetros del mar.
“Entrenar a esa gente (los guardacostas) en una piscina semiolímpica es como entrenar a un piloto de Vigilancia Aérea con un dron en una cancha de basquetbol y decirle felicidades, ya usted es piloto de avión”, criticó el experimentado policía.
En el traslado, la Academia perdió el 68% de su personal, pues pasó de tener 16 funcionarios a solo cinco. 11 de ellos fueron reubicados en otras sedes de Guardacostas en Golfito, Quepos o Puerto Níspero. Así, la formación de nuevos funcionarios quedó en manos de solo tres instructores y solo un oficial de guardia. Todos ellos son vecinos de Quepos y ahora deben desplazarse 250 kilómetros, en un viaje de casi cinco horas desde el Pacífico, para llegar a Pococí.
La reubicación se concretó el 11 de julio por orden del viceministro de Unidades Especiales, Manuel Jiménez Steller, quien sostuvo, en el informe MSP-DM-DVUE-MJS-315-2024, que la edificación en Quepos urge de mejoras que el Ministerio no puede solventar en este “momento histórico”.
Sin embargo, Martín Arias afirmó que en la Academia se invirtieron ¢40 millones en mejoras y se recibió una donación de $100.000 de la Oficina para Asuntos Antinarcóticos, Seguridad Ciudadana y Justicia (INL por sus siglas en inglés) con la que se mejoraron pisos, se pintó la estructura y se instalaron aires acondicionados.