Una poderosa banda narco, liderada por un sujeto conocido como El Gorila, controlaba la venta de droga en poblados rurales de la zona norte, específicamente en Los Chiles y en San Carlos, Alajuela.
Así lo confirmó Wálter Espinoza, director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), luego de que el grupo fue desarticulado este martes por la mañana, tras 28 allanamientos. En total, detuvieron a 33 personas, entre ellas el cabecilla, cuatro mujeres y cinco menores de edad.
Según explicó el jerarca, el hombre, de apellidos Ramos Zúñiga, de 28 años y alias Gorila, es conocido por las autoridades desde el 2010, cuando era un vendedor de droga aislado. Pero no fue hasta hace tres años que logró establecer una red criminal en esa zona.
¿Cómo funcionaba?
En apariencia, el poderío de la organización era tal que Gorila viajaba cada 15 días a Búfalo y Batán de Limón para comprar crack, cocaína y marihuana. Él gastaba entre ¢8 y ¢10 millones por visita.
Tras realizar la transacción, el mismo líder se encargaba de transportarla, vía terrestre, hasta Santa Rosa de Pocosol, donde él vive. En esa vivienda era donde, aparentemente, se almacenaba la mercancía.
Cuando llegaba a Pocosol, Gorila se reunía con cuatro de los integrantes, quienes fueron identificados como Ramos Zúñiga (hermano del líder), Sánchez Cadena; Mora y Rodríguez Vindas.
Ellos eran los encargados de la distribución en puntos de venta que tenían en Ciudad Quesada, Pavón, San Antonio de Los Chiles y Santa Rosa de Pocosol, entre otros sitios.
Esos "sitios de venta" eran administrados por otras personas, las cuales también fueron detenidas este martes. En su mayoría, ellos eran dueños de establecimientos como bares y pooles, que utilizaban como mampara y centros de distribución.
Una vez vendida toda la mercadería, un gatillero de la banda, apellidado Toledo, visitaba cada uno de los locales para hacer los cobros correspondientes.
Según el OIJ, la violencia del cobrador es tan grande, que también es perseguido por dos tentativas de homicidio ocurridas este año.
El OIJ presume que la ganancia de la banda equivalía al doble de las inversiones, por lo que les resultaba bastante rentable.
En el operativo, en el que participaron 380 personas (entre agentes judiciales, policías de Fuerza Pública, jueces y fiscales), se decomisaron ¢4,3 millones efectivo, un revólver, dos escopetas hechizas y más de 1.500 dosis de cocaína.
De momento, el Ministerio Público indagará a los imputados y, posteriormente, definirá las medidas cautelares que se solicitarán en su contra.
¿Quién era el líder? Gorila fue conocido por las autoridades en el 2010, cuando fue aprehendido por vender droga en Pocosol.
"Él fue detenido por vender droga, pero lo hacía de forma aislada. Nada peligroso en ese momento. Pero, de repente comenzó a subir, comenzó a conocer gente, comenzó a tener más clientes y, al final, abrió sucursales", detalló Espinoza.
No obstante, Ramos se percató de que, para "crecer" en este negocio, necesitaba gente que trabajara para él y fue así como formó su propia organización.
"Se desarrolló en una zona rural, donde no existen organizaciones así. Pero, gracias a la coordinación del OIJ, logramos detener la existencia de un grupo criminal muy bien organizado y que estaba provocando problemas en la zona: nos incrementó los problemas de violencia y quitó la tranquilidad en la población", comentó Espinoza.
Luego de establecerse, Gorila prefirió mantener un perfil bajo, en el sentido de que no tenía una vida lujosa.
Según Espinoza, el líder gastaba su dinero en actividades sociales, en invertir en un negocio de transporte de madera y en la compra de bienes inmuebles en Pocosol.
"La casa donde él residía era muy modesta, muy contrario a lo usual de esta gente que se dedica a la venta de droga. Él invertía mucho en la compra de parcelas, las cuales ni siquiera las tenía inscritas", detalló el jefe policial.
Colaboró Juan Fernando Lara