La muerte de la niña Josebeth Retana Rojas, de 8 años, pudo ser obra de una venganza contra sus familiares, fraguada por personas aún desconocidas para las autoridades judiciales.
Esa es una de las premisas que guían a los agentes encargados de esclarecer la muerte de la menor.
Su cadáver fue encontrado el domingo dentro de un saco en el río Isla Grande, en Ticari de Horquetas de Sarapiquí.
La autopsia determinó que la menor todavía estaba viva cuando la metieron al saco y la lanzaron al río.
También se determinó que Josebeth no fue agredida sexualmente, lo que refuerza la hipótesis de una posible venganza contra la familia de la víctima.
Los agentes tratan de confirmar versiones de posibles líos que familiares de la niña mantuvieron, semanas atrás, con alguna persona de la localidad y que pudieron despertar el deseo de venganza.
Por ahora, el único sospechoso es un vecino de la familia, de apellido Salamanca, quien vive a unos 50 metros de la casa de la niña.
A ese agricultor, de 32 años, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) lo llevó el lunes a la medicatura forense, en San Joaquín de Flores.
Allí se le tomaron muestras de pelo que ahora son comparadas con otras halladas en el saco.
La menor desapareció el lunes 5 de setiembre a las 2:40 de la tarde, cuando regresaba de la escuela.
A 400 metros de su casa, ella se detuvo a comer nances y fue vista por última vez por un vecino.
Examen casi listo. Mientras, el OIJ podría tener listos hoy los resultados del examen comparativo entre un pelo extraído a Salamanca y uno hallado en el saco donde apareció el cuerpo de la niña.
Según el director del OIJ, Jorge Rojas, aquel no es un examen definitivo.
El resultado solo indicará si se descarta la muestra del sospechoso o si existe la posibilidad de que el pelo hallado en el saco le pertenezca.
Rojas explicó que, para obtener la certeza, será necesario realizar, al vello del sospechoso, un examen de ADN (ácido desoxirribonucleico, portador de los códigos genéticos).