Mientras cientos de brigadistas intentan apagar el incendio que ha consumido 150 hectáreas del Chirripó, una mujer enciende otras llamas: las de su cocina.
Ella es Patricia Calderón, la cocinera de los voluntarios y funcionarios que llevan casi una semana trabajando en ese parque nacional. Calderón, con la ayuda de otras vecinas, prepara más de 300 platos al día.
Desde el martes su jornada se inicia a las 3:30 a. m. y finaliza a la medianoche. Apenas tiene tiempo para descansar, pero ayer fue advertida: necesita oxigenar su cuerpo y guardar reposo.
Calderón ha inhalado mucho humo por el incendio en el Chirripó, pero dice que de ahí no se mueve hasta que las llamas se extingan.
“Se nos está quemando lo único que tenemos. Aquí viene gente a vacacionar a nuestro truchero, y no me voy de aquí hasta que no vea que ya se apagó todo”, aseveró mientras un paramédico de Bomberos le realizaba un chequeo.
Dos hijas suyas la acompañan en la cocina, mientras otra cuida a su hijo menor, de unos 10 años.
Un pañuelo en la cabeza guarda el sudor de su trabajo para mantener saciados a los brigadistas con los alimentos que la Comisión de Emergencias les lleva.
“Uno no sabe ni qué hacer para tanta gente. En los últimos días nos han traído carne, verduras, frutas, pan y galletas”, dijo.
Para ella, el incendio que destruye parte del Parque Nacional es un “desastre”, pues toda la vida ha vivido hacia el sur de las faldas del cerro.
Calderón reseña: “No podemos hacer más de lo poquito que tenemos por ahora”.
Para llegar a su cocina, en Fátima de San Pedro de Pérez Zeledón, debe caminar 20 minutos cuesta arriba. Ella espera que esta madrugada será una menos.