La inhalación de imperceptibles gases nocivos, caídas por lo escabroso de trillos a los que no se da mantenimiento, la mordedura de una serpiente, un ataque de abejas y otros riesgos a veces ocultos, pueden sorprender a quienes se aventuran a entrar ilegalmente a volcanes activos.
Solo en la Semana Santa de este año, funcionarios del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) sorprendieron a 27 personas que se dirigían de manera irregular a la zona del cráter del volcán Poás en Alajuela.
Iban en al menos tres grupos que entraban a ese volcán por lugares de alto riesgo, como Bajos de Toro y Sarchí. Por esos poblados, el viento lanza los gases y cenizas que habitualmente emite el volcán.
"Durante los días santos, desplegamos patrullas que hallaron grupos furtivos dentro del área protegida”, dijo Rafael Gutiérrez, director del Área de Conservación de la Cordillera Volcánica Central del Sinac.
Al igual que ellos, al menos 50 personas son sorprendidas todos los años por guardaparques en volcanes activos como lo son el Turrialba, el Poás, el Arenal y el Rincón de la Vieja.
Muchos riesgos
Ingresos a zonas sin vigilancia ni medidas de protección.
FUENTE: MINISTERIO DE HACIENDA. || E.E. INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
Gases irritantes
Geoffroy Avard, vulcanólogo del Observatorio Sismológico y Vulcanológico de Costa Rica (Ovsicori) explicó que volcanes como el Poás, el Turrialba y el Rincón de la Vieja emanan dióxido y el trióxido de azufre, ácido sulfhídrico y ácido clorhídrico, entre otros que son altamente irritables.
Son gases invisibles y reaccionan químicamente al mezclarse con sustancias acuosas de los ojos, la saliva, el sudor o los pulmones.
Esos químicos pueden provocar alergias, asma y desmayos. Los desvanecimientos pueden durar horas y, en dichos casos, los daños a la salud son más graves.
“En las zonas restringidas las concentraciones pueden ser tan altas que se requieren equipos de protección especial", explicó el científico, quien este mes ha realizado varias visitas para medir gases en el coloso y ha realizado videos de lo hallado.
De acuerdo con Rafael Gutiérrez, en épocas de vacaciones, Semana Santa y fines de semana largos, es cuando hay más visitación furtiva a las áreas protegidas.
Lo anterior hace que el Sinac se vea obligado a destinar parte del personal que se necesita para la atención de turistas, a realizar patrullajes en puntos de acceso prohibido.
Así ocurrió con una turista asiática, identificada como Vainilla Sivenkova Wen, quien entró al Poás en el 2016 a tomar fotos y, a raíz de los gases, se desorientó y perdió el conocimiento. Gracias a su celular, logró pedir ayuda y ser rescatada.
En otro caso, ocurrido en el 2011, un guardaparques de 24 años, identificado como Óscar Miguel Cruz Ramírez, desapareció y nunca fue encontrado.
Venden ‘adrenalina’
De acuerdo con Gutiérrez, hay personas inescrupulosas que “venden adrenalina” y ofrecen a grupos viajes al cráter de varios volcanes sin medir el riesgo a que se exponen. Los precios que cobran a los turistas varían, pero llegan hasta los $300.
En redes sociales, se publican muchas fotos de gente que entra de manera ilegal a volcanes y se le ve muy cerca del cráter.
La mayoría de los que entraron ilegalmente al Poás durante Semana Santa eran turistas nacionales, pero también había al menos tres extranjeros, dijo el funcionario del Sinac.
En la mayoría de los casos, se ha detectado que hay baquianos a cargo de los visitantes, a quienes exponen a peligros inminentes, pues volcanes como el Turrialba y el Poás han tenido erupciones súbitas.
Como el ingreso lo hacen por fincas privadas, los turistas llegan generalmente de madrugada a sitios cercanos en vehículos y desde ahí los movilizan a pie.
Al volcán Turrialba entran principalmente por algunos caminos de las fincas La Silvia y La Picada, que no son aptos ya que están en la misma dirección del viento, por lo que los viajeros se exponen a gases, nubes ardientes y ceniza.
La vegetación por esos parajes muestra troncos devastados, que evidencian el fuerte impacto de los gases y cenizas.
Quienes evaden las restricciones a menudo se encuentran senderos escabrosos y sin señalización, por lo que además se exponen a caídas, fracturas y extravíos.
En tales casos, hay que efectuar operativos de rescate con costos millonarios, pues se deben activar la Cruz Roja, Fuerza Pública, guardaparques y otros.
Para evitar dichas situaciones, los guardaparques realizan patrullajes preventivos cuando sospechan o se les informa de ingresos furtivos.
“Obviamente, eso les quita recursos a las actividades regulares que tiene la administración”, dijo Gutiérrez.
En algunos puntos, el Sinac ha colocado señalización que advierte sobre la prohibición de ingreso y los peligros, pero hay fincas que son privadas y, solo si el dueño lo autoriza, se pueden poner rótulos.
Otros volcanes que también afrontan problemas por ingresos ilegales son el Rincón de la Vieja y el Arenal.
En el Arenal son más esporádicos por tener un cráter cónico que permite a los guardaparques una mejor visualización. Sin embargo, en el 2017 varios turistas extranjeros tuvieron que ser auxiliados cuando un derrumbe los sorprendió mientras caminaban por el cono.
Débil penalización
Las personas sorprendidas en áreas protegidas son expulsadas del lugar por los guardaparques, quienes dentro de esa jurisdicción tienen carácter de autoridad de Policía, pero solo se les hace una prevención administrativa. Solo si son descubiertos en una segunda ocasión son trasladados a la Fiscalía para la respectiva indagación.
Quienes llevan grupos a cambio de dinero pueden quedar de una vez a la orden de las autoridades judiciales, de conformidad con la Ley del Servicio de Parques Nacionales, N.° 6084, artículos 8 y 9.
Gutiérrez no recuerda casos de condenas judiciales por esas incursiones. “No hemos llegado al caso de que una misma persona reciba dos prevenciones”, afirmó.
Las sanciones vigentes van desde tres días hasta varios años de cárcel, y si la persona no tiene delitos previos, el juez puede ordenarle un trabajo comunal o compensación económica para reparar el daño.
El funcionario indicó que quienes incitan a grupos a entrar ilegalmente a zonas que la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) declara como áreas con riesgo de erupción, ponen en peligro la vida de personas y se exponen a cargos por la eventual muerte de estas.
Reapertura, medida para atenuar
Los trabajos para reabrir de manera controlada ciertas áreas del volcán Turrialba buscan atenuar el ingreso ilegal a ese macizo cartaginés.
Se espera que antes de finalizar este año, se puedan habilitar ciertos accesos.
Actualmente, se reúnen de forma periódica la Comisión Nacional de Emergencias, el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), la Red Sismológica Nacional (RSN), el Instituto Costarricense de Turismo (ICT), la alcaldía de Turrialba y el Sinac, para determinar las acciones que permitan hacer en el volcán Turrialba algo similar a lo que está funcionando en el Poás.
“Necesitamos que se arreglen las vías de acceso. Antes de eso, realmente no es conveniente la apertura”, sostuvo Gutiérrez.
Añadió que ya se cuenta con disponibilidad de agua para servicios sanitarios y están trabajando en el plan de manejo controlado del turismo y la rotulación requerida.