Aunque el volcán Turrialba presenta desde el 2018 una merma en la actividad eruptiva y esa tendencia se mantuvo en el 2019, resultó imposible reabrir el acceso de turistas al mirador, tal y como lo habían anunciado hace un año jerarcas de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) y del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC).
Con el paso de los meses, la propuesta se desvaneció y por ahora la CNE ni siquiera lo ve viable para el primer semestre del 2020.
La principal barrera consiste en que el camino principal no fue rehabilitado el año pasado y la CNE exige una ruta de evacuación despejada que permita salir rápido en caso de alguna emergencia.
En los últimos kilómetros de acceso al mirador, el camino es una especie de zigzag, con curvas pronunciadas y actualmente está intransitable pues presenta baches y deslizamientos en grandes tramos de lastre, que dificultan el acceso.
La topografía de la zona es empinada. Las lluvias lavaron gran parte del viejo acceso de lastre, por lo que ahora el trabajo debe contemplar cunetas y desagües que retrasan la obra.
Sigifredo Pérez, jefe de Operaciones de la CNE, afirmó que el camino es lo que más ha generado atraso, porque no se trata solo de habilitarlo, sino comprometerse a que tendrá el mantenimiento adecuado.
Como en esa zona llueve mucho y hay escorrentía, se deterioran rápido los tramos. “Se ha pensado en pavimentarlo hasta arriba y eso ha atrasado”, dijo Pérez.
Explicó que la expectativa de reapertura al mirador del Parque Nacional Volcán Turrialba ni siquiera está para el primer semestre del 2020.
El Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) tuvo un tímido arranque para colocar una base de perfilado en diciembre, pero luego volvieron a detener las acciones por el receso de fin de año y será hasta este 2020 cuando retomen labores en al menos seis kilómetros del trayecto. La entidad no dio pormenores sobre la reparación.
De acuerdo con Rafael Gutiérrez, director del Área de Conservación Volcánica Central, el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) ya se cuenta con el presupuesto para comprar en enero o febrero tres equipos de monitoreo de gases valorados en ¢12 millones, como parte de lo exigido por la CNE, ya que se trata de un volcán activo.
“No hemos perdido la esperanza”
Para la presidenta de la Cámara de Turismo de Turrialba (Catur), Ida Herrera Rodríguez, la reapertura del acceso al mirador del coloso es el objetivo principal, pues al mermar la actividad y permanecer cerrado, muchas personas entran ilegalmente e irrespetan el anillo de seguridad establecido por la CNE, que es de dos kilómetros alrededor del cráter.
“Nosotros no hemos perdido la esperanza, hemos estado reuniéndonos y se ha logrado bastante, aunque como turrialbeños tenemos un sentir diferente a quienes están en la comisión y no son de Turrialba”, dijo Herrera.
Mientras el tiempo pasa, le preocupa que al no contar con la cantidad de guardaparques necesaria, resulta imposible vigilar de manera adecuada.
“Para nosotros es más seguro que el volcán esté abierto, porque eso nos va a permitir tener mejor regulación de la gente que está subiendo”, indicó.
Explicó que hay grupos que llegan desde San José con turistas nacionales e internacionales y que burlan las medidas de seguridad. Añade que por suerte no se han presentado incidentes lamentables, pero pueden surgir extravíos u otras situaciones.
“La cantidad de personas que suben ilegalmente al volcán es impresionante. Estamos con un atractivo turístico que no es peligroso y que puede ser visitado, pero se mantiene cerrado porque no ha habido colaboración de las entidades para que podamos reabrirlo”, dijo.
Según Catur, todos los días se encuentran al menos tres personas por ingresos furtivos y hay gente que está entrando con grupos de hasta 50 personas, e incluso se toman selfies cerca del cráter activo.
Expectativas
Desde hace año y medio la cámara de turismo realiza gestiones con finqueros y comerciantes de la zona con el fin de estar listos para aprovechar de la mejor manera el flujo turístico que se genere cuando abran.
Con ayuda del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y del Instituto Costarricense de Turismo (ICT) han preparado guías certificados para la atención de turistas nacionales y extranjeros.
Muchos de esos guías ya están atendiendo a turistas interesados en conocer el volcán y que son llevados en grupos a las partes seguras.
“A veces no es necesario ni subir al volcán para observar vistas espectaculares. Queremos abrir para planificar y aprovechar un recurso turístico que nos pertenece”, dijo Ida Herrera.
La idea es que el volcán sea el gancho para potenciar otros atractivos que existen en los 12 distritos del cantón como son el Monumento Arqueológico Guayabo, la ruta del queso artesanal y el turismo rural.
Entre los avances logrados, Gustavo Obando, miembro de Catur, dijo que desde el 2019 están listos e instalados los siete refugios metálicos que elaboró el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE). De igual manera, la caseta de guardaparques tiene techo nuevo y fue reparada.
A los caminos y senderos les han dado mantenimiento y ya se cuenta con cascos y mascarillas para los grupos de visitantes.
Sobre los daños en el camino de acceso, lamentó que nunca se le hayan hecho arreglos como tienen que ser y solo se ha “maquillado”.
“No es tanto la cantidad de kilómetros, sino lo incómodo, pero ya se está trabajando en eso y tal vez en marzo se pueda abrir el acceso al volcán”, acotó.
A su juicio, urge abrirlo para promover una competencia sana, pues hay gente que está lucrando con traslado de turistas sin contar con los permisos requeridos. “Al abrirlo se fomenta el trabajo para los guías, surge un atractivo diferente y se va a beneficiar con empleo a muchas familias”, sostuvo.
Otra razón por la que estima urgente abrir se debe a que hay gente que llega a acampar y ocasiona actos de vandalismo en rotulación, senderos e inmuebles.
Para el alcalde de Turrialba, Luis Fernando León, es muy viable que se pueda reabrir el acceso de turistas al Parque Nacional pronto, pues estima que ya comenzó la reparación del camino y está casi lista la casetilla de guardaparques.
Menos erupciones
Javier Pacheco, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), afirmó que en el 2019 no se registraron erupciones fuertes como las del 2016, pero hubo algunas esporádicas como la ocurrida el 1.° de febrero, con emisión de ceniza y piedras cerca del cráter.
“No presenta nada excepcional. No fue como en el 2016 o 2017, que estuvo muy activo, pero sigue con signos”, indicó.
El experto explicó que ya no hay tanta presión interna y eso se refleja en menos tremores y menos emanación de gases. “Ya no hay diferencias marcadas entre la superficie y la parte de abajo, donde está el magma enfriándose”, dijo.
El magma que subsiste es el que subió en 1990 e inyectó varios puntos del macizo volcánico, pero es residual y poco a poco se va enfriando y cristalizando. De ese proceso surgen los gases que aún se ven, pero no de forma constante, como ocurrió entre el 2014 y 2018.
El lunes 16 de diciembre del 2019 hubo una pequeña explosión con poca ceniza emanada.
Según Pacheco, si las paredes colapsan caen rocas por derrumbes, ese material tapa la boca y se producen explosiones con el material que cae, pero no son erupciones estrombolianas como las del 2017, sino con poco material arrojado hacia afuera, afirmó el experto.
Por ahora no hay sismos vulcanotectónicos que evidencien rompimiento de roca cerca del volcán.
“Las probabilidades de un ascenso de magma son bajas. La actividad puede seguir bajando hasta entrar en una etapa similar a la de 1990”.
El último informe sobre el estado de volcanes de la Red Sismológica Nacional, publicado el 18 de diciembre, solo detectó columnas de vapor de agua y gases, mientras que la actividad sísmica es baja.
“Aún continúa la presencia de dos lagos en la cima del volcán, con variaciones que dependen de la lluvia, mientras que un tercer cuerpo de agua se forma por algunas horas después de las lluvias, pero luego desaparece”, dice el escrito.