La mañana en que un niño de cuatro años murió ahogado dentro de un desagüe, en un albergue del Patronato Nacional de la Infancia (PANI), las tareas diarias habían desbordado a las tres trabajadoras a cargo de los menores.
Eran las 6 a. m., del pasado 3 de octubre, cuando las labores se iniciaron en la aldea El Riel, en Roxana de Pococí (Limón). Una de las tías bañó a cinco niños y adelantó el almuerzo, otra fue por pan para el desayuno, y luego gestionó la compra de útiles escolares y carnés del Seguro Social.
Cuando la tercera de las encargadas hizo el recuento de los menores, faltaba uno. Minutos después, trascendió la tragedia.
Esos hechos fueron relatados por una de las funcionarias, en una carta, de la cual, el sindicato del PANI dio copia a La Nación.
Unos minutos de descuido bastaron para que un niño cayera en un hueco destapado y muriera.
La desgracia evidenció que la saturación de funciones y las extensas jornadas de las tías impiden mantener una vigilancia constante.
Esa realidad la describió el secretario del sindicato de trabajadores del PANI, Gilberto Pereira, y la reconocieron las autoridades de la entidad, quienes adujeron falta de recursos.
Según los datos del Patronato, hay 98 auxiliares de servicios infantiles B y 51 auxiliares de servicios infantiles A.
Las primeras trabajan 11 días seguidos, en horarios de 24 horas y descansan tres días. Solo en la aldea de Pococí, laboran cinco días y tienen libres dos.
Por esa función reciben ¢327.750 mensuales, más el reconocimiento de tres horas extras (tras ganar una demanda laboral) y un 25% por 12 horas de disponibilidad.
Para las auxiliares de tipo A, la jornada se divide en tres turnos de ocho horas. A ellas se les remunera con ¢269.300 al mes.
El PANI detalló que las mujeres atienden a 470 menores, distribuidas en 42 albergues, según la información al 30 de setiembre.
La entidad informó de que se requieren 250 trabajadoras más, pero les han negado las plazas en reiteradas ocasiones.
Trabajo de madres. ¿Qué hace una tía del PANI?
Según el sindicato y los representantes de la institución, las mujeres hacen de todo.
“El modelo está concebido para que ellas vivan en el albergue, y esa es la excusa para perpetrar una jornada, que es inhumana ”, reprochó Pereira.
“Si la casa no es propia, hay que pagar el alquiler, hay que darle mantenimiento”, agregó el secretario del sindicato.
“Además, los albergues fueron concebidos para una determinada población y hoy ingresan personas con problemas de adicción, problemas psiquiátricos, o en conflicto con la ley penal, que las señoras no pueden atender”, dijo Pereira.
Sin recursos. Blanca Rosa Gutiérrez, gerente de Administración del PANI, coincidió en que esos factores inciden negativamente en la atención de las tías a los menores.
“Ellas los llevan a las clínicas, a los centros educativos. Imagínese eso 24 horas”, expresó.
La funcionaria destacó las carencias de personal por la falta de presupuesto. “El principal problema del PANI es que sus ingresos no son estables, es como un subibaja y no se puede planificar a largo plazo”, destacó.
La gerente especificó que los ingresos para la entidad provienen del 7% del impuesto sobre la renta, del 2,89% del Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares (Fodesaf) y del 27% de las multas de tránsito.
“En el 2011, las instituciones no nos giraron. En el 2012, se bajó de ¢7.000 millones a menos ¢2.000 millones”, ejemplificó.
Según la funcionaria, en el 2008 se solicitaron las plazas, pero el Ministerio de Hacienda alegó que el PANI debía tener el presupuesto para ello.
En el 2012, pese a la restricción de contrataciones en el sector público, se aprobaron cinco cupos. Este año solicitaron 42 plazas.
El presupuesto que tiene el PANI para el 2013 es de ¢30.000 millones netos y el próximo año será de ¢35.000 millones.