Durante los meses de diciembre y enero las autoridades judiciales vislumbran un posible aumento de fraudes y estafas informáticas, pues la fuerza laboral del país recibirá su aguinaldo en ese periodo.
Guillermo Sequeira, jefe de la Sección de Fraudes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), indicó en una conferencia de prensa que, aunque el fraude informático es común a lo largo del año, los delincuentes intensifican sus artimañas después del pago del aguinaldo para engañar a las víctimas.
“Al menos un billón de colones saldrá a la calle y se depositará en diversas cuentas bancarias, estando los delincuentes alerta a la llegada de estos fondos a las cuentas”, explicó el experto.
Datos de la Policía Judicial confirman que durante todo el 2023 se presentaron 5.500 denuncias por fraudes informáticos en el país, 3.500 de ellas se interpusieron en San José. En promedio, la oficina recibe entre 250 y 450 denuncias mensuales; no obstante, según las predicciones de Sequeira, durante diciembre y enero podrían registrarse entre 400 y 450 denuncias adicionales.
Sequeira destacó tres modalidades comunes de estafas informáticas durante esta época:
Falso funcionario bancario
Esta es la principal y más usada modalidad de estafa. El criminal intenta acceder primero a la cuenta bancaria de la persona a través del portal en línea. Luego, al no contar con las credenciales necesarias, bloquea el usuario y llama a la víctima para alertar sobre la situación, ofreciendo una supuesta ayuda que en realidad es un fraude.
Dada la desesperación de la víctima al encontrar su cuenta bloqueada, es frecuente que continúe la interacción con el falso funcionario en línea, proporcionando los datos personales necesarios para acceder a la cuenta y la consecuente pérdida de su dinero.
“Lo primero que debe hacer es colgar y llamar a la verdadera central de su banco para realizar las consultas correspondientes y continuar la llamada ahí”, aclaró Sequeira. Según el investigador, esto es crucial, ya que los estafadores suelen utilizar aplicaciones que alteran los números telefónicos, “disfrazando” el número original y cambiándolo, por ejemplo, al de la central de un banco.
Ventas a través de redes sociales
Sequeira también explicó que otra modalidad común durante la temporada de fin de año son las ventas a través de redes sociales. El OIJ tiene registros de casos en los que el vendedor publica un artículo en redes sociales o páginas de Internet y, después de que el cliente realiza el pago, procede a bloquearlo y quedarse con el dinero.
“En estos casos, lo mejor es verificar la confiabilidad del lugar donde realizará la compra y, si es posible, ponerse en contacto con otros compradores para conocer sus experiencias”, recomendó Sequeira. Además, recordó la importancia de no mostrar la cantidad de dinero en efectivo al realizar compras en tiendas físicas y de no descuidar las tarjetas al momento de efectuar un pago.
Falso empleador
La tercera estrategia es la del falso empleador, donde los delincuentes crean perfiles en redes sociales o Internet en donde publican falsas ofertas de empleo. Así logran que los potenciales objetivos les envíen sus hojas de vida e incluso datos sensibles de sus cuentas bancarias, desde donde sustraen el dinero.
También puede ocurrir que, luego de contactarlos por Internet, citen a sus blancos en un lugar público en el centro de San José e incluso les ordenen llevar una computadora o celular para instalar una aplicación o software para optar por la oferta laboral. Una vez que ganan confianza, les piden solicitar un expediente en un centro penal como parte de la prueba y, mientras las víctimas dejan sus pertenencias en poder del timador, este huye.
Las estadísticas de la Policía Judicial estiman que el perjuicio económico total por fraudes informáticos en este año asciende al menos a ¢3.500 millones y $2 millones. Sin embargo, existen otras modalidades presenciales que también afectan el bolsillo de algunos ciudadanos, ya sea directa o indirectamente.
Un ejemplo de estos métodos es la venta de oro falso, cuyos casos se reportan, generalmente, en la capital. En estos escenarios, los estafadores se hacen pasar por personas provenientes de áreas remotas del país y que viajaron a San José para vender oro, pero aparentan no saber cómo hacerlo.
Cuando el estafador se acerca a su víctima, le solicita ayuda para vender el oro y le promete darle una parte del pago que recibirá. Eso sí, le dice que él le entrega el oro, pero que, a cambio, le deje el celular o el reloj mientras se concreta el trámite. El estafado acepta el trato y acude a alguna joyería donde descubre que el oro no es auténtico. Al volver con el estafador, este ya no está y huyó con el artículo de valor.
“A lo largo de los años, hemos observado que no hay un estrato social específico que sea el objetivo de este tipo de delincuencia. Cualquier estrato social o económico puede ser una víctima”, alertó Sequeira.
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