A tanto solo tres kilómetros de túnel del cerro Zurquí, en la ruta 32, un grupo de nasua narica, mejor conocidos como pizotes, se alimentaba en el sector conocido como “Vuelta de los Sustos”. Un macho adulto estaba cerca de la carretera comiendo desechos dejados por los conductores.
La escena, captada en un video el pasado jueves 16 de diciembre, motivó un nuevo llamado de las autoridades sobre las consecuencias negativas de alimentar animales cerca de las vías.
“El pizote va a asociar la carretera con comida, no va a buscar comida en el bosque y eso es un problemas porque este animal es un dispersor de semillas y ayuda a controlar las plagas del bosque”, advierte Joaquín Vargas, encargado de vida silvestre del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) en Guápiles.
Vargas agregó que al asociar a las personas con comida, los animales se van a acercar más frecuentemente a ellas y que estos, a la larga, pueden atacar a alguien. También advirtió que la cercanía podría producir un contagio de enfermedades de humano a animal o al revés.
Si los alimentos que les dan son ultraprocesados o no son adecuados en la dieta del animal, puede provocarles problemas de salud, como caries, diabetes y obesidad, entre otros.
El funcionario indicó que esta situación ocurre con frecuencia en la ruta Braulio Carrillo. “El riesgo más grande es que entren a la carretera buscando comida y que provoquen un accidente o mueran atropellados. Alimentar animales salvajes está prohibido”, concluyó el entrevistado.
De hecho, esta mala práctica también puede tener consecuencias económicas. Según el artículo 116 de la Ley de Conservación de la Vida Silvestre, quien alimente fauna silvestre sin autorización se expone a una multa de entre un 15% y un 30% de un salario base, es decir, entre ¢69.330 y ¢138.660.
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