Atrás quedaron las nubes de ceniza que hace unos años llegaron hasta la capital e incluso al aeropuerto Juan Santamaría en Alajuela y obligaron a suspender vuelos, a limpiar la pista y barrer calles, canoas y techos.
El más reciente estudio del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), revela que aunque el volcán Turrialba sigue activo, poco a poco vuelve a un letargo del que despertó en el 2010, luego de 143 años sin erupciones.
Ahora los científicos ven como el fondo del cráter, cuyo diámetro tiene un promedio de 200 metros, se está rellenando y progresivamente las paredes internas van cediendo.
Esa boca en forma de herradura, que alcanzó 180 metros de profundidad en el 2017, se redujo a 130 metros de hondo a finales del 2020, según mediciones y observaciones de un reciente avistamiento realizado con un dron que sobrevoló el coloso.
Además de perder 50 metros de profundidad, se observa un crecimiento del diámetro en la parte sur del cráter, pues al caer la pared, el boquete se ensancha.
De acuerdo con Cyril Müller, vulcanólogo del Ovsicori, se calcula que el material caído de las paredes internas en los últimos tres años ronda unos 30.000 metros cúbicos.
Un resplandor rojo
Ese boquete comenzó a formarse en el 2010, primero como dos bocas, que luego se juntaron en una sola.
Sin embargo, fue el 29 de octubre del 2014 a las 11.40 p. m., luego de un día marcado por registros sísmicos importantes y aumentos considerables en la temperatura de las fumarolas, cuando el volcán registró una explosión con caída de cenizas muy diferente a las tímidas emanaciones anteriores.
Vecinos de Hacienda La Central, que está a escasos dos kilómetros del coloso, vieron un resplandor rojo en la cima, por lo que algunos decidieron evacuar.
La noche siguiente, cuando varios científicos estaban cerca del volcán, hubo otra erupción fuerte a las 4 a. m. y prácticamente se confirmó el inicio de la fase más fuerte del ciclo eruptivo.
Primero se oían fuertes sonidos de explosión y en segundos se observaban columnas de rocas incandescentes al rojo vivo, que se golpeaban entre sí y caían dentro y cerca del cráter.
Los vulcanólogos anotaron en sus bitácoras que la columna de material incandescente llegó hasta unos 150 metros de alto y algunas rocas comenzaron a caen cerca del antiguo cráter con dirección hacia el mirador, lo que les obligó a bajar inmediatamente hacia la Hacienda La Central.
A raíz de esa actividad, desapareció la mitad de la pared interna del boquete del 2012 y se consolidó el cráter oeste.
En ese entonces el diámetro mayor del cráter se calculaba en 120 metros y el menor en 30, condición que rápidamente fue modificándose.
Las tres erupciones de mayor impacto ocurrieron el 29 de octubre del 2014; el 12 de marzo del 2015 y el 19 de setiembre del 2016.
En ellas se registró la caída de material del volcán en cantones y comunidades como Tibás, Goicoechea, Moravia, Heredia, San José, Montes de Oca, Coronado, La Sabana, Sabanilla, Zapote y Escazú.
También el polvo más fino llegó hasta Alajuela y obligó al cierre del aeropuerto Juan Santamaría.
Vuelve a la calma
Para el vulcanólogo Javier Pacheco, del Ovsicori, los signos observados en la actualidad caracterizan un magma que se enfría en lo profundo y el volcán se alista para otro sueño que, de repetirse lo ocurrido en el reciente ciclo, podría despertar hasta el nuevo siglo.
El magma que subió en enero del 2018 a 250 metros de la superficie, ahora se contrae y genera una disminución de su volumen.
De igual forma, la desgasificación disminuye y, al haber menos aporte de calor, el suelo se torna permeable para la captación de agua llovida ( sistema hidrotermal).
Esa recuperación del sistema hidrotermal hace que todavía puedan surgir algunas erupciones al hacer contacto el agua fría con cámaras que aún guardan residuos calientes de gases o magma.
En cuanto a la constante caída de material desde las paredes al fondo del cráter, Pacheco dijo que es normal, pues luego de erupciones fuertes, los paredones quedan muy empinados y sin equilibrio.
“Con las lluvias, los temblores y efectos de huracanes, las paredes verticales buscan la forma de estabilizarse y empiezan a caer bloques de las laderas que van rellenando el fondo”, dijo el científico.
Aunque el ritmo de erosión va disminuyendo, seguirá por años hasta llegar a un equilibrio.
Añadió que eso es común en volcanes cónicos y subcónicos, después de una gran erupción y así ha ocurrido en el Irazú, el Arenal y el Rincón de la Vieja.
Igual criterio sostiene Cyril Müller, quien dijo que “la gravedad es más fuerte que la resistencia mecánica del material poroso que forma las paredes”.
Por ejemplo, todavía en el cráter del volcán Irazú, 58 años después de la última fase eruptiva (1963), las paredes internas siguen con desprendimientos pequeños.
Reapertura al mirador
El año pasado el volcán Turrialba, situado a 3340 metros sobre el nivel del mar, registró unas 45 emisiones esporádicas de ceniza, entre el 18 de junio y el 10 de agosto, pero de baja amplitud y duración.
La ceniza emitida en ellas fue rica en material lítico, es decir, arrancada del mismo volcán y con muy poco material de magma fresco.
Toda esa merma en la actividad, permitió que desde el 4 de diciembre del año pasado se reabriera el acceso de turistas al mirador, luego de más de cinco años de cierre total.
La idea es potenciar las visitas a Turrialba y alrededores para fomentar las actividades productivas de la zona, que quedaron deprimidas con el cierre del Parque Nacional en el 2015.
De acuerdo con Rafael Gutierrez Rojas, director ejecutivo del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) entre diciembre del 2020 y enero de este año 2.832 turistas entraro al mirador. De ellos, 72 han sido extranjeros.
Sin embargo, los científicos sostienen que el Turrialba todavía es un volcán activo. “Aún hay riesgos de alguna erupción freática, también de una desestabilización del cráter, como de hecho está ocurriendo”, dijo Cyril Müller.
Drones libran barreras
Mediciones como la realizada por el Ovsicori en el cráter del volcán Turrialba no podrían realizarse con la precisión y celeridad que ahora se cuenta, de no ser por el uso de drones.
Con ese dispositivo al que se le colocan cámaras y sensores se vuela sobre el cráter para medir la topografía y crear imágenes que permiten determinar distancias y profundidades.
“Ahora el dron se usa como herramienta para cualquier estudio de la tierra, para medir gases, para tomar muestras de lagos cratéricos y para medir cambios en la topografía, pues permiten obtener datos sobre cuánto material arroja un volcán en una erupción o, como este caso, cuánto material cae al cráter”, dijo Pacheco.
Uno de los efectos más visibles de manera inmediata que dejó toda esta actividad, fue la muerte de la vegetación en la ladera oeste del volcán, el cierre de hoteles y fincas ganaderas, así como la partida de varias familias que toda su vida vivieron al pie del coloso.
VOLCÁN TURRIALBA TIENDE AL REPOSO
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5 DE ENERO DEL 2010
Luego de 143 años, el Turrialba entra en erupción, tras una década de mostrar signos como sismicidad, aumento en cantidad de gases y en la temperatura de éstos (de 90°C en promedio a más de 600°C)."
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FEBRERO DEL 2012
Por recomendación de los vulcanólogos, la CNE cerró temporalmente la visitación de turistas a ese Parque Nacional, pues el 11 de enero apareció un flujo de azufre (175 m. de largo), producto de un sobrecalentamiento en el sistema, que resultó en erupciones freáticas los días 12 y 18 de enero del 2012.
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30 DE OCTUBRE DEL 2014
Por erupción del Turrialba, se declararon en estado de alerta amarilla los cantones de Turrialba, Alvarado, Jimenez, Oreamuno y Cartago. El 7 de noviembre se modificó quedando con alerta verde Jiménez, Oreamuno y Cartago, y en alerta amarilla los cantones de Alvarado y Turrialba."
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5 DE MARZO DEL 2015
La CNE prohibió definitivamente la entrada al Parque Nacional, manteniéndose un manejo mínimo dentro del perímetro de dos kilómetros alrededor del cráter activo.
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24 DE MAYO DEL 2016
Se registra una de las erupciones más fuertes, la cual superó los 3.500 metros sobre la cima del cráter y la ceniza llegó a Cartago, La Unión y a regiones del Valle Central como Coronado, Guadalupe y Desamparados."
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4 DE DICIEMBRE DEL 2020
Se reabre el acceso de turistas al mirador del cráter, ingresando a pie por la finca Montecalas.
FUENTE: Elaboración propia- || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.