Un inédito flujo de migrantes, en su mayoría venezolanos, cambió el escenario con el que se encontraba cualquiera que visitara Ciudad Quesada de San Carlos en el pasado. Si bien este cantón norteño está acostumbrado a recibir migrantes nicaragüenses que llegan en busca de trabajo y prosperidad, el reciente éxodo sudamericano es nuevo y diferente, pues son personas que, en su mayoría, están sólo de paso en su viaje hacia Estados Unidos o Canadá, pero llegan en grandes cantidades.
Hoy día, en Ciudad Quesada es común encontrar adultos y niños vendiendo “popis” en semáforos, o refugiándose de la lluvia en una parada de bus. En algunos casos, incluso, los migrantes han tomado lotes baldíos con sus carpas o tiendas de acampar, como una alternativa para resguardarse mientras consiguen algo más de dinero que les permita dar algunos pasos más hacia el norte.
Ese es el caso de Roland Chacón y Héctor Escalona, padrastro e hijastro, que pasan por Costa Rica por segunda vez, después de que en su primer viaje fueran deportados desde Monterrey, México, hasta Venezuela, hace aproximadamente un mes. En Monterrey les esperan sus respectivas esposas e hijos, pues sólo ellos dos fueron enviados de vuelta a Sudamérica. En su primera migración gastaron todo su dinero, así que ahora viajan con lo que recaudan en el camino.
“Nos robaron los bolsos cuando nos fuimos, nos devolvieron sin nada, nos quitaron teléfono, plata, documentos, nos enviaron con lo que andábamos puesto. Llegamos un sábado y el lunes ya estábamos de nuevo en Colombia hacia el norte. Me da pena pero no importa (enseña su billetera con $20) esto es todo lo que tenemos ¡y con esto nos vamos a ir!, esto lo hemos hecho gracias a la gente de acá, que cuando nos dan algo vamos, lo cambiamos por dólares y lo guardamos”, dijo Chacón con un rostro que, pese a las tragedias que han vivido, irradia positivismo.
La alcaldesa de San Carlos, Karol Salas, reconoció a La Nación que “el gobierno local está enterado de la llegada constante y creciente de migrantes, en este momento venezolanos”. Además, la jerarca señaló que la migración venezolana es diferente a la nicaragüense, pues los sudamericanos están “de paso” hacia el norte. Añadió que el “mayor fin” de la municipalidad “es facilitarles el paso por nuestro cantón y que esto se realice de manera ordenada y con respeto por las comunidades”.
Sin embargo, basta recorrer Ciudad Quesada para encontrar que la estadía de los migrantes carece de orden y las escasas colaboraciones que reciben provienen de organizaciones privadas. Tal es el caso del Colegio Diocesano, un centro educativo privado que durante semanas ha proveído desayunos a decenas de migrantes, pero dejarán de hacerlo a partir del próximo 14 de setiembre, según confirmaron vía telefónica.
Otro ejemplo de colaboración desde el sector privado es la iglesia Nueva Sión Internacional, que recibe todas las noches alrededor de 20 personas para que se bañen, coman, duerman y desayunen al día siguiente. Según Ángel Eduardo Castillo, también venezolano y administrador del “albergue”, desde abril recibieron alrededor de 500 personas. En una noche, llegaron a tener 60 personas.
No obstante, para el diputado del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) por Alajuela, Leslye Bojorges, no es adecuado que vecinos sancarleños acojan a los migrantes: “Los vecinos plantean la problemática de que muchos están durmiendo en carpas o en las aceras (...) Muchos comerciantes de la zona que son los que están dándoles de comer a los migrantes y eso agrava el problema porque cada día llegan más sobre todo a Ciudad Quesada, debido a que los comerciantes les están dando de comer”.
El diputado aseguró que, para buscar la forma de acelerar el paso de los migrantes por el país y evitar que “se queden estacionados en Ciudad Quesada”, se reunió con la directora general de Migración y viceministra de Gobernación y Policía, Marlen Luna, la alcaldesa sancarleña Karol Salas, Cruz Roja, Ministerio de Salud y organismos internacionales, no obstante, “no se planteó ninguna estrategia en esa reunión”.
Efectivamente, como los señaló el diputado Bojorges, La Nación constató en un recorrido por Ciudad Quesada realizado el martes 6 de setiembre que la comunidad sancarleña recibe el éxodo migrante con empatía y respeto. Roland Chacón y Héctor Escalona agradecieron la acogida que el pueblo costarricense les dio pese a que, “por órdenes de Migración”, ese mismo martes tenían que dejar el país. Su plan era cruzar la frontera hacia Nicaragua y, con “suerte”, ver el amanecer del miércoles en el país vecino.
Alcaldesa Salas: “No está habilitado ningún albergue, no hay recursos”
Este medio consultó a la alcaldesa Karol Salas si, con el objetivo de facilitar a los migrantes un lugar donde dormir diferente a aceras o lotes baldíos, la Municipalidad de San Carlos o alguna otra entidad estatal tiene planificado abrir albergues, a lo que respondió:
“No está en este momento habilitado ningún albergue por parte del Gobierno Central, nosotros tenemos que seguir los lineamientos del Gobierno Central en esta temática, la Municipalidad de San Carlos tampoco cuenta con recursos en su presupuesto que estén destinados para este tipo de atención. Lo importante es agradecer y reconocer la intención humanitaria de los diferentes grupos de voluntariados, que reconocen la necesidad y colaboran”.
Hasta ahora, la municipalidad sancarleña se ha limitado a “facilitar la organización comunal”, es decir, han encausado las donaciones para que los grupos comunales trabajen en conjunto. La alcaldesa reconoció que “nosotros solamente podemos ser colaboradores para que ellos puedan organizarse mejor, pero es importante destacar que la municipalidad no tiene recursos para esas atenciones en el presupuesto de 2022″.
Ante la carencia de recursos económicos señalada por Salas, La Nación contactó al regidor por el Partido Liberación Nacional (PLN), Juan Diego González, presidente del Concejo Municipal de San Carlos. González reconoció que “efectivamente la municipalidad no tiene una partida presupuestaria para este tema, pero le puedo asegurar sin temor a equivocarme que en el Concejo Municipal existiría una buena voluntad para hacer modificaciones presupuestarias con el fin de atender esta situación porque esto es un tema que nos preocupa a todos y que a uno le desgarra el corazón lo que está pasando”.
Además, el regidor lamentó que “uno constantemente ve mujeres con niños en las calles lloviendo muchísimo, ya se salió de control, en todos los semáforos uno ve gente con rótulos o durmiendo a la intemperie. Hay iniciativas de particulares que les han tendido una mano, pero la alcaldía no ha informado al Concejo sobre las acciones que hace, nos enteramos por publicaciones, no se ha rendido un informe”.
Ciudad Quesada, una opción de estadía a mediano plazo
En San Carlos, la imagen de la migración no se asociaba al éxodo que actualmente experimentan. La alcaldesa Salas reconoció que “los migrantes nicaragüenses han venido a trabajar por muchísimos años, se han instalado acá, inclusive hay familias descendientes de migrantes, pero esta es una situación diferente”.
En efecto, en Ciudad Quesada la presencia de migrantes habitantes de calle no se había normalizado, por ende, encontrar familias extranjeras durmiendo, comiendo o descansando en la vía pública es casi inédito, como apuntó el regidor Juan Diego González.
La presencia de habitantes de calle es más común en la Gran Área Metropolitana, específicamente en el casco central de San José, como lo señaló el director de la Policía Municipal josefina, Marcelo Solano, en 2020, cuando aseguró que el 50% de todas las personas en situación de calle del país habitan en San José. “Esta es una población que está identificada. Se sabe que en el país hay unos 6.000 habitantes de calle, y al menos unos 3.000 están en San José”, explicó Solano en ese momento.
Pese a esto, algunas personas migrantes han encontrado motivos suficientes para buscar una estadía de mediano o hasta largo plazo. Tal es el caso de Alejandro Daniel, un venezolano que desea “aprovechar la oportunidad que se nos presente. Si se me dan un trabajo lo agarraría, me gustaría quedarme acá. Estoy agradecido, me han tratado muy bien, se han bajado de los carros, me han abrazado, me han ayudado con plata”.
De acuerdo con datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), de diciembre de 2021 a mayo de 2022 aumentó un 270% la llegada de migrantes a Costa Rica. De ellos, el porcentaje de venezolanos subió de un 24% a un 85%, situándose como la principal nacionalidad que cruza por el país. Por el momento la organización no tiene datos de cuántos han llegado en los últimos meses, pero afirma que son miles cada día.
Por el momento, no se vislumbra un cambio en la tendencia, y continuará sobre el sector privado la responsabilidad de mitigar la crisis migratoria. “Quiero trabajar, quiero ayudarle a mi mamá, quiero ayudarle a mi hijo, es lo único que me queda, no tengo nada más”, concluyó Alejandro Daniel.