En el país asaltan a una persona cada hora. Sí, cada hora. Solo en este 2022 se han registrado más de 7.500 asaltos a ciudadanos en las calles, según estadísticas del Organismo de Investigación Judicial (OIJ). Casi la mitad han sido en San José, principalmente en los cantones de Goicoechea, Desamparados y la capital, en donde se concentran los distritos con más robos del territorio: Hospital, Merced, Catedral, Carmen y Pavas.
La mayoría de asaltos suceden los fines de semana, en los últimos meses del año y con arma blanca o de fuego. Sin embargo, también se utilizan mucho los golpes, arrebatos y la intimidación verbal. Se dan más entre las 6 p. m. y 9 p. m. a personas entre los 18 y los 39 años, principalmente a los hombres. De acuerdo con los datos del OIJ, con la pandemia los casos se redujeron considerablemente, pero de nuevo han aumentado.
Cuando se consulta a las autoridades cómo hacerle frente a esta situación, el consejo siempre es el mismo: si lo asaltan, no oponga resistencia y luego ponga la denuncia. Los asaltos se procesan en los tribunales bajo los delitos de robo simple y agravado, según la forma en que se perpetre el crimen y el valor de lo robado.
El artículo 212 del Código Penal indica que a quien “se apodere ilegítimamente de una cosa mueble, total o parcialmente ajena”, se le impondrán de seis meses a tres años de prisión cuando la sustracción sea cometida con fuerza y su cuantía no exceda tres veces el salario base (¢462.200). Si la excede, la pena aumenta de uno a seis años y, si el hecho es cometido con violencia, de tres a nueve años.
Por su parte, el apartado 213, referente al “robo agravado”, detalla que se impondrá prisión de cinco a 15 años si el asalto es cometido con armas o por dos o más personas. También si lo sustraído corresponde a equipaje de viajeros o vehículos dejados en lugares de acceso público, y si se arrebata “aprovechando las facilidades provenientes de un estrago, de una conmoción pública o de un infortunio particular del damnificado”.
Las autoridades señalan que cuando el asaltante es procesado por flagrancia, es más sencillo asegurar la prueba y recuperar lo robado, pero cuando esto no ocurre y la víctima no logra dar suficiente prueba o el delito es cometido por un grupo de criminales, es más complicado el procesamiento y la recuperación.
En todas las fiscalías del país, según datos del Observatorio Judicial, hay un total de 13.014 casos activos por robo agravado y 5.503 por robo simple. Los procesos pueden extenderse hasta por 16 meses y, de acuerdo con las estadísticas, este año se duplicó la cantidad en ambos tipos de ilícito en relación con el año anterior.
Sin embargo, las cifras pueden quedarse cortas porque en la práctica muchas personas prefieren ahorrarse el trámite que implica poner la denuncia, porque no tienen suficientes elementos para describir el hecho o porque consideran que no se va a lograr detener al culpable ni mucho menos recuperar lo robado.
Desafortunadamente, en los últimos días, una familia en Desamparados clama por justicia para su hijo Luis Enrique Méndez, quien murió asesinado cuando defendía a una compañera de colegio de un asalto. Ellos sí insistieron ante las autoridades que haya una investigación profunda y que la justicia sea pronta y cumplida.
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Detalles y autocuidado
Franklin Ruiz, vocero de la Dirección de Programas Preventivos del Ministerio de Seguridad Pública (MSP), detalló que si no se logra detener al criminal en el acto, la víctima debe aportar características muy detalladas y aportar información muy específica de lo sustraído para intentar tener éxito.
El policía explicó que el enfoque de seguridad que prevalece en el país para los transeúntes es el del autocuidado. Es decir, que la persona tiene la responsabilidad de que no la asalten. Que siempre debe andar alerta, premeditando todos los escenarios posibles, aunque esto signifique andar intranquilo por la ciudad.
Los consejos son los mismos de siempre, evitar caminar por lugares solos u oscuros, no exhibir artículos llamativos, avisar a la familia donde se está y entregar todo, sin ninguna resistencia. Además de acudir a los oficiales de Fuerza Pública cuando se tiene la suerte de tenerlos cerca.
Ruiz también apeló a la seguridad comunitaria en los barrios, a cambiar las rutas habituales y a restringir la publicación de fotos e información personal en las redes sociales. Incluso, aludió que andar con algún artefacto para defenderse como una cuchilla o un gas pimienta puede ser contraproducente y peligroso, porque en caso de un enfrentamiento, posiblemente los ciudadanos alrededor no van a interceder.
“El primer responsable de su seguridad es usted, porque las demás instituciones llamadas a hacerlo son acompañantes y por si sola la presencia de un miembro de la Fuerza Pública o cualquier otra autoridad es disuasión del delito. En la medida que la gente no denuncie vamos a tener más acciones delictivas de esas mismas personas porque alguien no le puso un alto, usted está en la obligación de tutelarse a sí mismo”, dijo.
Aunque en la teoría esto es lo adecuado, algunos ciudadanos ya están cansados de esta rutina de las autoridades, de dejar en manos de la gente su seguridad y limitarse a tramitar las denuncias cuando las víctimas logran conseguir suficiente evidencia precisa, a pesar de estar pasando por un momento difícil.
Por eso, optan por la defensa personal, aunque esto sea desaconsejado por la Policía. Por ejemplo, en la escuela Alliance Costa Rica enseñan que desarrollar un mejor control emocional bajo circunstancias extremas, así como ciertos reflejos y habilidades, permiten actuar de forma más técnica y segura ante un asalto.
El entrenador Alci Cleiton explicó a La Nación que hablar sobre defensa personal es siempre un tema muy complejo porque no se puede generalizar, ya que cada situación es diferente. No obstante, resaltó que siempre se pueden buscar maneras de evitar exponerse y también de saber cuándo no hay escapatoria.
“Analizando desde un punto de vista técnico, contra una arma blanca, como un cuchillo, por ejemplo, en una situación extrema dependería mucho de la distancia del ataque, si es en una distancia media o larga todavía existe la posibilidad de defensa o minimizar el riesgo de un daño grave. Sin embargo, si es una distancia muy corta es más complejo, porque debemos primero buscar neutralizar la mano donde se ubica el arma ,para luego poder reaccionar”, explicó el profesor, respecto a una posible resistencia efectiva.
Cleiton reconoció que cuando el asalto es con un arma de fuego, como una pistola, el asunto es mucho más delicado porque, independiente de la distancia, cualquier movimiento podría causar que el agresor efectúe un disparo. Rescató que lo mejor siempre es mantener la calma y pensar que lo material se puede recuperar.