El exministro de Seguridad Michael Soto espera equivocarse, pero prevé que la tasa de asesinatos en Costa Rica subirá este año. Según dijo, existen zonas donde el crimen organizado tomó el control y los jóvenes creen que convertirse en narcotraficante es sinónimo de éxito.
Los jóvenes de 18 a 30 años son las principales víctimas y victimarios de esta ola de violencia, pero el Estado no ha logrado incidir para detener los asesinatos “porque se requiere información y se requiere bastante recurso económico que el país justamente no tiene”, dijo el ministro del periodo 2018-2022.
Soto, quien hoy es jefe de Planes y Operaciones del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), concedió una entrevista sobre los datos divulgados por la Universidad Hispanoamericana el jueves pasado, los cuales revelan que cuatro de cada diez asesinados son jóvenes en edad productiva.
El informe señaló que entre el 2019 y 2021, Limón tuvo una tasa de 32,7 homicidios dolosos por cada 100.000 habitantes, cifra que supera la criminalidad de México. En segundo lugar está Puntarenas, con una tasa de 20,8 asesinatos.
– ¿Cómo interpreta los datos divulgados por la Universidad Hispanoamericana sobre homicidios?
– Los datos no son desconocidos, ya tenemos claridad, por ejemplo, de que en algunos momentos, por algunas circunstancias particulares de la historia criminal, tenemos picos de criminalidad. También, hay que ubicarnos en el contexto geográfico referencial donde está ubicada Costa Rica y cuáles son los lugares más violentos de Costa Rica.
“El tema de las tasas es la forma correcta de medirlo. Desde el año 2018, se ha logrado mantener la tasa en 11 por cada 100.000 habitantes, cuando el año 2017 fue el más violento de la historia del país, donde la tasa fue de 12,1.
“Es probable, y espero estar equivocado, haciendo un análisis estadístico muy sencillo, que este año vamos a posicionarnos para arriba de los 600 homicidios; calculo que entre 615 y 620. La tasa va a andar por ahí del 12,3 o 12,4. Entonces, la idea siempre ha sido mantener la tasa en 11, conociendo que las circunstancias para lograr una disminución tienen que ver con muchos factores que no controla la Policía.
“Si usted hace una comparación entre violencia y cantidad de decomisos de droga, usted también va a ver un paralelismo muy interesante: cuando se nos aumentan los casos de violencia, también tenemos aumentos importantes en el decomiso de droga.
– ¿A qué se debe este porcentaje tan alto de jóvenes víctimas de homicidios?
– Los que se están matando son masculinos que están en el área productiva de su vida. Nosotros los colocamos entre los 18 y 30 años como un grupo etario de edad productiva, que a su vez es el mayor componente de las estructuras criminales, varones jóvenes con un nivel de educación de colegio o menos, de zonas urbano marginales.
“Un dato que no viene aquí, que también hemos ubicado, eso es un estudio muchísimo más limitado porque son casos abiertos y tenemos una limitación de ley, tiene que ver con que los homicidas están justamente ubicados en esa misma línea. Porcentualmente, el grupo etario más amplio de homicidas está entre los 18 y los 30 años.
“Dentro las estructuras criminales, habitualmente ponen a estos masculinos a generar algún tipo de actividad de más alto riesgo, como la movilización de cargamento de droga, como las amenazas, como la protección de zonas o territorios”.
– Con respecto a la edad de las víctimas, ¿eso les da alguna claridad de qué tipo de políticas se deberían implementar en conjunto con otras instituciones? Porque estamos notando que el patrón es claro, son hombres jóvenes matando hombres jóvenes.
– Desde mi experiencia, deben existir políticas públicas con datos muy precisos, que en algún momento tratamos de hacer, pero tuvimos algunas limitaciones de ley. Datos no solo de los lugares donde ocurren los homicidios, las circunstancias en que ocurren los homicidios, sino incluso trabajar con las familias de las víctimas y con las familias de los victimarios.
“Se lo pongo desde esta perspectiva muy social, no policial. Si, por ejemplo, hay una zona urbano marginal en cualquier barrio del Caribe donde tenemos que han matado mucho a lo largo de los años a varios masculinos jóvenes de ese lugar, que además algunos de los imputados en estos casos son masculinos jóvenes de ese lugar, tengo puntualizados quiénes son la familia, los lugares y cuál es la motivación por lo que ocurrió.
“Ahora sí, voy a ese sector y hago un análisis social de las circunstancias, es decir, ¿son personas que han tenido la oportunidad de estudiar? ¿Son personas que han tenido la oportunidad de trabajar? ¿En qué condiciones viven? ¿Cuál es la educación de sus padres? ¿Cuál es el contexto? Con toda esa información se desarrolla una política pública.
– ¿Cuál sería el paso a seguir?
– Genero algún tipo de infraestructura para actividades deportivas, genero algún tipo de capacitación o educación, no necesariamente de la formal, sino algún conocimiento técnico para que puedan desarrollar algún tipo de actividad, o si estas personas tienen alguna inclinación por la música, por el deporte o por cuestiones de ese tipo.
“Está la teoría de las ventanas rotas, un lugar entre más feo se vea, más desordenado, más propicia la actividad criminal, el consumo de drogas y demás. Yo siempre pongo el ejemplo de Nueva York o Guayaquil cuando hablo de esto, que en lugares muy feos, con mucha incidencia criminal, arreglaron las calles, pintaron las casas de los alrededores, pusieron iluminación y todo esto hizo un entorno más seguro.
“Esa sería una política social que es cara, que tendría que ser muy específica y aquí está el tema de si vulnero o no los datos, porque, por ejemplo, el OIJ no podría dar informe de los imputados, no podría dar informe de las víctimas para que una institución o las instituciones del Estado pudieran abocarse hacía alguna comunidad para tratar de hacer una inversión en ese lugar.
“¿Dónde se está generando más violencia? Aquí el estudio lo dice: en los puertos, donde las posibilidades de educación, espacio, recreación son muy limitadas, justamente por donde pasa la droga, donde los masculinos jóvenes creen que ser exitoso en la vida es ser narcotraficante, y en zonas donde el crimen organizado tomó el control.
“El Estado no ha logrado incidir sobre eso porque se requiere información y se requiere bastante recurso económico que el país justamente no tiene”.
– Comparando 2015 con 2020 también se ha notado un aumento en el uso de armas de fuego para los homicidios. ¿Eso ustedes lo asocian con una mayor profesionalización de las organizaciones criminales?
– La utilización de las armas de fuego por las estructuras criminales, no solo en Costa Rica, sino en toda Latinoamérica, ha venido creciendo exponencialmente desde el 2008.
“Otro detalle importante, en el imaginario social se cree que el arma más utilizada para cometer ajustes de cuenta son las armas de repetición, la plataforma AR-15 en todas sus expresiones o la famosa AK-47, pero realmente no, ni tan siquiera el revólver. Es la pistola, y tiene dos razones muy sencillas de ser: es el arma que más se fabrica en el mundo, es de la que más disponibilidad hay, es la más barata y, además, usted la puede portar con facilidad porque es un instrumento pequeño, entre sus botas, en un maletín y demás. Por eso es que la pistola ha venido en importante aumento.
“Ahora bien, las armas que se utilizan para matar en Costa Rica, ¿de dónde vienen? En los últimos cuatro años, el Ministerio de Seguridad Pública decomisó aproximadamente 9.000 armas, si sumamos las del OIJ y las de Policía Municipal, podemos andar por más de 10.000 armas. Aun sacando esa cantidad impresionante de armas, la calle sigue generando armas de fuego.
“Vienen principalmente de dos fuentes: muchas de las armas que se decomisan son armas que entraron por el mercado legal a Costa Rica, fueron importadas por una armería, se las vendió a un ciudadano y del ciudadano o una empresa, o la misma Policía, les son sustraídas, perdidas y terminan en el mercado negro. Después, les liman las series o las estructuras criminales buscan personas conocidas para que las registren legalmente, y la persona las tiene registradas y se las da a la estructura criminal.
“La otra fuente de ingreso de armas, que no es la principal, es el mercado negro. Ejemplo, hace un mes aproximadamente, en un trabajo de OIJ en el sector de Quepos, se hace la intervención de dos embarcaciones con Guardacostas, una trae droga y la otra trae 30 armas nuevas de paquete”.