La Tabla es una barriada con más de 100 casas, en su mayoría humildes, que está entre los ríos Cañas y Tiribí, en San Rafael Abajo de Desamparados, la cual colinda con Concepción de Alajuelita y algunos barrios de San Sebastián.
Una sola calle de polvo la atraviesa y es la única entrada y salida vehicular. Tiene callejones desordenados, así como un puente que permite el paso peatonal hacia Alajuelita y pasos por ríos que llevan a otros sectores.
Estas condiciones de acceso, difíciles para la Policía y muy oportunas para quienes conocen el terreno son aprovechadas por bandas de narcotraficantes, una de ellas conocida como Las Gordas.
Sin embargo, en los últimos meses surgió otra estructura, cuyo nombre no trascendió, que busca el mercado de indigentes y consumidores que se concentran en los alrededores de esa zona.
Dichas organizaciones se dedican a procesar marihuana y cocaína que, gracias a la topografía, rápidamente llega a sus clientes en la periferia capitalina.
Así las cosas, las disputas por el territorio, las balaceras, así como el tráfico y consumo de drogas motivaron desde el año pasado una fuerte incursión policial.
Los oficiales también trabajan para eliminar un paso regulado con una especie de aguja que colocaron desconocidos en la única vía de ingreso, así como para contener la violencia generada por el narcotráfico.
El combate a un enclave
Ese barrio, por estar entre ríos, forma una especie de enclave, con su entrada principal a un lado de la carretera nacional que une San Sebastián con San Rafael Abajo.
El director regional de la Fuerza Pública en San José, Randall Picado, dice que el principal problema en ese asentamiento es la presencia de estructuras criminales para el tráfico y consumo de estupefacientes.
Picado dijo que desde el año pasado desarrollan una fórmula de contención delictiva y este 2020 seguirán con presencia policial de lleno para repeler el comercio de drogas, decomisar armas y sacar delincuentes de la zona.
“Tenemos posicionado el recurso, de manera que si usted llega a la Tabla lo encuentra más tranquilo, hasta se ven chiquitos jugando. Cuando se acentúan las balaceras, como la del domingo pasado, intervenimos de inmediato”, dijo.
Picado afirma que esa céntrica zona, ubicada a dos kilómetros al sur de la rotonda de San Sebastián, también se torma atractiva para las bandas por el nicho de consumidores de drogas de Concepción Abajo de Alajuelita, San Rafael Abajo de Desamparados y San Sebastián, en San José, que genera mucho dinero a quienes tienen cautivo el mercado de las drogas.
“Los tenemos a mecate corto. Ahí se mantienen patrullas fijas e incursiones constantes del Grupo de Apoyo Operacional (GAO) con operativos constantes. En las horas de mayor incidencia pueden haber entre 30 y 40 oficiales destinados a velar por la seguridad”, acotó el jefe policial.
Añadió que mucha gente que vive ahí es honesta, pero hay familias dedicadas al narco y por eso la zona está intervenida con una patrulla fija las 24 horas.
Afirmó que gracias a acciones como esa, el año pasado se logró bajar la cantidad de homicidios y los delitos contra la propiedad en San José.
Acciones similares se desarrollan en otros puntos críticos de San José, donde las estadísticas muestras que ocurren la mayoría de hechos violentos y asesinatos. Por ejemplo en León XIII, en Tibás; Tejarcillos de Alajuelita, La Carpio en La Uruca, Los Cuadros de Purral, así como en Pavas, Sagrada Familia, ciudadela Veinticinco de Julio y el casco central de San José.
“Si controlamos esas zonas, que son donde operan la mayoría de estructuras criminales, al final del año vamos a tener una reducción de delitos”, dijo.
Agregó que lo importante es estar “leyendo el partido todos los días”, para ajustar el recurso a los sitios donde se mueve más la delincuencia.
Finca invadida
El alcalde de Desamparados, Gilberth Jiménez, admite que La Tabla está en una zona marginal que se incluyó dentro de un proyecto de renovación urbana que el año pasado se presentó al Ministerio de Vivienda para buscar una solución integral.
Se trata de un proyecto a largo plazo que permita levantar un condominio en ese terreno.
“Necesitamos la voluntad del Gobierno y un compromiso firme para la renovación urbana de La Tabla, que es prioritario”.
De acuerdo con datos de la Municipalidad de Desamparados, en el asentamiento hay unas 400 familias. Desde hace más de 30 años llegaron los primeros precaristas que invadieron la finca y ahora se añaden los hijos de esos núcleos familiares.
Con el paso de las décadas han llegado a la conclusión de que el asfaltado de la calle no es viable, pues en el municipio afirman que se está buscando una solución integral.
Como los caminos no son públicos, sino propios de un asentamiento informal, no se pueden asfaltar ni intervenir, alegó.
Sobre el narcotráfico, reconoce que se trata de un problema "tremendo”, que requiere presencia permanente de la Fuerza Pública y que surge de las mismas condiciones de la zona.
“Es una finca que fue invadida en su oportunidad y se fue ampliando en forma irregular por quienes invadieron en aquel entonces”.
Pese a ello, la comunidad se organizó para construir un área de juegos para los niños, así como un espacio para jugar fútbol.
Afirmó que Desamparados tiene 22 asentamientos que se espera intervenir de forma paulatina, tales como Las Palmas y Benjamín Núñez en Los Guido y el precario Primero de Mayo, en San Juan de Dios.
Arma de guerra
Entre las últimas incursiones policiales en esa zona, la Fuerza Pública sacó de circulación un fusil de asalto con tres cargadores y 243 municiones.
El hallazgo del arma AK-47 se registró la noche del lunes, en una de las incursiones para combatir la venta y comercialización de drogas.
“Es un arma de guerra, muy potente, muy poderosa. Su uso está prohibido en manos de particulares, máxime en una comunidad como La Tabla, donde casi todas las casas son de madera, por lo que las balas pueden atravesar las paredes. Incluso para los policías es riesgosa, porque a veces ni los chalecos antibalas contienen esos proyectiles”, expresó.
En la escena, los oficiales también decomisaron una caja de cartón con 21 municiones y una bolsa plástica con 123 proyectiles.
Al final, contabilizaron 234 balas incautadas por la Policía.
Un día antes, en ese mismo lugar, la Fuerza Pública decomisó las 6.198 dosis de crack, 3.398 puchos de marihuana, 400 gramos de la misma droga, 760 gramos de pasta de cocaína y 400 puntas también de esa droga.
Los posibles dueños de este cargamento huyeron por el cauce del río Tiribí.