Un joven peluquero vecino de La Carpio, en la Uruca, solamente sobrevivió 48 horas después de ingerir guaro Fiesta Blanca, el cual estaba contaminado con metanol.
Se trata de Jimmy Steven Álvarez Castillo, de 23 años. Él fue la primera persona de esa populosa ciudadela, ubicada al oeste de San José, que perdió la vida por el consumo de ese licor adulterado.
Al igual que Steven, otras siete personas también murieron en La Carpio por esa misma causa. En tanto, otros 11 vecinos, al menos dos de ellos amigos de Steven, permanecen internados en el Hospital México en estado delicado.
Cifras del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) señalan que en las últimas dos semanas, un total de 15 personas han muerto por ingerir licor con metanol.
Pulso alterado y con sueño
Steven Álvarez laboraba en la sala de belleza Francis Salón, en La Carpio. El sábado anterior terminó su jornada a las 7 p. m. y al salir pidió a la dueña del local, Francine Martínez, un “vale” (adelanto salarial) de ¢2.000.
“Cuídese si se va a ir a pegar la fiesta”, le advirtió ella, como lo hacía regularmente para evitar que cayera en el vicio.
Steven, camino a su casa en el barrio La Pequeña Gran Ciudad, a un kilómetro del sitio de trabajo, pasó a una licorera en el sector conocido como “cuarta parada” y aprovechó una promoción. “Vendían una pachita por ¢475 y se llevaba otra regalada”, dijeron dos vecinos de La Carpio.
“Vino como a las 9 p. m. Le pregunté si venía tomado y me dijo que no. Solo se tomó dos pachas que compró ahí en la licorera de la ‘cuarta’”, contó su madre, Carolina Castillo.
“Yo lo vi bien. Se acostó a dormir. El domingo le tocaba trabajar, pero se levantó como a las 10 a. m. porque yo lo desperté y le dije que le había agarrado tarde, entraba a las 9 a. m.”, agregó la mujer.
Ese domingo, los compañeros de trabajo en el salón de belleza notaron que tenía el pulso alterado. Incluso, cortó a un cliente cuando le hacía la barba.
“Nunca en el año y tres meses de trabajar aquí le había sucedido una cosa así. Era muy responsable y muy atento. Él me llamó y me dijo que iba a tomar la hora de almuerzo para dormir y se acostó en un sillón interno”, dijo su jefa, Francine Martínez.
Ese día, Steven salió a las 4 p. m. porque se sentía indispuesto. Regresó a su casa y se acostó a dormir, pero poco después comenzaron los efectos graves de la contaminación en el cuerpo.
Dolores y vómitos
La madre del joven peluquero recordó aquellos duros momentos: "Como a la 1 a. m. (del lunes) empezó a llamarme. Me decía que le dolía mucho el estómago y fue cuando empezó a vomitar. No paraba. Me decía: ‘Ma, no me dejés solo; ma, no me dejés solo’. Yo le decía: ‘¿Qué es lo que tenés, qué fue lo que tomaste’. No me contestaba nada y me decía que le dolía el estómago.
"En la mañana se estaba desvanecido, que no tenía fuerzas para levantarse. Ya no respondía, los ojos como que se le volteaban y no hablaba. Yo le golpeaba en el pecho y le decía, Steven pero aquí estoy yo. Ya te voy a llevar al hospital.
"Dice mi hija que cuando ella le habló, él dijo: ‘Gaudy, no veo, no veo. No veo nada. No sé qué me está pasando, pero yo no veo’.
"Cuando llegamos al hospital (México), me mandaron a eso de la cosa del covid y ahí estuve con él. Se desvanecía. No hablaba, hasta que el muchacho que me atendió y le tomó la presión me dijo: 'Por favor, por favor, pase a Emergencias.
"Una doctora se me paró y se me quedó viendo y me dijo: ‘¿Qué tiene Steven? ¿Qué tomó su hijo?’. Le dije que solo fueron dos pachas de guaro que él se tomó el sábado. Las compró en la licorera de la ‘cuarta’. Resulta que la doctora lo ve, los signos vitales los tenía bien bajitos. Lo llevaron a reanimación y ya no supe más de él.
"Luego, la doctora me dijo que Steven tomó mucho metanol. ‘Estamos haciendo lo que podemos, pídale a Dios, que sea la voluntad de Dios, porque él está muy grave. Estamos haciendo lo que podemos. Él en cualquier momento se le va’.
"Despuesito de las 6 p. m., el papá se metió y le estuvo hablando y casi como a las 7 p. m. fue que nos dijeron que murió.
"Las dos botellas que él se tomó el sábado fueron las que me lo mataron (...). Fiesta Blanca se llama. Nosotros teníamos la botella y la doctora me la pidió con un poquito de líquido que había dejado él, para saber qué tomó”, relató Carolina Castillo.
Hasta el final
La madre de Steven dijo que el lunes, poco después de que a su hijo lo llevaron al hospital, en la comunidad otras personas comenzaron a tener síntomas muy similares y también fueron trasladadas al centro médico.
"Steven fue el primer caso, después entró otro muchacho vecino de aquí del barrio, intoxicado, y el hombre (dueño de la licorera) seguía vendiendo el guaro, porque detrás de uno iban otros. Dicen que el hombre comenzó a regalar las botellitas ahí en la ‘cuarta’.
“El hombre debió de haber parado la venta. No quiero que la muerte de mi hijo quede impune. Yo voy a seguir con esto. Ese señor debió haber suspendido la venta”, afirmó Castillo.
Por su parte, Edwin Barillas, presidente de la Asociación de Desarrollo Comunal de La Carpio (Asodeco), dijo que la organización está muy preocupada por lo sucedido, pero sobre todo porque las víctimas eran personas trabajadoras, “no eran indigentes”.
La Carpio en breve
La ciudadela La Carpio es una comunidad situada en el distrito de la Uruca, al oeste de San José, y surgió de una invasión de terrenos pertenecientes a la Caja Costarricense de Seguro Social, realizada entre 1993 y 1994. Su nombre, La Carpio, alude al apellido de unos de los organizadores de la toma de terrenos.
Tiene una extensión de 23 kilómetros cuadrados y está rodeada al sur y al norte por dos ríos, el Virilla y el Torres, respectivamente. Hacia el oeste colinda con un depósito de basura y hacia el este tiene una única salida que lleva al Hospital México.
Según datos del último censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en la comunidad hay 4.291 casas y tiene una población de 17.760 personas. Empero, datos extraoficiales detallan que existen más de 5.000 viviendas, con una población de unas 30.000 personas.