Con la llegada de las lluvias se inició la temporada de cortejo de los cocodrilos, en la que los machos dominantes expulsan a otros individuos de sus territorios, de modo que se pueden encontrar algunos de ellos en lugares en donde normalmente no se observan: y muchas veces cerca de los humanos.
El biólogo Iván Sandoval, investigador de la Universidad Nacional (UNA), pide a la población extremar medidas para evitar toda interacción negativa con estos reptiles.
Al percibir el estímulo del agua llovida, los machos buscan a las hembras para aparearse. Posteriormente son ellas las encargadas de construir sus nidos cerca del agua utilizando vegetación y tierra y de cuidar durante casi tres meses la anidación. Ponen entre 40 y 60 huevos por nido, pero solo un ejemplar llega a edad adulta, pues hay muchos huevos infértiles. Los que logran nacer hallan depredadores como garzas, peces grandes, reodores y hasta los mismos cocodrilos.
Los cambios durante la época lluviosa traen consecuencias, pues las hembras se tornan más agresivas para proteger sus crías y muestran comportamientos defensivos si sienten que su territorio está siendo invadido. Algo semejante pudo suceder en el reciente ataque que acabó con la vida de Jesús López bajo el puente del río Cañas, que está entre Carrillo y Santa Cruz.
Según Sandoval, toda laguna o río en ambas zonas costeras del país debe presumirse como hábitat para un cocodrilo, aunque prefieren los manglares y las desembocaduras de ríos, porque les permiten salir al mar a consumir peces para devolverse de nuevo al agua dulce.
Por eso es común verlos en la desembocadura del río Tárcoles, en Garabito, así como en el Tempisque a su paso por Cañas, al igual que en cualquier zona de esteros y cercanías de manglares.
Aunque en muchos de sitios hay rótulos para disminuir accidentes, algunos comerciantes y lugareños muchas veces los quitan por estimar que atentan contra su actividad.
Otra práctica muy negativa es la de alimentar cocodrilos en el medio silvestre, pues el animal asociará rápidamente la presencia de humanos con comida, lo cual podría generar incidentes para quienes llegan a esos sitios como turistas.
Cocodrilos se ubican en las costas
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Sobrepoblación es incierta
La muerte de Jesús López, un peluquero y futbolista de 29 años en el río Cañas, entre Carrillo y Santa Cruz de Guanacaste, atrapado por un cocodrilo el 29 de julio, pone en la palestra las dudas sobre alguna eventual sobrepoblación de estos reptiles.
No existen datos actualizados sobre la cantidad de cocodrilos según la región. Algunos estudios aislados muestran una recuperación de estos depredadores, cuyas poblaciones estuvieron muy afectadas en la década de los 60 y 70 por la caza que experimentaban debido a la explotación de su piel y su carne.
El biólogo Sandoval, quien lleva 23 años trabajando con esos animales y coordina desde el 2010 todos los proyectos referidos a esa especie en la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional, sostiene que las poblaciones de esos reptiles son saludables.
Admite que no hay un dato actualizado del estado de las poblaciones en todo el país, pero en los últimos años se han hecho ciertas investigaciones coordinadas con el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) en el Pacífico norte.
Con base en esos estudios técnicos y científicos, se han dado planes de manejo coordinados con el SINAC en la zona de Tempisque en Cañas, los cuales permitieron sacar decenas de individuos del medio. Muchos de esos animales tenían problemas físicos; por ejemplo, les faltaba una pata o un pedazo de la cola. Algunos estaban con la mandíbula quebrada y les faltaban dientes debido a las mismas disputas entre ellos, por lo que fueron sacrificados.
“Un animal con un problema físico no tiene la misma capacidad para buscar sus presas naturales y podría comenzar a buscar otras más fáciles, por ejemplo, un perro, un gato o en peor de los casos, una persona”, dijo Sandoval.
Quedan mutilados cuando logran huir de peleas principalmente cuando se inician las lluvias y llega la temporada de apareamiento. Además, son caníbales por lo que devoran a sus propias crías o a los juveniles si se presenta la oportunidad.
En la temporada de cortejo los machos dominantes expulsan a otros individuos de sus territorios y es por eso que suelen encontrarse algunos en lugares donde normalmente no se observan.
Mauricio Mendez, funcionario del Área de Conservación Tempisque, del SINAC, dice que urge actualizar el estudio en la cuenca del Tempisque, pero como es una zona tan grande, exige un gran esfuerzo y planificación. En los últimos dos años se han concentrado en la costa externa de la península de Nicoya y hasta la frontera con Nicaragua.
Dijo que los encargados de educación ambiental se van a acercar a la comunidad donde ocurrió el ataque para buscar un espacio donde retomar el tema, pues ahí vive gente que sabe mucho sobre cocodrilos, pues conviven con ellos, pero hay otros que tal vez no saben tanto y se debe conversar con ellos para buscar acciones conjuntas de prevención.
Por su parte, el biólogo César Castro afirma que la percepción de la gente sobre un aumento en la población de cocodrilos puede deberse a que éstos apenas se están recuperando de la intensa cacería que sufrieron el siglo pasado. Para él no existe sobrepoblación y más bien llama al SINAC a evitar venganzas y velar por esa especie que existe desde hace millones de años y en la actualidad se cataloga como vulnerable.
Atraídos por presas fáciles
El último estudio en la zona norte revela que de los lugares con más cocodrilos, están las cercanías del río Bongo en Cóbano, así como en el estero Nosara, en Nicoya, atraídos por la cercanía de la población humana en los estuarios.
Al ser especies oportunistas y carroñeras, los cocodrilos aprovechan que la gente suele hacer mal manejo de los desechos que tiran a los ríos, así como también la presencia de mascotas y de animales domésticos como gallinas, cerdos y terneros, que a veces llegan a beber agua y se convierten en presa fácil para ellos.
Mauricio Méndez dijo que cuando hay un ataque de cocodrilo a una persona, se debe considerar, con base en evidencia científica, que el animal aprende que el ser humano, a pesar de su tamaño, no es una presa difícil, pues no tiene garras, dientes, veneno, ni la fuerza para defenderse.
Por lo anterior lo ideal es sacar a ese animal del medio, ya sea llevándolo a un sitio de manejo o aplicándole la eutanasia, siempre que se pueda capturarlo, pero en Río Cañas no se podía y las circunstancias obligaban a eliminarlo a distancia porque el alto riesgo y por eso se procedió a autorizar los disparos, con el fin de que no se llevara al muchacho.
La Fuerza Pública actuó por solicitud directa del SINAC para dispararle a matar. Era lo más efectivo pues no se podía jugar el riesgo de que escapara. El artículo 22 de la Ley de Conservación de la Vida Silvestre dice “... en caso de inminente peligro a la integridad de las personas, por parte de un espécimen silvestre, podrá una persona, en defensa, proceder a capturar, controlar o, como último recurso, eliminar el espécimen amenazante, sin que tal acción entrañe sanción alguna”.
Para Iván Sandoval se pueden hacer planes de manejo y definir zonas de exclusión de cocodrilos mediante mallas perimetrales, para dar seguridad a las comunidades. “Podríamos tener este tipo de barreras mecánicas para que los cocodrilos no lleguen a ciertas zonas turísticas o de presencia humana. Se pueden hacer planes de manejo para control de la población, pero todo tiene que ser en coordinación con el SINAC”, dijo.
Para él no se trata de que ya no vamos a poder ingresar al mar o a los ríos, lo que se debe hacer es estar seguros de que al hacerlo las probabilidades de encuentro con un cocodrilo se disminuyan. Ese tipo de acciones se han desarrollado en otras latitudes con cocodrilos, por ejemplo en Australia, dijo Sandoval.
Su aporte al ecosistema
Sandoval destacó que el cocodrilo es un regulador de poblaciones, por lo que controla especies de peces y mamíferos que se puedan ir saliendo de control. “Él va regulando estas poblaciones y además es un reciclador de nutrientes en el ambiente. Si se encuentra, por ejemplo, un manatí muerto, lo consume, entonces reciclan todos estos nutrientes y ayudan a la correcta función del ecosistema, pues sin ellos habría poblaciones que se saldrían de control”, sostuvo.
Cuando dicta charlas en las comunidades o con los estudiantes, Sandoval pone como ejemplo puntual que muere más gente por enfermedades ligadas a los roedores que por cocodrilos. Entre las especies que controlan están los ratones, principalmente en zonas cercanas a los ríos donde hay mal manejo de desechos. “Hay un balance en el ecosistema que los cocodrilos mantienen, análogamente a lo que hace un tiburón en el mar”, dijo.
Añade que desde 1992, cuando entró en vigencia la Ley de Conservación de la Vida Silvestre (N.° 7317), la cacería de cocodrilos se prohibió y a partir de ahí la población que estuvo amenazada se ha venido recuperando exitosamente. En nuestro país hay cocodrilos en ambos litorales, así como en humedales de tierra adentro.
El artículo 96 de esa ley dispone multas de hasta ¢40.000 a quienes comercien, negocien o trafiquen con animales silvestres, sus productos y derivados, sin el respectivo permiso, principalmente en poblaciones declaradas como reducidas o en peligro de extinción.
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