El volcán Turrialba, cuyo cráter activo está a 3.340 metros sobre el nivel del mar, fue reabierto este 14 de enero y el primer grupo de turistas del presente año llegó al mirador antes del mediodía. A partir de este sábado se espera más visitación según las solicitudes hechas al sistema de reservaciones.
El nivel de alerta volcánica bajó de 3 a 2, lo que faculta el reingreso de turistas que durante el fin y principio de año no pudieron hacerlo debido al cierre preventivo, el cual comenzó el 29 de diciembre y se mantuvo por 16 días. El vulcanólogo Javier Pacheco, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), informó de que desde el 28 de diciembre no se han vuelto a registrar erupciones.
Reyna Sánchez, administradora del Parque Nacional, informó de que estos meses averanados resultan ideales para la observación de los tres cráteres, pues la mayoría del tiempo la cima prevalece despejada.
Recordó a los visitantes, que se mantienen las medidas de seguridad establecidas por el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), como el acompañamiento de guías certificados, el uso de equipo de protección personal y el uso por parte de los guías de equipo portátil para la medición de gases volcánicos, además de la comunicación constante con la administración por eventuales alertas.
Pluma en la cima
La interacción de los gases emanados por el coloso turrialbeño con factores ambientales como la lluvia, la humedad, la luz solar y las ráfagas de la presente temporada de empujes fríos determinan la coloración, altura y dimensiones que adquiere la columna que se mantiene en ese volcán, cuya actividad va en descenso desde las fuertes erupciones ocurridas entre el 2015 y el 2017.
Pacheco explicó que como el magma que subió años atrás dura unos 100 años en enfriarse, el gas que constantemente lanza el volcán sale a temperaturas altas, de modo que cuando hay empujes fríos, como en la actualidad, el aire húmedo y frío que corre por la cima proveniente del Caribe se condensa al entrar en contacto con los gases calientes, lo cual torna blanca la pluma.
Dependiendo de la velocidad del viento, esa columna de gases se eleva por varios kilómetros o, por el contrario, se difumina cerca del cráter cuando las ráfagas son muy fuertes. Lo mismo sucede en otros volcanes como el Arenal en San Carlos, donde en días despejados todavía se ve la pluma de gases, pese a que su actividad eruptiva cesó hace más de una década, en octubre del 2010.
“Si no hubiera condensación en la cima por el choque de gases a diferentes temperaturas, no se vería nada, pues los gases que salen son mayoritariamente transparentes y aunque la cantidad que emana es la misma, la forma en que se ve depende del entorno”, dijo el científico.
Añadió que constantemente realizan monitoreos de gases, así como análisis de cambios en la superficie del macizo, sismicidad, temperatura de fumarolas y otros, de modo que aunque la actividad va en decadencia, se pueda alertar a las autoridades cuando el nivel de gases aumente o cuando surjan erupciones, con el fin de no exponer a los turistas.
En este momento el Turrialba permanece estable y ya recuperó el sistema de almacenamiento de aguas llovidas o sistema hidrotermal, que suele causar erupciones entre leves y moderadas cuando a lo interno del macizo el agua fría llega a cámaras de hirviente gas magmático y surgen la reacción explosiva.
“Sigue siendo un volcán activo que de vez en cuando puede producir alguna de estas pequeñas erupciones y por lo tanto hay que mantenerlo vigilado”, agregó Pacheco.
Un gigante para apreciar
El año pasado un total de 4.846 personas visitaron el mirador, desde donde se ve el cráter activo (oeste), así como otros dos que se formaron en anteriores ciclos eruptivos y ahora lucen apagados.
Aunque el volcán sigue con desgasificación pasiva, todavía puede generar erupciones imprevisibles o súbitas, con potencial de expulsar materiales y ceniza fuera del cráter, por lo que Sinac hace un llamado a quienes suelen ingresar por zonas ilegales, pues se exponen a peligros por escalar sin equipos de protección personal ni de medición de gases, al tiempo que lo hacen infringiendo la ley, por lo que de ser sorprendidos se exponen a responder ante la Fiscalía en caso de ser recurrentes.
La caminata que comienza por finca El Tapojo consta de un recorrido de siete kilómetros, aproximadamente, con un nivel de dificultad alto, pues la forma fácil de llegar a la cima que existía antes, quedó cerrada debido a un problema entre los dueños de la Hacienda La Central y la Municipalidad de Turrialba, lo que obligó a buscar el nuevo acceso por Monte Calas, que es a través de una camino de lastre en el que solo a pie o con cuadraciclos se puede pasar.
Por lo anterior, la visita no es recomendable para personas con problemas de movilidad, o que padezcan males cardiacos o respiratorios. El ascenso dura más de dos horas con algunas paradas en la que los guías explican sobre los diversos parajes.
Quienes visiten ese Parque Nacional deben utilizar vestimenta y zapatos adecuados para caminar por áreas con fuertes pendientes y en las que a veces hay condiciones climáticas adversas. La reserva del servicio de guiado se efectúa en la página web de la asociación de guías turísticos locales U-Suré.
El director del SINAC, Rafael Gutiérrez, afirmó que el acceso por el nuevo sector se hizo mediante un convenio, de modo que en el punto de partida los guías reciben a los turistas para la caminata por la que la institución cobra ₡1000 a residentes y $12 a los turistas. Por su parte el equipo de guías cobra ₡6000.
Cerca del mirador se habilitaron unos senderos con vista a la zona atlántica, lo mismo que área de pick nick y baterías de baños. En el trayecto hay rotulación y siete refugios de protección ante eventualidades.
En el país existen 30 parques nacionales y 149 áreas silvestres protegidas, de las cuales 138 son de administración estatal o mixta y 11 privadas.
LEA MÁS: Cráter de volcán Turrialba redujo su profundidad de 180 a 130 metros en los últimos tres años