La Tigra de San Carlos. Romelia Jiménez Campos cumple 88 años en enero próximo. Es madre de 17 hijos, 11 de los cuales están con vida.
Esta vecina de La Tigra de San Carlos sabe de sufrimientos, porque la vida la ha puesto frente a trances difíciles: hace solo seis meses, su hijo mayor, Víctor Zamora Jiménez, murió de cáncer, y ella quedó viuda hace 18 años, cuando un infarto le quitó la vida a su pareja.
Sin embargo, hoy doña Romelia está segura de que el peor momento que le ha tocado afrontar ocurrió el sábado pasado en la madrugada, cuando unos delincuentes, que aún están en fuga, ingresaron en su casa a robar y luego mataron a su hijo en presencia suya.
La víctima, Alfonso Zamora Jiménez, de 55 años, se dedicaba, entre otras cosas, a prestar dinero, y vivía con la anciana en una casa de cemento en La Tigra. Ella no sabe por qué lo mataron. Lo único que sabe es que, de pronto, los delincuentes ingresaron en su cuarto, y después, en el de su hijo para matarlo “como si fuera un animal”.
Doña Romelia recordó que la última vez que vio con vida a su hijo fue el viernes anterior a eso de las 6 p. m., cuando ambos rezaron el rosario antes de acostarse. Hacer juntos esa oración era una costumbre diaria.
“Dormimos en cuartos separados por una pared”, comentó la señora, quien, pese a su edad, se expresa de manera clara en medio del llanto por el recuerdo de su Alfonsito, como lo llama.
“Yo estaba despierta cuando un hombre alto ingresó a mi cuarto y me tomó con fuerza por los brazos. Comenzó a golpearme la cara; yo le dije que no me matara”, expresa la anciana, esta vez con una especie de nudo en la garganta y lágrimas en su rostro.
Según su testimonio, el sujeto primero le cubrió la boca con la mano, y de seguido, la amordazó.
“La Virgen Santísima me protegió. Yo le supliqué (al sujeto) que no me matara, que era una anciana y que no tenía dinero, que por Diosito no me matara”.
”Por la puerta, vi que otro hombre estaba golpeando a mi hijo. Lo hacía con furia, como si mi hijo fuera un animal”.
Doña Romelia continúa: “El sujeto me tapó la cabeza con una sábana; luego me amarró las manos con una camisa, me tiró al baño y cerró la puerta. Yo creo que pensó que ahí me moriría” .
La anciana cayó bocabajo entre el inodoro y la pared de su habitación. “Quedé prensada, me faltaba el aire. En ese momento, volví a creer que estaba en los últimos minutos de mi vida. No sé cuánto estuve ahí; tenía miedo de levantarme”, recordó.
“Al final, me levanté a como pude y logré ver que la puerta de atrás estaba abierta. Supe que ya se habían ido y respiré con un poco más de tranquilidad”.
Fue ese el momento cuando la mujer aprovechó para salir de la habitación y dirigirse adonde estaba su hijo.
“Toqué a Alfonsito, lo moví, lo llamé y lo llamé desesperada, pero él no me respondió. Yo estaba como loca, sentía que mi hijo se me moría, pero que aún podía salvarlo, hacer algo por él.
”Salí por la puerta principal y caminé hasta la casa de mi otro hijo, Freddy, que vive al frente. Él me ayudó a llamar a la Policía y a algunos vecinos. Después supe que ya mi Alfonsito se nos había ido. Es lo más aterrador que he vivido en mis casi 88 años; esto no se lo deseo a nadie”.
Doña Romelia confía en que logren detener a los hombres que hicieron esto y clama porque se haga justicia, que paguen por lo que hicieron. “Y si no – añade–, Dios se encargará”.
Pesquisas. Este domingo en horas de la tarde, agentes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) allanaron una vivienda en el barrio San Miguel de La Tigra, donde reside uno de los hombres sospechosos del homicidio.
Las autoridades decomisaron un arma con ocho municiones, documentos de identificación y prendas del presunto asesino, pero no encontraron a nadie. El sospechoso lleva dos meses de alquilar esa casa.