La Oficina Regional del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) de Batán, donde se lleva la investigación por la desaparición de un niño de ocho años que fue atacado por un cocodrilo el 30 de octubre en Matina, indicó que lo restos extraídos de uno de esos reptiles y levantados el 27 de noviembre no corresponden a un ser humano.
Esos huesos eran parecidos a fémures (huesos que están entre la rodilla y la cadera) de un niño, de igual forma habían cabellos que desconocidos sacaron de la panza de un gran cocodrilo que fue cazado en el río Matina y se enviaron por parte del OIJ a los laboratorios forenses, donde se comprobó con elementos científicos que se trata de restos animales.
Margini Fernández Flores, madre de Julio Otero, el escolar desaparecido, así como el padre del menor, del mismo nombre, tenían la esperanza de cerrar ese ciclo con la certeza de que se había cazado al enorme cocodrilo que acabó con la vida del niño, pero al descartarse, la mujer afirma que vivirán con esa incertidumbre.
Según indicó Flores, su esposo ha estado pendiente del resultado y espera llamar este lunes al OIJ a que le expliquen de forma más detallada sobre lo que reveló el estudio de los huesos examinados.
Vía telefónica dijo que si no son humanos, “pues no hay nada que hacer, ni modo”. Afirmó que nunca volvió al río y que el proceso de duelo es duro y triste para ellos, así como para los hermanos, ya que será una Navidad empañada por esos recuerdos.
La esperanza de la pareja y sus otros hijos era al menos dar sepultura a los restos. La madre dijo que el domingo del ataque, la familia había ido a la orilla del río, donde jugaban varios niños, y de repente el animal se acercó, prensó a su niño con las fauces y se lo llevó, pese a los esfuerzos que ella hizo por salvarlo.
Luego de eso vino una etapa de intensa búsqueda durante varios días por parte de vecinos, familiares, cruzrojistas y la Fuerza Pública, sin que pudiera darse con pistas del niño o del animal. La faena de búsqueda fue muy difícil, ya que en ese río hay muchos cocodrilos, cuevas y madrigueras, y la única pista que tenían era el tamaño aproximado del animal, según expresó esa vez Tatiana Díaz, de la Cruz Roja de Limón.
El pequeño era escolar de tercer grado en la escuela de Matina. Ya en otras ocasiones habían ido a orillas del río y el domingo del ataque estaban en el playón cuando ocurrió la tragedia.
Sin señalización
El río Matina presenta hasta cinco ejemplares de cocodrilo por kilómetro, lo cual no se considera una sobrepoblación, pero sí es una zona que debe ser demarcada para evitar que la gente llegue a bañarse a sus orillas, máxime cuando van con niños o con mascotas, que son más vulnerables.
También es común ver a esos animales en otros sitios como Batán, Siquirres, Tortuguero, así como en regiones de Tárcoles, en el cantón de Garabito, Pacífico central y en varios lugares del Pacífico sur, según el científico Iván Sandoval, biólogo de la Universidad Nacional.
El experto indicó que los cocodrilos suelen vivir en cuencas que están cerca de poblados, ya que suelen cazar perros, gatos, gallinas o ganado, que son presas fáciles.
El Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) no pudo constatar quién, o quiénes, mataron al cocodrilo del que extrajeron los huesos enviados al OIJ en noviembre.
“Días después de los hechos fuimos al lugar e hicimos una inspección, vimos los restos que dejaron y se lo informamos al Organismo de Investigación Judicial (OIJ) para interponer la respectiva denuncia. Como funcionarios, esta muerte no la podemos obviar así que actuamos conforme a la Ley de Conservación de Vida Silvestre”, dijo Eduardo Pearson, del SINAC al medio Guana/Noticias.
Pearson explicó que no pudieron entrevistar a ningún testigo, ya que cuando llegaron no vieron a nadie y los vecinos estuvieron reacios a colaborar con las autoridades.
La denuncia que interpusieron en el OIJ fue contra ignorado, al desconocer quiénes sacrificaron al animal.
También dijo que hay un estudio sobre la presencia de caimanes y cocodrilos que será la base de un proceso de educación y advertencia con los vecinos cercanos. Afirmó que en Matina hay muchos y se mueven por ríos y canales ya que todo está conectado.
El SINAC intentó cazar al cocodrilo para llevarlo a otro ambiente o determinar si se le sacrificaba, pero no informó si al final esa gestión prosperó.
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Los funcionarios insisten a los lugareños en mantenerse lejos de la zona y no tomar más acciones por su cuenta pues el sacrificio por parte de terceros es delito.
Con base en la legislación vigente, quien mate o lastime a un animal de esos, si es encontrado culpable, se expone a una multa o a penas entre uno y tres años de cárcel.
Contrario a ello, Walter Brenes Soto, abogado especializado en litigio ambiental, dijo que presentará una demanda contra el Sinac, por carecer de estudios científicos actualizados sobre la población de cocodrilos en el país.
Lo anterior al considerar que lo sucedido en Matina era previsible y que es responsabilidad del Estado, establecer planes de manejo.