Un grupo de seis personas trans denunciaron haber sido discriminadas el pasado domingo 12 de febrero en el Parque de Diversiones. Las personas indicaron que no se les dejó entrar al parque a pesar de que ya habían comprado sus entradas por Internet. Dijeron que incluso una de ellas fue retenida por la seguridad del recinto.
Las denunciantes alegaron que la seguridad del parque les prohibió el ingreso porque las vieron y las grabaron consumiendo drogas, algo que ellas niegan. Por el contrario, ellas alegan que el rechazo está asociado a que son trans y a una discriminación “transfóbica y diversofóbica”.
Consultado al respecto, el Parque de Diversiones evitó brindar detalles de lo ocurrido y solo alegó que no se trató de un acto discriminatorio, sino únicamente de la aplicación de sus políticas internas.
“El caso consultado en específico no tiene relación con un acto discriminatorio, sino al incumplimiento de las políticas internas aplicables a todos nuestros huéspedes en general, que desean ingresar y permanecer en nuestras instalaciones. En este caso en particular los huéspedes fueron atendidos y en el mismo momento fue reprogramada su visita para el día que nos indicaron sin ningún contratiempo”, dijo el Parque.
La firma agregó que su recinto es un lugar de recreación para todas las personas y que están seguros de que como organización trabajan bajo políticas y protocolos para garantizar la seguridad de todos.
Aunque el Parque dijo que le reprogramó las entradas a las personas trans, una de las involucradas, Kay Ulloa, dijo que esto no ocurrió. A continuación un extracto de la denuncia que publicó en su cuenta personal de Instagram, en donde se identifica como Kay Kills Revlon, artista, coreógrafa y bailarina.
“Estábamos esperando a la última persona en llegar para ingresar y decidimos esperarla en la acera frente a la entrada principal del parque ya que había mucha fila para ingresar. Estuvimos ahí alrededor de 15 minutos. Durante los cuales algunas nos pusimos a fumar y compartir un cigarro de CBD y lavanda (productos que ahora se consiguen en tiendas físicas y son utilizados con fines medicinales) y a hidratarnos consumiendo agua porque el clima estaba muy soleado y estaríamos expuestas al hacer uso de las instalaciones del parque.
“Una vez llegada la persona que esperábamos, procedimos a acercarnos a la entrada donde para nuestra sorpresa ya nos esperaban al menos cuatro personas de seguridad del parque que nos interceptaron y rodearon diciéndonos que no podíamos ingresar y que teníamos que retirarnos inmediatamente ya que estábamos bajo los efectos de las drogas. Fue una situación demasiado incómoda y frustrante ya que estábamos ahí rodeadas del personal como si fuéramos personas violentas o peligrosas.
“Aclaramos que no nos estábamos drogando y que no tenían pruebas para decir lo contrario. Desde el principio es clara la invasión a la privacidad y el acoso hacia nosotras como grupo en particular, porque no estábamos en la propiedad del parque y aún así se nos afirmó que habían enviado a un ‘colaborador’ a donde estábamos para chequear lo que estábamos haciendo y que él confirmó que estábamos consumiendo drogas. Y que además, se nos había grabado en cámaras (...).
“Sin embargo cuando solicitamos se nos mostrara ese video o esas ‘pruebas’ no tuvimos respuesta, sino que más bien se dio inicio a una serie de discusiones en las que se nos indicó que entonces lo que estábamos consumiendo era alcohol, eso dejó en evidencia que no sabían realmente qué decir a ese punto con tal de prohibirnos el ingreso a toda costa sin ningún motivo real válido, más que la discriminación de parte de superiores que les habían dado la orden irrevocable de no permitirnos el ingreso bajo ninguna circunstancia”.
Agregó que no quisieron devolverles el importe de las entradas compradas online y que a una de las amigas se la llevaron por aparte y la acusaron de que el grupo estaba consumiendo drogas. A esta última, los trabajadores del parque no quisieron referirse como ella, y solo le hablaban en masculino.
“‘En un momento una de las funcionarias comenzó a referirse a mí como ‘él’, y le dije en repetidas ocasiones que mi pronombre es ‘ella’. Tuve que solicitar que esa persona no me hablara directamente ya que ignoró por completo mi aclaración sobre mis pronombres y los continuó utilizando de manera incorrecta hasta que le solicité directamente que ella saliera de la sala ya que no me mostraba ningún signo de respeto, o que en su defecto me atendieran afuera, y no ahí encerrada y aislada haciéndome sentir vulnerable, ya que lo único que queríamos era la devolución de nuestro dinero si no nos iban a permitir hacer uso de las instalaciones. Una de las funcionarias me menciona entonces que el parque es ‘inclusivo’ y que ella no puede discriminar porque tiene ‘un hermano así', agregó la denunciante.
(...) “Situaciones como las de ayer (domingo) en otro momento hubieran causado que no quisiéramos salir de nuestras casas, pero hoy nos motivan para querer estar en todos los lugares donde nuestra presencia y lo que somos sea manifestación de que existimos y merecemos los mismos derechos y espacios que todas las personas. Somos personas que sentimos y luchamos todos los días por nuestra aceptación y validación propia para poder vivir en la sociedad que nos tocó. Esto sólo deja en claro que Costa Rica es aún transfóbica y diversofóbica”, concluyó.
Luego de que trascendiera este caso, usuarios reclamaron en redes sociales que la cuenta de Instagram del Parque de Diversiones bloqueó a varias personas e incluso restringió la posibilidad de comentar sus posteos y etiquetarlo en historias. Consultado por esto, la empresa respondió a La Nación lo siguiente:
“Nuestros perfiles oficiales de redes sociales son uno de nuestros canales de comunicación directo con el público en general, estos canales nos permiten escuchar de cerca y analizar las opiniones del público sobre nuestro servicio de entretenimiento. Rogamos a los huéspedes el uso de vocabulario decente y respetuoso, no ofensivo donde no se exponga al bloqueo de su propio su perfil”.