Eran las 8:45 a. m. del 16 de enero cuando Óscar Ling, de 24 años, estaba frente a una computadora que tenía en su minisúper, en Pococí de Limón. El comerciante digitaba unos datos al tiempo que permanecía pendiente de las personas que ingresaban al local.
Dos sujetos con unas gorras que impedía verles bien la cara entraron en ese momento, sin que Ling adviertiera nada extraño. Creyó que eran clientes.
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Pasaron solo unos segundos para que la situación cambiara. Uno de los individuos pasó de lado del mostrador y le puso una pistola en el cuello, mientras que el otro sacaba el dinero de la caja registradora.
El comerciante no opuso resistencia, pero eso no importó; uno de ellos accionó el arma y le disparó en el tórax. Ling murió poco después en el hospital, mientras que los asaltantes lograron huir con ¢30.000.
Los asaltantes fueron capturados días más tarde y el 25 de octubre fueron condenados a 60 años de prisión.
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Según estadísticas del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Pococí contabilizó 1.099 delitos al 1°. de octubre de este año, lo que lo convierte en el cantón más violento de Limón.
La mayoría de denuncias interpuestas son por hurto (358). Le siguen el robo agravado (338), el asalto (243), el robo de carros (103), la tacha de carros (32) y los homicidios (25).
En este último delito, este cantón es solo superado por Limón, que registró 30 crímenes.
Después de Pococí, está el cantón central de Limón, con 914; luego Siquirres, con 717; Talamanca, con 502; Matina, con 425; y Guácimo, con 259.
Según datos del Censo 2011, Pococí es el cantón más poblado de esa provincia. Las proyecciones indicaban que el 2016, tenía 142.171 pobladores, mientras que, para ese mismo año, la cifra del cantón central de Limón rondaba las 98.459 personas.
Violencia narco
Pese a que la información lo sitúa como el cantón más violento, para el Ministerio Público el escenario no es tan caótico como en otras zonas del país.
Según dijo la fiscala adjunta de Pococí, Erna González, los datos apuntan que la delincuencia común se ha mantenido, sí ha habido un repunte en los homicidios provocados por enfrentamientos entre bandas narco.
Aunque no tenía estadísticas a mano, González indicó que aunque la cantidad de asesinatos no ha variado mucho, ahora la mayoría son provocados por venganzas por drogas.
"Hay mucha rivalidad entre las organizaciones criminales asentadas en este sector y cada vez son más violentos entre sí", apuntó.
A criterio de la fiscala, esos homicidios tan crueles provocan un incremento en la percepción de la violencia.
González indicó: "La gente escucha y ve en las noticias que mataron a tal y que mataron al otro. Eso genera preocupación.
"Además, los asaltantes también cambiaron su manera de actuar. Ya ellos no aplican el candado chino de antes con el que buscaban inmovilizar a la víctima, ya ellos sacan un arma y te amenazan. Y esa situación se da a conocer por todo el barrio y la gente se atemoriza".
Se intentó conversar con representantes del OIJ, pero al cierre de edición no habían respondido a la solicitud.
Una cultura 'problemática'
Lejos del crimen organizado, las autoridades reconocen que la delincuencia común también genera problemas, aunque ahora lo hace a una escala menor.
"La información que tenemos es que todo se mantiene igual y, en algunos puntos, hasta baja. Los asaltos a comercios, asaltos a casas y hasta a personas no es una situación que se dé fuerte acá", apuntó la fiscala.
No obstante, reconoció que existe una cultura de no denunciar los hechos. Los afectados solo buscan recuperar lo perdido y como no siempre sucede, se decepcionan del sistema.
"Indistintamente de si se recupera o no lo perdido, lo que importa es capturar a esta gente que anda cometiendo delitos.
"Aquí hay que recordar que lo que más importa es alertar a las autoridades para que nosotros conozcamos el movimiento de los delincuentes. Si no nos dicen lo que sucede, no sabremos cómo distribuir de una mejor manera la presencia policial, por ejemplo", señaló.
En ese sentido, los vecinos confirmaron que, aunque la criminalidad les robó la paz, prefieren no denunciar porque no van a recuperar lo perdido.
Marlyn Guzmán, por ejemplo, sufrió dos asaltos el negocio el año pasado. Sin embargo, prefirió no alertar a las autoridades.
"Las denuncias siempre terminan en nada, entonces no quiero perder mi tiempo. Mejor lo dejo así y utilizo las fuerzas que me quedan para levantar el negocio, que es lo que me da de comer a mí y a mi familia", dijo la vecina de Pococí, de 42 años.
Más empleo, más seguridad
Con más oferta laboral y más presencia policial, las cosas podrían cambiar. Así piensan varios pobladores de la zona, quienes prefieren que sus nombres no se divulguen.
"Uno ve jóvenes en las esquinas, sin nada que hacer. Entonces, el narco ve en ellos una gran oportunidad para filtrarse en la comunidad", comentó una lugareña.
Jorge Espinoza, quien fue alcalde el periodo pasado (2010-2016), aseguró que la situación en Pococí es preocupante, al igual que el escenario que se pinta sobre el resto del territorio nacional. Él comparte la urgencia por más fuentes de empleo.
"Si no hay trabajo, la gente se prostituye, asalta, roba, vende drogas. Esto provoca agresión tras agresión. Si hay una familia y no tiene qué comer, busca qué hacer porque no puede tener a los hijos muertos de hambre", reprochó.
Por su parte, la Fuerza Pública asegura que realizan constantes patrullajes.
Vecina de Pococí: 'Uno sabe que en cualquier momento lo asaltan'
De la tranquilidad que sentía hace un par de años ya no queda nada.
Marlyn Guzmán, de 42 años, se levanta, se persigna y le pide a la vida que ese día no la asalten de nuevo en su negocio: una librería, ubicada en el centro de Cariari de Pococí.
En dos ocasiones entre el año pasado y este, delincuentes llegaron hasta su comercio y con arma en mano la despojaron de su dinero y de su mercancía. En total, calculó que perdió cerca de ¢6 millones.
"Esas pérdidas lo golpean muchísimo a uno. Uno es un trabajador que no tiene plata ni reservas guardadas. Entonces, estos asaltos son mortales", apuntó.
Lo que más le preocupa es que, según dijo, tarde que temprano, los malhechores regresarán.
"Uno sabe que en cualquier momento lo asaltan. Mentira que uno piensa que ya no va a pasar o que aquellos momentos fueron cosa de mala suerte. Para nada.
"Lo que hace uno es intentar tener tranquilidad, pero eso no pasa tampoco. Entonces, lo que uno sabe es que, cuando lo vuelvan a asaltar a uno, lo que tiene que hacer es entregarlo todo y listo".
Asimismo, Guzmán mencionó que, cuando se recuperó del primer asalto, buscó la manera de comprarse un par de cámaras y colocarlas.
"Siento que, en realidad, esto es lo más que podemos hacer para protegernos. También algunos comercios tienden a cerrar más temprano, tipo 5 p. m. o 6 p. m.
"Yo no, yo me voy hasta las 8 p. m. porque acostumbré a mis clientes a ese horario, pero cuando veo todo muy vacío, prefiero bajar la cortina y no exponerme", concluyó.
Vecino de Guácimo: 'Nadie se siente seguro ni en la calle ni en la casa'
El temor de Luis Alberto Castro Rojas es latente. Está en la casa y siente miedo. Está en la carnicería, que es de su propiedad, y también siente miedo.
Él es vecino de Guácimo de Limón y, pese a que es el cantón de la provincia con menos cantidad de delitos registrados, él aseguró que la situación es muy delicada. Otros vecinos, que prefirieron no ser identificados por temos a represalias, opinaron lo mismo.
A Castro, por ejemplo, se le han metido a robar siete veces en los dos negocios que tiene: la carnicería y una venta de alimentos para animales. Los robos se han dado entre el año pasado y este 2017.
"Con cada asalto, a uno le quitan los resultados de los esfuerzos. Y ni hablar de la paz que le arrebatan esos ladrones. En este momento, nadie se siente seguro ni en la calle ni en la casa y es muy duro vivir así, atemorizado", dijo.
Para contrarrestar, Castro se armó con cámaras de seguridad y también hizo unas mejoras en algunas partes de los locales para no dejar ningún lugar vulnerable.
"Estos son gastos que tenemos que asumir nosotros y, si recién nos asaltaron, tampoco es que tenemos plata para poder asumirlos. Entonces tenemos que ver cómo hacemos.
"Además, no hay mayor unión entre los comerciantes, entonces todos vemos por cada uno y así los delincuentes nos encuentran debilitados", concluyó.