Son zapatos viejos y desgastados, pero resistentes, son los únicos que tiene, según dice, para salir a buscar trabajo.
Hasta hace un año y dos meses, a un costado de esos zapatos lucía el nombre de “Fuerza Pública”, prueba de que Rónald Herrera Borges era miembro de ese cuerpo policial.
Pero el oficial de Montes de Oca, de 28 años de edad, fue despedido luego de que saliera a la luz pública que él aparecía en fotografías de la red social Facebook mostrando signos y banderas con el símbolo nazi. El Ministerio de Seguridad lo separó del cargo el 24 de abril del 2012 alegando que registraba ausencias injustificadas de un año atrás.
“Fue una injusticia”, señala Herrera ahora mientras cuenta que, desde ese despido, él, su esposa y sus dos hijas (de 2 y 4 años de edad) pasan penurias, pues él no encuentra un trabajo estable.
“Después de que me despidieron estuve 22 días que no quería ni salir de la casa. Después estuve buscando chatarra algunos días, alguna gente me llevaba a que le ayudara a chapear el zacate o hacer el jardín. Estuve en una empresa de seguridad pero solo 12 días por un problemilla. Me salieron otros trabajillos animando unos eventos, estuve en construcción y vendiendo cosas en un semáforo en Curridabat”, relata mientras está de pie, en una calle de Higuito de Desamparados, donde reside. Nos dice que prefiere que no entremos a su casa, para no exponer a su familia.
“En el semáforo vendía llaveros y lapiceros, cuando estuve más corto de plata me llevaba una bolsa de ‘popis’ . Algunos me reconocían y me ayudaban, otros no”, cuenta.
Luego agrega que, desde hace varias semanas, no ha tenido dinero para invertir en los artículos que revende.
“Hace poco fui a dejar una chatarra que estaba ahí a la orilla del río, o un día de estos que me regalaron 200 limones para que los fuera a vender”, recuerda.
Por cada kilo de chatarra, él recibe ¢90. El día que logró recoger 30 kilos, ganó ¢2.700.
“Los últimos ¢500 que tenía, los compré ahorita en una bolsita de leche para las bebés”, explica mientras soba los bolsillos de sus raídos pantalones.
‘Mi trabajo’. Herrera dice que desde muy joven están acostumbrado a hacer “de todo” para ganarse la vida. Solo que, ahora, según afirma le es más difícil, “por el problema que pasó”, dice.
“Hay gente que le trata de ayudar a uno, pero cuando se dan cuenta, o llega alguien y les cuenta de ese problema, ya como que se echan para atrás”, cuenta.
Insiste en que le arrebataron un trabajo por el que “luchó” para conseguir. “Era mi trabajo”, exclama.
“Fue injusto, porque la razón de que me echaran fue por mi ideología, porque sigo cosas diferentes, nada más. Yo nunca le hice daño a nadie, nunca estuve en ningún acto de corrupción, no me presté para cosas, no cometí abusos de autoridad”, alega el expolicía, y añade que sigue firme en sus creencias.
Para él, ser seguidor del nazismo significa: “La lucha por mi patria, por mi país, y en esa lucha voy a seguir, le guste a quien le guste, hasta que me muera”.
Esperanza. Mueve sus brazos rápidamente mientras afirma que aún espera poder regresar la Fuerza Pública. El exoficial dice que presentó una apelación al despido, pero el Departamento Disciplinario del Ministerio comunicó que no es así, y que la destitución está en firme.
Entre tanto, de ese trabajo, solo le quedan los zapatos viejos. “Yo tenía dos pares, unos que me acaban de dar, y esos fue los que entregué. Un jefe policial me vio con estos y me dijo que me iba a llevar a la Fiscalía. Al final, me hicieron quitarle el logo, son los únicos que tengo ”, dice Herrera.