En medio del sofocante calor que abrazaba a la comunidad de Crucitas, en Cutris de San Carlos, al menos 200 mineros artesanales trabajaban, el pasado miércoles 9 de agosto, en la extracción clandestina de oro en la finca Vivoyet.
Aunque se trata de una actividad prohibida, estas personas no parecían inquietas por una eventual llegada de las autoridades. Divididas en pequeños grupos, ese día lucían más preocupadas por sacarle al menos un gramo de oro a la montaña.
Entre ellos se encontraba un joven coligallero nicaragüense, quien aseguró a La Nación que la Policía los dejaba “trabajar tranquilamente” a él y a sus compatriotas si respetaban “tres reglas de oro”, las cuales accedió a detallar:
- Primera regla: “Que respetemos la laguna verde. Que no vayamos mineros ahí y el que va que nosotros mismos le hablemos para que vaya a los lugares apropiados”.
- Segunda regla: “Que no andemos por las calles donde está el puesto, que no andemos cruzando, saliendo o entrando por ahí. Que demos mejor la vuelta para evitar, porque luego los puede encontrar la patrulla, se los levanta y ellos no responden”.
- Tercera regla: “Que debemos respetar por acá un área que está cerquita del puesto, que no la podemos tocar, y es lo que estamos haciendo. Nos estamos apartando de ahí y estamos entrando a ciertos lugares que nos mencionaron que ahí sí podemos trabajar tranquilamente”.
“Mucho agradecimiento a las autoridades que nos han permitido trabajar muy bien conforme los límites que nos han puesto, los hemos respetado.
“Me siento contento, y todos los nicaragüenses que estamos acá, porque nos han estado informando, nos han estado llamando a reuniones e informándonos cuáles son las áreas que debemos respetar”, aseveró el joven.
La Nación solicitó un criterio al departamento de prensa del Ministerio de Seguridad Pública (MSP) y al ministro Mario Zamora. El jerarca negó toda veracidad de la información expresada por el coligallero de Crucitas.
“Achaco esa información a grupos interesados en demeritar la acción policial. Todo coligallero que sea atrapado in fraganti extrayendo oro será aprehendido y pasado con un parte policial ante el Ministerio Público, para que se le apliquen las sanciones legales correspondientes”, declaró Zamora.
Intensa actividad
Un equipo de este diario verificó, el pasado miércoles, la existencia de múltiples puntos de extracción en la finca Vivoyet.
Vecinos y oreros ilegales indicaron que la entrada y salida de personas era constante en ese sector debido a los “cambios de turno”, ya que unos trabajan de día y otros de noche, con la ayuda de generadores eléctricos y lámparas.
Ese mismo día, La Nación publicó que la Policía de Fronteras abandonó el puesto de vigilancia que tenía en esa propiedad el lunes 17 de julio. Un correo enviado a los encargados de esas instalaciones señala que la salida se dio “por orden presidencial”.
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Por este motivo, La Nación consultó al coligallero nicaragüense entrevistado el pasado miércoles si él o sus compañeros habían detectado una disminución en la cantidad de policías durante las últimas semanas.
“Sí, eso es positivo, los primeros días había bastantes policías, las patrullas estaban ahí al tanto y a algunos si los agarraban, les quitaban las cositas y se los llevaban. Pero los últimos días, con el mensaje que nos han compartido las autoridades, hemos tenido cuidado y hasta el momento no se han llevado ni a uno, ni les han quitado sus cositas.
“Ya ellos dejan de patrullar, solamente los límites que nos pusieron, respetarlos, y eso es lo que estamos cumpliendo”, aseveró el joven a este diario.
“Nos orientaron que mientras respetemos eso nos dejan trabajar uno, dos o tres meses. Después de ahí quedamos lo que nosotros podamos hasta apartarnos de viaje, abandonar terreno tico para agarrar nuestras tierras nicas”, declaró.
El entrevistado explicó que a Crucitas entran cada día entre 40 y 50 nuevas personas con el objetivo de buscar oro, muchas de ellas procedentes de Nicaragua, ya que la frontera está a solo 6 kilómetros de lugar, aproximadamente una hora a pie.
Detalló que la mayoría de personas llegan a Costa Rica a buscar las herramientas básicas de minería, ya que las autoridades nicaragüenses las despojan de sus artefactos antes de cruzar la frontera.
El pasado sábado 12 de agosto, el Ministerio de Seguridad comunicó que la Fuerza Pública volverá a reabrir un puesto de vigilancia en la finca Vivoyet gracias a un acuerdo logrado con los propietarios del terreno.
Zamora señaló que hubo un ajuste operativo en los patrullajes en Crucitas, por lo que la policía nunca abandonó por completo la zona, pues se han estado atendiendo otras 36 ubicaciones relacionadas con la extracción ilegal de oro.
¿Cuánto ganan por gramo de oro?
En su visita a Crucitas, La Nación indagó cuánto dinero obtienen los coligalleros por cada gramo de oro que extraen.
Uno de los mineros, quien prefirió no revelar su nombre, explicó que les pagan aproximadamente ¢20.500 por cada gramo de oro, lo que equivale a 1.400 córdobas nicaragüenses.
Al momento de ser entrevistado, este sujeto de entre 40 y 50 años de edad estaba saliendo de la finca Vivoyet con rumbo al río San Juan, luego de permanecer diez días en suelo tico en compañía del mayor de sus cuatro hijos.
Los coligalleros detallaron que durante una jornada diaria de trabajo pueden conseguir un promedio de dos gramos de oro, es decir, aproximadamente ¢41.500.
Sin embargo, la faena no es tan sencilla, ya que muchos de ellos son inexpertos y la mayoría llegan a Costa Rica sin herramientas, pues aseguran que les son incautadas en la frontera por la policía nicaragüense.
A lo anterior se suma el mal clima que impera en la zona, lo que evidentemente dificulta un trabajo que se realiza a montaña abierta.
En el caso del minero que detalló las ganancias que percibe por su faena, contó que no pudo trabajar los cuatro primeros días porque tuvo que conseguir herramientas. Él no es novato en el negocio, pues la mayor parte de su vida se ha dedicado a la minería artesanal en su país.
Sin embargo, aseguró que todo cambió hace aproximadamente un año, cuando el gobierno de Daniel Ortega los despojó de sus tierras para concesionar la minería a una empresa privada. Del día a la mañana se quedaron sin su modo de vida.
“Ahorita venimos por la oportunidad. Vale la pena venir, no se consigue una cantidad de oro como para no volver nunca, pero sí se consigue para subsistir, para la familia y los hijos. Alguito conseguimos.
“Mucha gente se enjarana allá para venir a ver si hay oportunidad, y le toca ir a cancelar y queda igual”, explicó el entrevistado, quien tenía planeado llegar a su hogar al anochecer del viernes 11 de agosto.
Otros coligalleros informaron a La Nación que el oro que logran extraer lo venden en Crucitas, a personas costarricenses que los esperan en un sector conocido como “los contenedores”.
“Ellos nos dicen ‘lo que ustedes saquen tráiganlo que nosotros se lo compramos’. Lo que hallamos lo vendemos aquí mismo para comprar ciertas cosas que nos hacen falta, lo que es alimentación. Lo que estamos sacando aquí mismo lo estamos dejando”, detallaron.