La Policía de Tránsito, el único cuerpo policial que le genera ingresos directos al Gobierno mediante las multas de carretera, enfrenta verdaderas penurias para cumplir con su trabajo. Delegaciones plagadas de cucarachas y en mal estado, vehículos varados, llantas tan gastadas que parecen hilachas y agentes que, a falta de uniforme completo, trabajan en tenis.
En abril pasado La Nación envió al Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) una batería de preguntas para poder contabilizar las necesidades de la Policía de Tránsito y nunca se obtuvo respuesta. El 8 de noviembre se remitió un nuevo paquete de consultas que fue respondido, parcialmente, el viernes 15 de diciembre a las 6:27 p. m. Para complementar la realidad de los agentes, este medio entrevistó a nueve oficiales de carretera, distribuidos en diversas regiones del país, quienes detallan las carencias que acumulan desde hace años.
Todos hablaron a cambio del anonimato, por temor a represalias. En sus conversaciones, uno de los primeros problemas que salen a flote es la falta de personal. Según datos actualizados, la Policía de Tránsito dispone de 620 policías operativos. Empero, al restar días libres, vacaciones o incapacidades, queda un promedio de 126 oficiales por cada turno de ocho horas, encargados de cubrir los 32.075 kilómetros de carreteras en Costa Rica, lo que equivale a 255 kilómetros por agente.
“Falta personal por cada escuadra, cuando deberían haber cinco, hay tres o cuatro; por lo tanto, no se da abasto. Para los controles en carretera, atención de denuncias y los accidentes de tránsito, los afectados tienen que esperar entre una y dos horas hasta que lleguemos al lugar”, explicó uno de los oficiales, quien labora en el Gran Área Metropolitana (GAM).
Por otra parte, un oficial del Pacífico Central mencionó que, hace años, cuando se unió a la Policía, su delegación contaba con al menos 25 oficiales, pero en la actualidad solo hay 11, distribuidos en turnos de dos. Esto significa que, mientras uno permanece en la delegación, otro patrulla las calles. “Aquí deberían haber, como mínimo, 60 o 50 oficiales para funcionar adecuadamente”, comentó.
La complicación radica en que su delegación es responsable de cubrir áreas extensas como Quepos, Parrita y Jacó, y no solo deben lidiar con la amplitud y dificultad del territorio, sino que su equipo solo cuenta con una patrulla en funcionamiento. Con horarios prolongados, cuando ocurre un accidente por la noche, su jornada se extiende al doble del turno, sin que esto se vea reflejado en su salario.
Las quejas sobre esta falta de personal también fueron expresadas por un oficial retirado que trabajó en la zona Sur, principalmente en la ruta 34, Costanera Sur. “De Coyolar a Palmar Norte son 200 kilómetros y ahí no pasa nada porque Dios es muy grande. No hay suficiente personal para atender las velocidades que se desarrollan en esa carretera”, afirmó.
Desilusionado por la precaria situación en la que se encuentra el cuerpo policial al que dedicó gran parte de su vida, el funcionario del Pacífico comentó: “Me siento muy desgastado, ya quiero irme de aquí, me desgasté luchando contra la administración”.
La Dirección General aceptó que, en algunas ocasiones, existe solo un oficial por turno en una delegación, “lo cual según el requerimiento se busca fortalecer con el apoyo de otras unidades por medio de sus jefaturas y la coordinación interinstitucional”. En el 2013, cuando había 900 policías en servicio, se estimó que se necesitaban 1.200 plazas más. Tránsito asegura que están haciendo los cálculos de la nueva realidad.
Equipos en mal estado
Como en otras delegaciones de los oficiales consultados, en esa estación del Pacífico es apremiante resolver el problema de las unidades, ya que, según indicó, cuando una patrulla o motocicleta presenta un fallo mecánico, los administrativos ponen trabas y argumentan falta de presupuesto.
En muchas ocasiones, los policías recurren a conocidos para solucionar los problemas mecánicos de sus unidades, lo cual podría prestarse para un intercambio de favores. “Si la administración me descubre o recibe una denuncia anónima de alguien que me fotografió en un taller no autorizado, me sancionan y suspenden hasta por un mes”, reveló el oficial. “No resuelven los problemas, pero si uno busca una solución, lo sancionan”, añadió.
Otro oficial de Tránsito de la GAM aseguró que en su delegación hay tres plataformas, un pick-up y una moto fuera de servicio. Además, cuando solicitan reparaciones, la administración responde que “no hay dinero”, o que “deben esperar hasta enero del 2024″.
“Con las reparaciones de las patrullas y motos, ya sea llantas, frenos, baterías o si se estallan, uno mismo costea la reparación”, agregó. “No creo que sea justo trabajar en estas condiciones, pero no hay opción; esto ocurre a nivel nacional, algunos lugares están peor que nosotros”, dijo preocupado.
Por su parte, un oficial de la delegación de San José mencionó que sus compañeros compran las llantas para sus motocicletas con dinero propio, ya que conducen con unidades que tienen los neumáticos “en puros hilos”, desgastadas y lisas, lo que aumenta el riesgo de derrapes o accidentes.
“Una llanta trasera vale entre ¢80.000 y ¢90.000, y la delantera, si se consigue a buen precio, cuesta ¢70.000. Si hace un recorrido nocturno, encontrará patrullas con las luces quemadas o sin la llanta de repuesto. El mantenimiento es deficiente, hay autos con el clutch malo y así circulan”, destacó.
Desde la Zona Norte, una policía mencionó que su patrulla no tiene problemas porque la cuida con esmero. Sin embargo, en ocasiones tuvo que recurrir a donaciones o acuerdos con terceros para solucionar inconvenientes.
Por ejemplo, recientemente cambió el aceite en el taller mecánico de su hermano y, después de varias semanas moviendo las escobillas con un cordón desde la cabina, recibió una donación de una fundación para comprar el motor para las escobillas.
En el Caribe, otra policía de tránsito comentó que ella misma presentó la solicitud para que su patrulla fuera reparada en un taller autorizado; no obstante, lleva meses a la espera de que se resuelva el trámite. “De 15 unidades, incluyendo las motos, al menos cinco están varadas y las otras se han ido varando, pero las arreglan por fuera”, mencionó la funcionaria.
Según la autoridad, otra problemática en torno a las unidades es el uso discrecional que se les da, ya que es común que los jefes regionales tomen una unidad para trasladarse de la oficina a la delegación cercana a su residencia, evitando así gastos de gasolina en sus vehículos personales, al contrario de los demás policías.
“Por ejemplo, un jefe de Limón aceptó el cargo en Limón y vive en Siquirres, así que todos los días usa una unidad de Limón para desplazarse a Siquirres. Los días libres, esa unidad queda estacionada, cuando podría ser utilizada por los demás oficiales de turno”, denunció.
La Policía de Tránsito respondió que cuenta con 461 unidades móviles: 217 son motocicletas, 145 pick-ups y 30 grúas. El total incluso es insuficiente para cubrir a todos los agentes. Algunas motos son modelo 2009 (Suzuki GSX-750p), otras 2011 (Harley Davidson) y las más recientes, del 2020 (BMW).
Entre los vehículos, las grúas de arrastre son modelos 2008 o 2011 (si funcionan, tienen hasta 15 años en servicio), y los carros más recientes son del 2018. Al 15 de diciembre, el Tránsito dijo tener 80 solicitudes de mantenimiento, pero no precisó cuánto cuestan las reparaciones, cuántas unidades pueden considerarse chatarra y cuántas unidades se requieren realmente para atender el país.
Dos años sin uniformes y edificios en pésimas condiciones
Según el relato de los oficiales, hace 20 o 15 años era común recibir uniformes cada seis meses. No obstante, en los últimos tiempos, las entregas de uniformes se dan cada año, año y medio, o incluso, en algunos casos, cada dos años.
“Los zapatos que tengo están destrozados, todos estamos en la misma situación, muchos vamos al zapatero para que nos los reparen. He visto a compañeros de otras delegaciones hasta con tenis”, destacó el oficial del Pacífico. A su criterio, el problema tiene origen en las jefaturas directas, quienes no gestionan los uniformes por temor o por simple deficiencia.
En contraste, la oficial del Caribe mencionó que, a pesar de ser de talla pequeña, le envían uniformes de talla XL que no le sirven. Además, aseguró que nunca recibió un par de zapatos de la administración porque dicen no tener de su talla, por lo que suele mandarse a hacer las botas con un zapatero.
“Nos proporcionan pantalones, pero el ruedo hay que pagarlo aparte, y los zapatos se nos mojan. En invierno es fatal y si se nos dañan, debemos mandarlos a arreglar”, mencionó otro oficial de la GAM. “Este año solo nos dieron uniforme una vez y hasta nos lo redujeron. Solo nos dieron tres camisas y tres pantalones para todo el año. Y dicen que zapatos no existen en este momento”, agregó. Otro oficial de la misma zona reveló que en todo el 2023 no recibió uniformes nuevos.
Otro oficial entrevistado, con 20 años de servicio, confirmó que hace dos años no le entregan botas y le corresponde comprarlas, ya que no está dispuesto a exponerse a un accidente por usar calzado inadecuado sin la protección necesaria para conducir. Las botas protegen al motociclista del calor, de la fricción en carretera e incluso de un esguince, pues manejan vehículos muy pesados.
Cuestionó que incluso los uniformes, que antes tenían especificaciones de protección contra la luz UV y el agua, ahora son de menor calidad. Además, preocupa a los funcionarios el mal estado de algunas delegaciones y la falta de personal de limpieza.
“Tenemos un comedor en pésimo estado en la delegación de San José, frente a Garantías Sociales. El microondas está plagado de cucarachas, solo hay una mesa y faltan sillas. El cielorraso se está cayendo y los baños dan asco. En invierno, la sede se inunda y como no cortan el zacate, en ciertas épocas del año hay plaga de zancudos”, reveló.
Los 100 oficiales encargados del control de carretera están hacinados en esa sede, mientras que el nuevo edificio, en las cercanías de Plaza González Víquez, donde opera la Dirección General de la Policía de Tránsito (DGTP), solo alberga personal administrativo, jefaturas y la armería. Esto provoca que, si los agentes tienen turno a las 6 a. m., se reportan a esa hora en Zapote, pero luego deben viajar a la sede administrativa por el arma, lo que reduce el tiempo efectivo de trabajo.
“La Dirección se remodeló hace algunos años, pero a todos los oficiales nos mandaron para este lugar deteriorado. Lo ideal sería que nos devolvieran a la dirección, donde está la armería y tiene las condiciones para ser una delegación policial, o que remodelen Zapote”, agregó.
Por otro lado, uno de los oficiales de la GAM aseguró que en su delegación tampoco cuentan con insumos básicos como papel higiénico. “Todos somos ordenados y aseados, pero a veces es tanta la incidencia de colisiones que no tenemos tiempo para poder limpiar”, añadió.
Otro oficial destacó que en su delegación, sus compañeros se pusieron de acuerdo para pintar el edificio, pues desde hacía años no se pasaba una brocha por las paredes y todo con fondos propios.
Sobre los uniformes, Oswaldo Miranda, director del Tránsito, reconoció que en el 2019 se hizo una “adquisición importante de uniformes” y que existe una cantidad reducida en la actualidad. Así las cosas, dijo que se están atendiendo necesidades específicas, siempre y cuando haya la talla requerida.
En cuanto a las delegaciones, respondió que se han atendido necesidades particulares de manera paliativa y en otros casos “se se están realizando acciones para procurar una mejora permanente con infraestructura de naturaleza policial”.
Pocas respuestas del MOPT
Sindicalistas y oficiales de Tránsito consultados para este reportaje alegan que la entidad no solo carece de respuestas para la prensa, sino que tampoco atiende las solicitudes de los oficiales que buscan atender sus unidades o recibir los uniformes que les faltan.
Joselito Ureña Vega, secretario general del sindicato Unión Nacional de Oficiales de Tránsito y Afines (Unaotraa), en una conversación con La Nación, expresó su frustración al afirmar que, a pesar de enviar numerosas cartas para informar sobre las necesidades de los oficiales, la situación no mejora.
“Se presentan denuncias, pero la Auditoría no toma medidas. ¿Dónde están las compras que se han realizado en estos años, si supuestamente hay presupuesto destinado para uniformes y mantenimiento de unidades?”, cuestionó Ureña.
El sindicalista enfatizó que la molestia de los oficiales de Tránsito es general y va en aumento, ya que, según él, el abandono de este cuerpo policial persiste de una administración a otra.
En las diversas conversaciones con La Nación, la mayoría de los policías de Tránsito expresaron su inconformidad con las respuestas del director del cuerpo policial, Oswaldo Miranda, argumentando que no le otorga la importancia debida a las necesidades de los oficiales.
El abogado Luis Fernando Carvajal, asesor legal de la Unión Nacional Técnicos Profesionales en Tránsito (Unateprot), indicó que los problemas de la administración de la Policía “son antiguos y persisten sin correcciones”. No obstante, destacó que quien esté al mando del cuerpo policial debe ponerse en los zapatos de los oficiales.
“Administrar la dirección de la Policía de Tránsito es muy diferente de administrar cualquier otra dirección del MOPT. Es más complejo, más difícil y se necesita que quien esté ahí use uniforme y participe en los operativos con la tropa”, afirmó. “Nada hacemos con un director de saco y corbata ahí ocho horas, mientras toda la tropa con chaleco antibalas trabaja mañana, tarde y noche”, concluyó.
Oswaldo Miranda aclaró que él está nombrado en el cargo desde julio del 2023 y desde entonces trabaja en una identificación pormenorizada de los procesos y actividades de su dirección y que hay falencias en el suministro de la información puntual consultada.
Muchas de las carencias con las que trabajan los oficiales de tránsito se reflejan en redes sociales, donde se compartieron imágenes de unidades con las llantas desgastadas o policías con uniformes incompletos. A continuación, compartimos algunas de estas imágenes.
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Colaboró en esta información la periodista Vanessa Loaiza.