Siete “anomalías” o puntos inexplicables, detectados por imágenes de radar, propician un nuevo intento por encontrar el avión argentino TC-48, desaparecido desde hace más de 55 años en Limón.
El análisis lo realiza una asociación suiza, sin fines de lucro, dedicada a la investigación y desarrollo, llamada Missing Aero.
Las misiones de esa entidad no sustituyen las operaciones de búsqueda y rescate desplegadas cuando una aeronave desaparece, sino que toman el relevo cuando aquellas concluyen, con la premisa de que “las familias de los desaparecidos no abandonan”.
Los análisis de imágenes infrarrojas térmicas e hiperespectrales de Missing Aero, confirman la presencia de las siete anomalías en una zona topográficamente muy accidentada y deshabitada, cubierta por un bosque tropical cuyo dosel o parte más alta, se eleva a más de 50 metros de altitud.
Aníbal Jaimes, director de Missing Aero, explicó en entrevista con La Nación que más de 40 personas, entre estudiantes y científicos de Suiza, están muy pendientes de lo que puedan encontrar los montañistas, porque desde el 2017 comenzaron investigaciones para tratar de encontrar aviones perdidos.
Recalcó que cualquiera que sea el resultado será de mucha utilidad para ellos. “De ser el avión, sería una fiesta el poder llevar consuelo a las familias”, dijo. En caso contrario, afirmó que se tendrán fotos y videos desde el suelo para determinar en qué consiste el “falso positivo”.
Experimentado
La expedición es liderada por José Campos, explorador y montañista de 52 años, con 27 incursiones para la búsqueda de ese avión en la Cordillera de Talamanca.
Campos dijo que entrarán este viernes con el baquiano German Loaiza, de 72 años, y otras cinco personas, entre ellas un indígena de la región, para determinar si lo observado en el radar corresponde al avión militar o si se descarta.
“Es una selva difícil, tenemos que llevar la alimentación y el equipo para siete días y siete noches. Llegar a esos puntos es muy técnico, lo que representa un desafío muy grande” acotó Campos.
Uno de los puntos detectados tiene una diferencia de temperatura con respecto al entorno, lo cual es generado por el metal, lo que aumenta las expectativas de los montañistas.
Aníbal Jaimes, asesora la búsqueda desde Suiza con el tema de imágenes satelitales, coordenadas, clima y otros, con base en los datos de un grupo de científicos que ven aspectos de geología, minerales, climatología y muchas áreas científicas más.
Jaimes estimó en $500.000 al año el costo de los estudios realizados para este tipo de investigaciones, sin contar el equipo humano que en su mayoría son estudiantes de ingeniería.
Es la primera expedición que hacen sin el apoyo de Wilfredo Rojas, geólogo que falleció en enero de este año y era parte de estas búsquedas.
El grupo llegará en vehículo de doble tracción hasta Moravia de Grano de Oro, distrito de Chirripó, Turrialba. Una vez que llegan a la parte baja del río Chirripó, siguen a pie hacia la selva de Matama, en un sitio donde nunca se ha buscado. Su regreso será el sábado 3 de abril.
Limbo familiar
En Argentina, Cecilia Viberti, la hija del piloto (Esteban Viberti), del avión desaparecido, lidera el colectivo llamado “TC- 48, búsqueda y memoria”, integrado por familiares y amigos de los ocupantes del avión.
Esa aeronave transportaba 9 tripulantes, 5 pasajeros y 54 jóvenes cadetes de la Escuela de Aviación Militar de Córdoba, Argentina, en su viaje de graduación. Desapareció sin dejar rastros el 3 de noviembre de 1965, sumiendo a las familias en una especie de limbo.
La búsqueda en 1965 duró solo cuatro días, debido al contexto sociopolítico de la época, por lo que a lo largo de los años los familiares de las víctimas han seguido en su afán por descifrar lo ocurrido.
En ese sentido, Campos ha sido uno de los que más empeño han puesto en las búsquedas y aunque lo hace con el afán de llevar paz a las familias, hizo un llamado a otras personas en nuestro país para que se interesen en el rastreo y sean a futuro el relevo los actuales equipos.
La asociación Missing Aero desarrolla seis misiones de búsqueda similares con nuevos métodos de búsqueda en aviones perdidos entre 1927 y el 2014.
Actualmente hay búsquedas simultáneas en lugares diversos como la cordillera de los Andes, entre Chile y Argentina; así como en Guyana, Venezuela, Canadá y México.