A mediados del 2014, un joven de 20 años llamó al sistema de emergencias 9-1-1 para contar a las autoridades que minutos antes había dado muerte a la mujer que abusaba de él desde pequeño.
El hecho ocurrió en un poblado de Osa, Puntarenas.
El caso de este muchacho, de apellido Ramírez, está en espera de juicio, mientras su historia de agresión sexual pasó a ser parte de una estadística escasamente conocida.
En promedio, a lo largo del último lustro, cada mes seis hombres en Costa Rica denunciaron haber sido violados. Así lo evidencian las estadísticas del Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
De acuerdo con el informe entregado a solicitud de La Nación , del 2009 al 2013, la entidad recibió 2.763 denuncias por violación, de las cuales 336 fueron interpuestas por hombres en calidad de víctimas.
Según el estudio, 58 varones fueron agredidos sexualmente en el 2009, mientras que para el 2010, la cifra aumentó a 80.
En el 2011, llegaron 62 denuncias y en los siguientes dos años fueron 68 los casos reportados.
“Son números altos para un problema que ante la sociedad no existe; claro, son números bajos en comparación con los muchos casos que están sin denunciar en la calle”, expresó Alan Moreno, jefe de Medicina Legal de la Medicatura Forense, adscrita al Poder Judicial. De esas denuncias, dijo Moreno, solo dos hombres habían sido violados por mujeres. En el resto de los casos, los victimarios eran otros hombres.
En la mayoría de los casos, los abusadores eran personas cercanas al agredido, es decir, familiares o amigos.
“Eso es lo que hace que la persona no hable: le da miedo la reacción de la sociedad o el proceso que una denuncia de este tipo conlleva”, consideró Eugenia Quesada, presidenta de la Fundación Instituto Apoyo al Hombre.
Ese temor es lo que, en criterio de Moreno, hace que los afectados hablen tiempo después del hecho.
La situación complica la recolección de evidencia que habría dejado el agresor en el cuerpo de la víctima, pues esta se pierde después de 48 horas.
De acuerdo con el artículo 156 del Código Penal, la violación es el delito que ocurre cuando una persona se haga acceder o tenga acceso carnal con otro (hombre o mujer) por vía oral, anal o vaginal, si se cumple alguna de las siguientes tres condiciones: la víctima es menor de 12 años, es incapaz o se encuentra incapacitada para resistir, o hubo violencia corporal o intimidación. Esta conducta se castiga con penas de prisión que van de 10 a 18 años, en caso de violación calificada; esto es que haya una relación de parentesco, autoridad, haya un grave daño a la salud o el agresor sea el tutor o encargado.
La mismas penas se impondrán si se introducen dedos, objetos o animales, por la vía vaginal o anal.
En febrero del año pasado, por ejemplo, un recluso de la Unidad de Admisión de San Sebastián, de 24 años, contó a La Nación que, en la cárcel, fue víctima de violación por parte de un grupo de internos.
“Entre los cuatro, me agarraron en el servicio sanitario para introducirme en el ano unos rollos de marihuana dentro de un condón. Como yo empecé a sangrar, me soltaron y me dejaron ahí” , narró.
Las víctimas. En el primer semestre del 2014, la Medicatura Forense llamó a 171 de los 336 hombres que denunciaron haber sufrido violaciones en el lustro anterior.
La intención fue conocer las características de estas víctimas. A partir de esa muestra, se determinó que el 82% de los afectados eran menores de edad.
De ellos, 106 eran menores de 12 años al momento de la agresión, y 35 tenían entre 12 y 18 años. También hubo 29 adultos de 18 a 64 años, y un adulto mayor. El mes en que recibieron más casos fue julio, con 17, y mayo fue en el que menos denuncias hubo: 9. La mayoría de las víctimas son oriundas de San José (74), Alajuela (49) y Heredia (27).
Esta consiste en un examen físico completo de los genitales (pene, testículos y ano). Se toman muestras de sangre y orina para estudios de toxicología y descartar enfermedades de transmisión sexual. Con aplicadores en diferentes partes del cuerpo para mandarlos a laboratorios de Ciencia Forense.
También se les vuelve a hacer una entrevista distinta a la de la denuncia para saber dónde buscar evidencia del abuso.
En las primeras 24 horas después del hecho y en caso que la víctima haya sido obligada a hacer sexo oral, los médicos legales podrían recolectar semen o ADN del agresor en la boca.
En las 48 horas siguientes al delito, podrían recabar las mismas evidencias en el ano del ofendido. Los expertos podrían recolectar pruebas en la piel, siempre y cuando el abusado no se haya bañado.
Si la víctima llega después de ese período, los médicos buscan lesiones que se puedan relacionar con el hecho. Rasguños, moretes, chupetazos en el pecho, en la espalda –que son muy comunes– o en las piernas. Si ha pasado más tiempo, se buscan cicatrices.