Los temblores ocurridos entre la noche del lunes y la madrugada de este martes frente a la costa de San Juan del Sur, en el Pacífico de Nicaragua, percibidos también en gran parte del territorio costarricense, se originaron en una zona con alto potencial destructivo. En 1992, cerca de ese punto se originó un terremoto de magnitud 7,6, que activó un tsunami el cual devastó zonas costeras de Nicaragua e incluso alcanzó regiones de nuestro Pacífico norte.
Aquel tsunami, con una altura máxima de 10 metros, se estrelló contra la costa nicaragüense unos 45 minutos después del terremoto. Debido a que no se emitieron advertencias a las comunidades costeras antes de que las golpearan las olas, murieron más de 100 personas, otras desaparecieron y hubo más de 1.500 casas destruidas.
Asi lo explicó el sismólogo Esteban Chaves, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), quien afirmó que hasta las 4 p. m. de este martes se habían registrado 20 réplicas al sismo principal, ocurrido a las 12:24 a. m. de este martes, cuya magnitud fue de 6,2.
Chaves dijo que ese sismo tuvo un premonitor, el cual ocurrió cuatro horas y media antes, es decir, a las 8:53 p. m. del lunes, con magnitud de 5,8. Tanto el premonitor como el sismo principal fueron sentidos en el Valle Central (Curridabat, Cartago, Palmares, Alajuelita, Heredia, Alajuela, Puriscal y otros) así como en todo el litoral Pacífico norte, aunque también hubo reportes de Quepos, Jacó y Puntarenas en el Pacífico central.
Chaves indicó que en la sismicidad asociada hay réplicas con magnitudes variables de hasta 4,5, pero irá bajando poco a poco hasta volver a los niveles normales. El científico indicó que esa es una de las regiones donde más temblores se registran todos los años en nuestro país. El origen de los recientes movimientos telúricos fue por subducción de la placa del Coco bajo la Caribe. El primero ocurrió 98 kilómetros al noroeste de Santa Elena y el principal fue 110 kilómetros al oeste de hacienda El Murciélago, ambos en el Pacífico del vecino país. La profundidad varió entre 28 y 36 kilómetros.
Una vez que se detecta un temblor fuerte como esos, los científicos comienzan un trabajo intenso de ubicación exacta, así como el análisis de sus características, profundidad, oscilaciones y otros detalles como el posible rompimiento vertical del suelo marino, pues de ello depende la posibilidad de un tsunami, cuya alerta urgente se gestiona en nuestro país ante la Comisión Nacional de Emergencias por parte del Sistema Nacional de Monitoreo de Tsunamis de la Universidad Nacional (Sinamot).
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