“María” vive a 300 metros del lugar en el que asesinaron a Raúl Arrieta Torres, alias Rábano, en Llanos de Santa Lucía. Sicarios con pasamontañas lo atacaron con armas de grueso calibre, sin importar que estaban frente a una escuela y a plena luz del día. 50 días después de ese crimen, “María” no sale de la conmoción y no supera el miedo de salir a la calle y toparse con una balacera.
“La recomendación que nos han dado cuando hay balaceras es acostarnos en el piso, no asomarnos por las ventanas y mucho menos salir”, afirma esta señora, quien prefirió mantener su verdadera identidad en reserva.
Al igual que ella, “Marvin” es un joven padre de familia que se crió en Llanos y que ha visto como la inseguridad se apoderó de la comunidad. Él relata que de chiquillo solía jugar en la calle sin miedo y hasta de adulto iba y volvía del trabajo con tranquilidad. Pero ahora le da miedo cuando le toca trabajar en un turno a las 10 p. m.
“Vivo a unos metros de donde han ocurrido los últimos tres homicidios. El temor siempre está, incluso estando en el corredor de la casa, al salir a hacer compras o alguna diligencia, pues no sabemos en qué momento ocurrirá otro evento de estos”, declaró.
Agregó que en su casa se han tomado medidas de seguridad, su hijo ya no juega en el corredor, para prevenir una bala perdida y cambiaron la distribución de los aposentos, para que los dormitorios no queden tan cerca de la calle.
“Marvin” agradeció que ahora ve más presencia policial, aunque era más evidente pocos días después de los homicidios. Sin embargo, él cree que los patrullajes ayudan a identificar a gente sospechosa o en malos pasos.
Otro lugareño, quien también habló a cambio del anonimato, dice que lleva una década en Llanos de Santa Lucía y no se va del barrio porque sus hijos de 10, 14, 18 y 21 años ya construyeron amigos y tienen hábitos consolidados en la escuela y el colegio.
Lamenta que la guerra de poder entre grupos delincuenciales tengan a la comunidad sumida en el temor, pues reconoce que aunque no ha hecho mayores cambios en su vida, ahora camina con más cuidado, viendo el entorno, para saber hacia dónde correr o refugiarse.
Mientras tanto, desde la Asociación de Desarrollo Integral de Llanos de Santa Lucía, sus integrantes trabajan en rescatar las áreas comunes y promover actividades lúdicas de canto y juego que involucren a los niños.
Cristina Vargas Coto, su presidenta, insistió en la idea de que los vecinos se apropien del concepto de comunidad, que se unan en protegerse unos a otros y en garantizar el derecho al deporte y la recreación de los más pequeños.
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