Con una seguidilla de caminatas que empezarán a las 5 a. m. y seguirán cada hora hasta las 10 a. m., los turistas volverán al volcán Turrialba en grupos de 17 personas a partir del 4 de diciembre.
En esta primera fase se espera que al menos 102 personas puedan entrar cada día en los seis grupos programados en horario matutino, debido a que es cuando el volcán está más despejado. Los del primer grupo podrán ver el amanecer durante el trayecto.
Se tarda aproximadamente dos horas en el recorrido guiado hasta el mirador. Después tendrán una estancia de media hora en ese sitio y otra media hora para comer algún alimento.
Al completarse el tiempo en la cima comienza el descenso grupal por el mismo sendero y se tarda aproximadamente una hora para llegar hasta el sitio donde se dejan los vehículos, en una finca entre La Central y Las Virtudes.
Los visitantes podrán tomarse un café o un aperitivo que se les ofrecerá en el sitio donde dejan los automotores.
La ruta de ascenso es de unos cinco kilómetros y pasa por zonas de ganadería, repastos y transición del bosque húmedo, donde se ve la floración de diferentes especies de plantas, así como el páramo, aves y otros atractivos que los guías certificados explicarán.
Incluye árboles de roble, azahar de monte, cipresillo y arrayán. Se pueden ver pájaros como gavilanes, carpinteros y jilguerillos, entre otros.
La Comisión Nacional de Emergencias, así como la escuela de Química de la Universidad Nacional han capacitado a unos 60 guías sobre los riesgos de gases volcánicos y otros detalles que les permitan reaccionar de manera adecuada ante alguna eventualidad.
Panorama remozado
Esta reapertura mostrará una panorama remozado, pues antes no existía el cráter oeste, el cual tiene forma de herradura y fue por donde el coloso emanó gases, cenizas, flujos piroclásticos y magma juvenil en su más reciente ciclo eruptivo.
Otros dos cráteres, el central y el del este que antes tenían más profundidad, fueron colmatados por el material de las erupciones, principalmente de las más fuertes ocurridas entre el 2015 y el 2016.
Cerca del mirador se acondicionaron dos zonas con mesas para facilitar la alimentación y hay servicio de agua potable, así como servicios sanitarios.
También se puede recorrer un pequeño sendero cerca del mirador, llamado Chusquea, dijo el director regional del Área de Conservación Cordillera Volcánica Central, Rafael Gutiérrez.
En la zona alta del camino los visitantes se toparán con varios refugios para que los grupos se puedan proteger en caso de una eventualidad.
Por tratarse de un volcán que todavía está activo, de momento no se permite el ingreso a otros sectores del parque nacional.
Aliciente
Según Ida Herrera, presidenta de la Cámara de Turismo de Turrialba (Catur), el volcán Turrialba es uno de los principales atractivos y por eso confían que que va a dinamizar otros parajes de la zona que van desde el turismo de aventura en los caudalosos ríos, hasta el histórico y cultural Monumento Nacional Guayabo, pasando por las fincas ganaderas donde se produce el queso que caracteriza ese cantón cartaginés.
En un inicio, las caminatas guiadas serán con grupos de 17 personas, con el fin de cumplir todas las medidas que el Ministerio de Salud dispone para prevenir contagios de la covid-19. En el futuro se espera que los grupos sean de 35.
Cuando arrecien las lluvias en esa parte del territorio (entre mayo y agosto) se espera cambiar el horario, de modo que el primer grupo ingrese a las 8 a. m. y el último al mediodía.
A los visitantes se les recomienda visitar la página del Sinac o el Facebook de Catur, así como la página web visiteturrialba.cr, donde en los próximos días se detallará el punto de acceso, costos y otros datos de interés.
Para estas caminatas se requiere el uso de zapatos cómodos, bloqueador solar, ropa impermeable y abrigo, pues la altura de ese volcán es de 3.340 metros sobre el nivel del mar.
En esta primera fase solo pueden entrar niños mayores de 12 años, acompañados por personas adultas. No se permite el acceso de quienes afrontan problemas de movilidad o quienes padecen males cardíacos o respiratorios, tampoco se permiten mascotas.
Debido a que los propietarios de la hacienda La Central han reclamado como parte de su propiedad el camino que tradicionalmente llevaba al mirador (ruta nacional 417) y dado que hasta la fecha, no se tiene una resolución por parte del juzgado, el Consejo Nacional de Áreas de Conservación (Conac), buscó otra alternativa.
Por lo anterior, se firmó un convenio con los propietarios de la finca Montecalas, para así tener una ruta que garantice el paso de los turistas hacia el mirador.
En esta primera etapa, la venta de entradas al volcán estará a cargo de los grupos de operadores y, según Rafael Gutiérrez, director del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), el costo será de ¢1.000 para residentes en el país y $12 para los no residentes.
Solo se permitirá el acceso a quienes lleguen en el tour guiado. La administración del parque, en coordinación con Catur, están considerando aún el monto que se cobrará por el servicio de guías.
“Se trabajará con guías de la zona, los cuales deberán contar con la debida certificación otorgada por el ICT”, dijo Ida Herrera.
Inicialmente el sitio para reservas será el mismo del Monumento Nacional Guayabo y luego se espera que lo puedan hacer con guías que Catur va a habilitar.
Según dijo Rafael Gutiérrez, esperan que con la reapertura se minimicen las invasiones ilegales.
Añadió que los patrullajes seguirán en fincas privadas por las que ingresan los visitantes furtivos, los cuales a veces llegan a las zonas de alto riesgo, como ocurrió con una pareja que tuvo que ser rescatada el 14 de noviembre pasado, luego de sufrir fracturas en una caída.
Durmió unos 130 años
De acuerdo con el vulcanólogo Javier Pacheco, el volcán desarrolló entre 1996 y el 2018 un ciclo que no se veía en los últimos 130 años, pues solo entre 1845 y 1866 hubo algo similar, según los pocos documentos históricos de la época.
La primera erupción en el reciente periodo de actividad ocurrió en enero del 2010.
En octubre del 2014 el volcán abrió su cráter oeste y el clímax eruptivo lo alcanzó en abril del 2016, cuando el conducto o chimenea quedó abierta hasta el punto de que en el 2018 el magma se veía a unos 200 metros de profundidad.
Luego, el magma dejó de alimentar al volcán y la actividad comenzó a decaer al punto de que en este 2020, solo entre junio y julio hubo algunas erupciones con ceniza de poca fuerza, atribuidas a interacción de gases con el sistema hidrotermal del coloso.
Por ahora solo queda actividad sísmica y leve emanación de gases.
“Será hasta unos 100 o 200 años que se vuelvan a ver erupciones fuertes, a menos de que se produzca una nueva alimentación magmática, pero más bien se espera que la actividad siga disminuyendo poco a poco”, dijo el científico.
Añadió que van a quedar fumarolas activas por muchos años, lo mismo salida de gases y pequeñas erupciones, por lo que las zonas restringidas deben respetarse.
El cierre de la visitación a ese volcán se ordenó por parte de la CNE el 10 de agosto del 2009, luego se reabrió con estrictas medidas de seguridad por un periodo corto debido a que el riesgo aumentó y por eso luego se cerró definitivamente el mirador en el 2012, pese a que los grupos insistían en reabrir.