Entre lágrimas, una niñera costarricense recibió ayer la condena de 10 años de cárcel que un tribunal de Boulder, Colorado, Estados Unidos, le impuso por maltratar a un bebé de cinco meses.
Desde el 28 de julio, Ligia María Naranjo Zúñiga, de 29 años, se había declarado culpable de dos delitos de agresión en perjuicio de uno de los dos niños que tuvo bajo su custodia.
El menor –al parecer fue víctima del síndrome del niño sacudido– presentaba lesiones en la cabeza. “Los padres (de Naranjo) estuvieron presentes en la audiencia.
“Ellos también lloraron. El defensor nos dijo que es posible que más adelante le reduzcan la pena; de momento no”, puntualizó el cónsul honorario de Costa Rica en Denver, Tito Chaverri.
La tica, quien admitió los cargos temerosa de una sentencia mayor, descontará la pena en una cárcel para mujeres de Boulder, al norte de Denver, Colorado.
En declaraciones a la prensa estadounidense, los padres de la joven niñera alegaron que Naranjo lo sacudió al notar que el infante “no respondía”.
Eso coincide con la versión que la costarricense dio al padre del niño, Sean McLaughlin.
Otros parientes en Costa Rica contactados por La Nación dijeron que no se referirían al fallo.
El caso. A la costarricense la policía de Boulder la detuvo el 8 de marzo, luego de que la madre del niño Von McLaughlin acudiera a un hospital de la localidad.
Los hechos ocurrieron en la casa de esa familia. Naranjo tenía a su cargo el cuido de dos hijos de esa familia desde enero.
Según la versión de la niñera, aquella tarde el niño lloró mucho y de repente se desvaneció. Asustada por el estado del infante, lo movió para ver si respondía.
Poco más tarde los padres llevaron al pequeño Von a un centro médico, desde donde el personal alertó a las autoridades.
Los médicos también detectaron una vieja lesión en el bebé, así como dos hematomas en la parte frontal de la cabeza.
La situación sorprendió a sus allegados en Costa Rica pues la niñera era conocida por un trabajo con menores en una escuela dominical.
En su página de Internet, Naranjo compartía pensamientos espirituales con sus conocidos.
Ella aspiraba a ingresar a una escuela de arte en Colorado.
“En lo personal, el caso no me pareció tan serio como lo hicieron ver. El defensor se expresó muy bien de ella, pero la jueza consideró que debía ir a prisión. Cuando hablé con ella en la cárcel (hace un mes), me dio una buena impresión”, concluyó el cónsul.