Un documento judicial al que tuvo acceso La Nación revela con detalle el procedimiento que dos hombres siguieron para deshacerse del vehículo en el que se transportaban los primos Carlos Alberto Barboza Chacón y Jorge Humberto Barboza Abarca, asesinados el pasado 7 de febrero dentro del bar Dude’s, en el centro de Heredia.
Según el expediente del caso, los primos fueron ejecutados en la madrugada por varios sujetos. Primero ocultaron los cuerpos en un congelador y luego los enterraron en una fosa ubicada en el sótano del establecimiento. Sin embargo, antes de concretar el macabro plan, los sospechosos identificaron una prueba clave que debían eliminar: el vehículo en que las víctimas habían llegado al lugar.
Carlos Alberto Barboza era el dueño del automóvil, un Honda Accord, placa 244909. Luego del doble homicidio, dos hombres salieron del bar: uno abordó ese vehículo y el otro subió a un Hyundai Tucson. Juntos se dirigieron hacia San Joaquín de Flores, en la misma provincia.
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A las 3:57 a. m. de ese mismo día, las autoridades recibieron el aviso de un carro en llamas, ubicado detrás de un condominio en calle Terrazas, en Belén. Al consultar la placa, el sistema no reflejaba ningún reporte de desaparición o robo, por lo que no fue sino hasta el 21 de febrero cuando se vinculó el hecho con la desaparición de los Barboza.
Las autoridades recurrieron entonces a las cámaras de videovigilancia para reconstruir la ruta de los sospechosos.
El Parce y el plan para ocultar el crimen
Las imágenes muestran que a las 3:17 a. m. del 7 de febrero, los sospechosos llegaron a una calle de lastre, rodeada de maleza. Un hombre identificado como Cerna Villamil, de nacionalidad colombiana y conocido como el Parce, descendió del Honda y caminó hasta la vía principal, donde lo esperaba el Hyundai Tucson conducido por un hombre de apellido Herrera Sandí, a quien se le atribuye la propiedad de ese vehículo.
El expediente señala que, aunque Cerna no participó directamente en el homicidio, sí colaboró en el encubrimiento del crimen al encargarse de desaparecer el vehículo de las víctimas.

Los registros en cámara permitieron a los agentes seguir sus movimientos. A las 3:36 a. m., ambos hombres llegaron a una gasolinera ubicada a tres kilómetros del sitio del incendio.
A las 3:38 a. m., el vendedor “se acercó a la ventana del acompañante y le entregó a este el galón con combustible, se aprecia color rojo, precisamente por el combustible, posterior a ello se retiraron del lugar y nuevamente fue cuando se dirigieron detrás del condominio”.

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A las 3:45 a. m., el Tucson se estacionó cerca del sitio donde había sido abandonado el Honda. Un minuto después, Cerna descendió y manipuló el acceso al tanque de gasolina del vehículo de los primos.
“Al ser las 3:46 se visualiza a Cerna Villamil manipular el área del automotor en la que estaba el acceso al tanque de combustible; segundos después se da una explosión del automotor, por lo que el sospechoso salió corriendo con dirección hacia el sur y luego hacia el este, donde estaba estacionado el vehículo marca Hyundai, estilo Tucson, que era conducido por Herrera Sandí; seguidamente se retiraron del lugar”, explica el informe.

Manos marcadas por el fuego
La conexión de Cerna Villamil con el crimen no solo se sustentó en los videos, sino también en los rastros físicos que dejó el intento de incineración. El pasado 3 de marzo, agentes judiciales realizaron varios allanamientos, entre ellos, la vivienda del colombiano en San Rafael de Alajuela.
En ese lugar se decomisó una gorra marca Puma, color blanco con rojo, cuya visera presentaba señales de haber sido quemada. Además, los investigadores notaron lesiones visibles en el cuerpo de Cerna.
“Se logró denotar que contaba con los vellos de las cejas de manera incompleta. Asimismo, se notó que su mano derecha presentaba apariencia de una quemadura reciente”, detalla el expediente.

El caso continúa bajo investigación. Hasta el momento, siete personas han sido detenidas por su presunta participación en el crimen o en el encubrimiento del mismo. Las autoridades consideran que el asesinato de los primos fue planificado y ejecutado con el objetivo de desaparecer toda evidencia del hecho.
Heridas mortales
Carlos Alberto Barboza murió de forma violenta y brutal tras recibir 66 heridas con arma blanca, principalmente en el cuello, espalda, abdomen y pelvis. La más grave laceró la arteria carótida derecha, causándole una hemorragia masiva que derivó en su muerte. Además, las puñaladas dañaron órganos vitales como los pulmones, el estómago y el bazo, según se detalla en el dictamen forense DA-2025-00431-PF.
Una de las heridas más profundas alcanzó los 17 centímetros de penetración, ocasionando hemorragias pulmonares, exposición de intestinos y lesiones severas en el sistema respiratorio. El cuerpo de Carlos también presentaba golpes en la cabeza, rostro y cuero cabelludo, así como sangrado cerebral, lo que indica que fue golpeado antes o durante el ataque.
El expediente judicial revela que Carlos estaba dormido en la barra del bar cuando fue atacado. Un guarda testificó que en ese momento se desató una pelea entre Jorge Barboza (Bam Bam) y Jean Franco Segura Gómez, dueño del bar y principal sospechoso del doble homicidio. Mientras Bam Bam era golpeado, Carlos fue apuñalado en el cuello sin posibilidad de defensa.
En el caso de Jorge Humberto Barboza, el dictamen DA-2025-00432-PF señala que murió también por una herida en el cuello, que le cortó completamente la arteria carótida izquierda, causándole una exanguinación fulminante. Su cuerpo tenía cuatro heridas en el cuello, una de ellas de unos 14 centímetros de profundidad.

Jorge también mostraba signos de violencia física en la cabeza: hematomas en los párpados, el labio inferior y la frente, así como una fractura nasal. Todo apunta a que ambos primos fueron reducidos, golpeados y luego asesinados en condiciones de completa vulnerabilidad. El caso, marcado por su crueldad, evidencia un ataque planificado y con extremo ensañamiento, según la policía.
De acuerdo con el expediente judicial Jorge y Carlos Alberto llegaron al bar Dude’s la noche del 6 de febrero con un amigo. Horas después, se desató una discusión con el dueño del bar, Jean Franco Segura Gómez, quien estaba acompañado.
El amigo de los primos logró escapar, pero Jorge y Carlos quedaron en el establecimiento, donde fueron golpeados y heridos con arma blanca. Los agresores cavaron una fosa en el sótano para ocultar los cuerpos y continuaron operando el bar como si nada hubiera ocurrido.