“¿Caos informático? Computadoras fallarán en el año 2000”. “País expuesto a crash ”. “Poca acción ante Error del milenio: 87,5% de instituciones no están preparadas”. “País débil ante crisis informática”. “Error del milenio: faltan 480 días”.
Los titulares de La Nación en los años más cercanos al cambio de siglo estaban cargados con el mismo alarmismo que el de los medios internacionales: realmente se desconocía el impacto que tendría el error informático conocido por Error del milenio o Y2K, por un detalle técnico que tenía el poder de colapsar millones de equipos.
“El amanecer del año 2000 podría sorprender a muchos ticos con muecas de horror en sus caras debido a posibles fisuras en las computadoras de la banca, servicios y comercio gracias a un fallo mundial en las computadoras fechado para ese primer día del milenio. Todo empezará a la medianoche en punto del 31 de diciembre de 1999”, se escribió en nuestras páginas de la edición del domingo 3 de mayo del 98.
El lunes 17 de agosto, se advertía que las instituciones públicas estaban contra el tiempo. “Sábado 1.° de enero. Año 2000. Costa Rica amanecerá enloquecida y tal vez no sea por la parranda de fin de año. El desbarajuste podría darse en los registros de datos, las transacciones bancarias y hasta en los servicios públicos”.
¡Nada de esto sucedió!
La costumbre de los programadores de detallar en el código fuente del software los años en un formato de dos dígitos solo dio como resultado algunos casos aislados de problemas poco relevantes. Pero la inquietud era justificada: ¿qué pasaría con las máquinas a la medianoche del 31 de diciembre de 1999? ¿Interpretarían el día siguiente como el 1.° de enero de 2000 o como el 1.° de enero de 1900?
Se estima que en el mundo se gastaron entre $300 mil y $600 mil millones para evitar diversos desastres causados por el Y2K.
Las teorías de conspiración no tardaron en surgir. “¿Estafa o error del milenio? Especialistas en el mundo se cuestionan si todo este asunto fue un montaje”, tituló el diario en una nota del 6 de enero.
El fallido apocalipsis informático pasó a ser parte de la historia como una anécdota, pero sobre todo, una llamada de atención: ciertos cálculos pueden causar confusión en las computadoras y en un mundo en que todo gira a su alrededor, estos errores no siempre pasarán inadvertidos.