Crear innovación y tecnología ya no es una tarea solamente de la comunidad californiana de Silicon Valley, en Estados Unidos.
En un laboratorio en Desamparados, el profesor de música Joan Villalobos fabricó una bicicleta que permite al ciclista componer música en tiempo real, acorde con el ritmo del pedaleo, la posición de las manos en el manubrio y la intensidad de la luz del ambiente.
Mientras, desde Cartago y Guanacaste, los estudiantes de Ingeniería Luis León, 19 años, y Miguel González, de 21, trabajan en un dispositivo (similar a un conector) que se adapta al toma de la corriente eléctrica y que con ayuda de programación enciende y apaga los electrodomésticos que se le conectan a una hora determinada.
Ambos inventos surgieron a partir de objetos comunes que adquirieron nuevas funciones al incorporar una plataforma de hardware libre conocida como Arduino. Se trata de una placa con un microcontrolador y un entorno de desarrollo (como pines de entrada y salida de información) que salió al mercado en el 2005.
Uno de sus creadores es el italiano Massimo Banzi, quien asegura que busca que la gente pase de ser consumidora a creadora.
Los Arduinos están pensados para el entorno educativo y son populares en universidades y sectores vinculados con el arte, pero hoy los utiliza cualquier persona con ganas de experimentar.
Por ello, en opinión de Banzi, la próxima gran idea vendrá de cualquiera, si se toma en cuenta que el chofer de taxi, que conoció en una visita a Barcelona, España, aprendía a hacer tecnología por tutoría desde su celular.
En Costa Rica, una comunidad en Facebook de casi 1.400 miembros de usuarios Arduinos intercambia conocimientos. Algunos preparan sus creaciones para participar en una Hardwarethon organizada por la Universidad Véritas y el Instituto Tecnológico de Costa Rica para el próximo sábado 6 de diciembre.
Se conjugan factores. Convertirse en creador de tecnología es posible gracias al fácil uso de las plataforma de hardware libre, su bajo costo y un amplio ecosistema.
Tomás de Camino, director del Centro de Investigación para la Innovación de la Universidad Véritas, explicó que el mundo de la electrónica es complejo si se hace de manera analógica, pero con el Arduino se hace digitalmente.
“Solo necesito saber de programación, que más universal”, dijo.
En cuanto a la inversión, el Arduino Uno, el modelo básico y más popular, cuesta unos $25 (unos ¢13.530) –sin incluir los costos de envío– en la tienda oficial de la compañía. En el país, este mismo dispositivo se adquiere a $29,95 (¢16.209) en la tienda virtual crcibernetica.com
La oferta en opciones de dispositivos es amplia. La lista incluye el minicomputador Raspberry Pi que surgió en el Reino Unido en el 2012 con el objetivo de estimular la enseñanza de las ciencias de la computación en las escuelas.
Otra plataforma es Adafruit, creación de la ingeniera estadounidense Limor Fried, un dispositivo cuya forma circular lo hace ideal para el diseño de tecnologías “vestibles” ( wearables ).
También se suma un sistema modular de pequeños circuitos que se acoplan entre sí con imanes, conocido como Little Bits. Su creadora es Ayah Bdeir.
Empero, gigantes de la tecnología también procuran ser parte de los innovadores de la calle. Así, a inicios del año, Intel lanzó Edison, un computador del tamaño de una tarjeta de memoria para que la gente desarrolle tecnologías wearables .
El fundador de la tienda virtual crcibernetica.com, Bentley Born, comentó que el grupo de fabricantes ticos de tecnología es dinámico y crece rápidamente.
Born se inició en el negocio en el 2011 con un catálogo de 13 productos de electrónica que hoy se extiende a unos 500.
Bentley Born cuenta que el perfil de sus clientes cada vez es más amplio. Hoy incluye agricultores, médicos, estudiantes, arquitectos, músicos y viejos radioaficionados, interesados en nuevas experiencias.
“Lo bonito del hardware libre es que uno puede fabricar tecnología para uno mismo, pero también hay gente que ha encontrado su fuente de ingresos ahí”, dijo Born.