En los años 1970, el avión supersónico franco-británico Concorde despegaba con un nivel sonoro de 119,4 decibelios —algo inaceptable actualmente debido a las normas internacionales— y el estruendoso “bang” supersónico al sobrepasar la barrera del sonido provocado por el avión, que volaba a una velocidad de crucero de Mach 2,04 (2.500 km/h, es decir dos veces la velocidad del sonido), le prohibía sobrevolar las zonas habitadas.
"Los intereses económicos de proyectos de aviones de negocios supersónicos solo se pueden confirmar si la legislación posibilita el sobrevuelo de las tierras [habitadas] y el obstáculo es el 'bang' supersónico", explica Gérald Carrier, responsable del departamento de aerodinámica aplicada del Onera, el centro francés de investigación aeroespacial.
"Las investigaciones de la NASA se centran desde hace diez años en este obstáculo. Hay que reconocer que han desempeñado un papel en los avances que actualmente permiten pensar que un avión supersónico de bajo nivel sonoro está al alcance", añade.
En julio, la NASA y el Onera firmaron una asociación de investigación sobre este ruido supersónico. El Concorde, que fue un fiasco comercial, dejó de volar desde 2003.
"Desde los años 60, se ha reducido por cuatro el ruido de los aviones subsónicos", señala Brune Hamon, jefe de la oficina del rendimiento medioambiental de las aeronaves en la Dirección General francesa de la Aviación Civil (DGAC).
Actualmente, explica, los europeos y estadounidenses discrepan dentro la comisión creada por la OACI, la agencia de Naciones Unidas especializada en el transporte aéreo, para definir las normas acústicas para un futuro avión supersónico.
Posible ‘retroceso’
"Los europeos desean que los [aviones] supersónicos respeten las normas de los subsónicos y los estadounidenses [...] quieren que la norma haga posible la entrada en el mercado de sus proyectos de aviones", explica Hamon.
La posición estadounidense a favor de "una norma menos ambiciosa que la de los subsónicos" sería percibida "como un retroceso", con "temidas reacciones por parte del público", continúa, y denuncia la idea de sacar al mercado un avión que haría más ruido "en un momento en el que el avión subsónico realizó enormes esfuerzos" en este sentido.
En relación al "bang", cuya "intensidad es como la de dos explosiones al final de unos fuegos artificiales", según Hamon, Europa colabora en el proyecto Rumble (Regulation and Norm for Low Sonic Boom Levels) destinado a ayudar a la OACI para definir una norma aceptable para el ruido supersónico.
Varias startups o empresas emergentes en Estados Unidos estudian proyectos de aviones supersónicos, todos del tamaño de un avión privado, como Aerion, el más avanzado, de una capacidad de entre 8 y 12 pasajeros, el Spike s-512, de la misma capacidad, y el proyecto Boom, el más ambicioso, que pretende transportar entre 45 y 50 pasajeros.
El fabricante estadounidense Boeing también reveló en junio su concepto de avión de línea “hipersónico”, que espera hacer volar en Mach 5 —es decir cinco veces la velocidad del sonido— para ponerlo eventualmente en servicio dentro de 20 o 30 años.
Dos meses antes, la NASA firmó un acuerdo con Lockheed Martin sobre el desarrollo de un “Avion-X” supersónico, cuya misión será sobrepasar la barrera del sonido sin producir el “bang” y por tanto sobrevolar las zonas pobladas.