Los ojos de Ovidia Caballero, de 46 años, hablan más que su voz y evidencian su emoción de viajar este martes 21 de marzo a India, para aprender cómo se instala la electrificación con paneles solares en las comunidades rurales.
"Quiero regresar con mis experiencias para ayudar a la comunidad. Se ve difícil, pero estamos dispuestas a aprender", asegura un poco más en confianza esta madre de dos hijas y vecina de Alto Caronte, en Punta Burica, al sur del país.
Junto a ella, otras tres mujeres costarricenses del pueblo Ngöbe –Martina Caballero, de 41 años; Lucía Montezuma, de 37, y Agripina Montezuma, de 42– fueron becadas por el gobierno de India y la Universidad de los Pies Descalzos (Barefoot College) para aprender sobre celdas fotovoltáicas. A su regreso, en setiembre de este año, serán las encargadas de llevar luz a su gente.
En el mundo, cerca de 1.300 millones de personas carecen de acceso a iluminación después de que se oculta el sol, lo que equivale a cerca de 100 países con la población de México. El que estas mujeres de pueblos originarios participen en esta formación impartida por Barefoot College, les permitirá alejar a sus territorios indígenas de esa estadística.
La institución educativa a la que asistirán se encarga de formar en diferentes programas a mujeres analfabetas y semianalfabetas, y ya ha capacitado a más de 1.000 alrededor del mundo.
Por cada una de las que reciben la formación en paneles solares, es posible iluminar 50 viviendas.
"Las mujeres aprenderán en seis meses conocimientos técnico-prácticos para armar, instalar y reparar sistemas de paneles fotovoltáicos con compañeras de Latinoamérica, África y Asia; tendrán un viaje a India y romperán muchos paradigmas y superarán muchos miedos", comentó a La Nación Rodrigo París, encargado del Barefoot College para América Latina.
Las elegidas
A estas costarricenses las eligieron sus propias comunidades: Alto Carona, Alto Guaymí y Río Claro Guaymí.
En el caso de Ovidia, fueron sus hijas las principales porristas para que su madre emprendiera el viaje. Sin embargo, en medio de la ilusión también se asomó el miedo por lo desconocido durante el proceso selectivo.
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"Hay personas de otras comunidades que dicen: '¿Qué van a hacer esas mujeres allá? Eso es muy lejos. El que se va por allá lo pierden'. Uno se va llenando de temor, de saber si será cierto eso o no", comentó Ovidia entre risas nerviosas.
Por su parte, Lucía Montezuma, madre de cinco hijos, tenía "el deseo de aprender de otras cosas diferentes" a las que ya sabe. Ella, regularmente dedicada a las tareas del hogar, y a la confección de bolsitos de hilos y vistosos vestidos, propios de los pueblos Ngöbes, aseguró que su esposo "se quedó triste, pero diay".
A Martina Caballero la ilusiona la experiencia, aunque aún no está convencida de tener que utilizar uniforme en la Universidad de los Pies Descalzos. "Me pregunto yo: ¿por qué tenemos que ponernos uniforme?", dijo entre risas y también relató que aunque sus cinco hijos están contentos por lo que hará su mamá, también se muestran "un poco tristes y esperan el regreso".
Con la convicción de que lo que harán traerá un bien mayor para su pueblo, estas mujeres salieron el viernes 17 de marzo de su territorio indígena. La despedida fue organizada por miembros de la comunidad, quienes les hicieron guardia de honor hasta llegar al helicóptero que las transportó a San José, recordó Lizette Brenes, vicerrectora de investigación de la Universidad Estatal a Distancia (UNED).
Decir hasta pronto
Por medio de Maureen Acuña y Vilma Peña, de esa casa de estudios superiores, se ha articulado la cooperación de diferentes entidades, entre ellas el Programa de Cooperación Técnica y Económica de la India (ITEC, por sus siglas en inglés), el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, la Fundación de Nefrología del Hospital San Juan de Dios, el Instituto Costarricense de Electricidad y la Organización Mundial de Migraciones, entre otras.
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Es así como, acompañadas mutuamente, las cuatro mujeres tomarán tres aviones: San José-Panamá, Panamá-Ámsterdam y Ámsterdam-Delhi, donde serán recibidas y conducidas hasta Tilonia, en Rajisthan, el que será su hogar por los próximos meses.
Vilma Peña explicó que, con la idea de empoderarlas, las dejarán viajar solas, aunque se les dará un acompañamiento con ayuda de las aerolíneas, para asegurarse de que llegarán a su destino.
¿Por qué seleccionar a mujeres para esta experiencia? Peña explicó que Barefoot College intentó ejecutar el programa con hombres en algún momento, pero no fue tan exitoso. Además, aclaró que en la Universidad de los Pies Descalzos dan mucha importancia al adagio que dice: "Si educas a un niño, tendrás a un hombre, pero si educas a una niña, tendrás una aldea".
Iluminados
El que los paneles solares lleguen a las comunidades impactará varias facetas de la vida de los pueblos indígenas beneficiados, afirmó Rodrigo París.
"Primero que todo, podrán iluminar sus vidas, luego de las seis de la tarde cuando se va el sol; con ello suman horas de tiempo al día para estudiar, compartir, tejer, realizar actividades de familia o hacer emprendimientos. También podrán recargar sus celulares", explicó París.
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Asimismo, destacó que la salud de estas personas se verá beneficiada al ya no tener que vivir en hogares llenos de humo por la quema de leña, y con ello disminuirían los riesgos de infecciones respiratorias.
Además, dejarían de "cortar leña, lo cual reduciría la deforestación de bosques, que es un causal de problemas alrededor del cambio climático. También disminuirán el uso de gasolina y queroseno (canfín) para lámparas y, por lo tanto, bajarán los riesgos de accidentes en el hogar que pueden producir los combustibles inflamables", aclaró el representante de la Universidad de los Pies Descalzos.
Otra de las razones es que las comunidades generarán por ellas mismas "sus procesos de empoderamiento y manejo de proyectos en los que la luz como pilar los ilumina y les da esperanza ante la 'pobreza mental' en la que sobreviven rodeados de oscuridad, accidentes, enfermedades y explosión demográfica aún latente en estas zonas", concluyó.