Resistente y ligera a la vez. Así es la fibra de carbono, un material empleado mundialmente en distintas industrias por sus versátiles características.
Valiéndose de esos atributos, los cartagineses Mariana Brenes y Greivin Fallas usan esta materia prima para reconstruir marcos de bicicleta y así sacar adelante su pequeña empresa Difacom.
Con poco menos de tres años de fundada, esta pyme tiene su taller en el Centro de Incubación de Empresas del Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR), ubicado en el Parque Industrial de Cartago.
Tan específico y efectivo ha sido el emprendimiento, que a finales del año anterior participaron en el Cyclitech 2016, un congreso mundial realizado en California, Estados Unidos, donde se exponen los últimos avances en la industria del ciclismo.
Ahí, codeándose con las compañías que marcan tendencia en esa área, entendida, sobre todo, como una solución de transporte para la humanidad, compartieron su experiencia en reconstrucciones estructurales en fibra de carbono.
"En esa actividad nos enteramos de que somos la única empresa que se dedica a reconstruir marcos de carbono, por medio del diseño de estructura, de una manera formal. Otros talleres hacen laminados convencionales, pero no es lo mismo. Aquí hacemos una valoración profesional del producto, fabricamos la parte del marco que esté dañada y la sustituimos; ponemos una pieza nueva en lugar de forrar el área afectada, como lo hace el resto", contó Mariana.
Son, como los han descrito sus seguidores en redes sociales, "los doctores de las bicicletas".
"Si esos marcos, que son tan caros (algunos llegan a costar hasta ¢6 millones), no se pudieran reparar, los dueños tendrían que desecharlos", asegura la cartaginesa, quien tiene 26 años y es ingeniera en materiales del Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR).
La demanda de este tipo de arreglos los mantiene bien ocupados. Según cuenta Greivin –de 29 años y graduado de la carrera de Mantenimiento de Aeronaves en el Instituto de Formación Aeronáutica, en Pavas– trabajan un aproximado de 20 marcos por mes.
Desde que empezaron, han reconstruido unos 600. Una sola pieza tiene un costo, en promedio, de ¢175.000. Los clientes van desde aficionados o profesionales del ciclismo, hasta ciclos, distribuidores y equipos de élite.
"Ha sido como reinventar el proceso de curado tradicional de los marcos, que, en nuestro caso, no es tan industrializado, porque no tenemos grandes máquinas, pero sí es de mucha calidad, porque el trabajo es muy minucioso", explica Fallas.
Un peculiar material
La fibra de carbono es una fibra sintética constituida por finísimas hebras de carbono. Pese a que puede ser tan ligera como la madera o el plástico, es fuerte; de hecho, tiene mayor resistencia al impacto que el acero.
El carbono, su principal componente, es un elemento químico que, a temperatura ambiente, se muestra sólido. Una de sus principales particularidades es que está compuesto por grafito (sustancia blanda) y diamante (sustancia dura).
La mezcla del carbono con un polímero (otro compuesto químico), sometida a altísimas temperaturas, da como resultado la fibra de carbono.
Difacom importa esta materia prima, certificada, de Estados Unidos y Europa.
Pasión compartida
Greivin y Mariana habían sido compañeros en el Colegio San Luis Gonzaga de Cartago. Mientras estudiaban en la universidad, mantenían contacto y compartían experiencias sobre los conocimientos adquiridos.
Él se maravilló con las características de la fibra de carbono. Le impresionaba cómo esta materia prima podía ser empleada con tanta facilidad, por ejemplo, en la industria aeronáutica.
A esta afición sumó otro de sus delirios, el ciclismo, y así surgió la inquietud de esculpir una iniciativa que combinara ambas pasiones.
Ella, experta en el estudio de los materiales, comprendió perfectamente el potencial que Greivin veía en la fibra de carbono.
Entonces, alinearon expectativas y emprendieron la aventura de Difacom. Empezaron en abril del 2015 en un pequeño espacio en la casa de Greivin, en la ciudad brumosa.
Luego visitaron la Expo Pyme, del Ministerio de Economía Industria y Comercio (MEIC), y así entraron en contacto con el Centro de Incubación de Empresas del ITCR.
Cinco meses después, en setiembre, el Centro les confirmó el interés por su proyecto y les alquiló un local, que es donde actualmente opera la pyme.
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"Entendimos que, como es una industria poco explorada en el país, teníamos que capacitarnos. En el 2014 nos habían invitado a JEC Group, un congreso internacional en Estados Unidos donde se muestran los últimos avances en tecnología de materiales. En el 2015 también nos llamaron y, como son ellos mismos quienes organizan el Cyclitech y ya conocían nuestro proyecto, nos tomaron en cuenta de nuevo", cuenta, orgulloso, Greivin.
A finales del 2015 llegó el primer contrato formal para Difacom. La administración del CTCC Costa Rica Touring Car Championship, evento de automovilismo que se realiza seis veces al año en Parque Viva, La Guácima, los contrató para fabricar unas piezas que imprimen más dinamismo a los carros de carreras.
Por si fuera poco, recientemente firmaron un contrato con una empresa fabricante de partes médicas, para la cual elaborarán piezas que servirán para la industria ortopédica.
Tanto trabajo requirió más apoyo y debieron contratar un mecánico de precisión, quien los ayuda en la preparación de los materiales, en acabados como pintura y en la inspección final de los productos restaurados.
A su seguidilla de éxitos suman el hecho de que la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) los incluyó en la lista de empresas que conforman el cluster aeroespacial del país, una iniciativa que intenta potenciar el crecimiento de esta industria en suelo tico.
Y el interés de uno por los proyectos del otro rebasó el ámbito laboral. Ahora, además de socios, Mariana y Greivin comparten una relación de noviazgo cuya única semejanza con la fibra de carbono es la fortaleza.